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Todos los dioses son híbridos

Todos los dioses son híbridos

El museo Ashmolean, en Oxford, ilustra la formación de las imágenes de las cinco grandes religiones en el primer milenio

ÍÑIGO GURRUCHAGA

Sábado, 20 de enero 2018

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En 1963, John Smith, el herrero de Hinton St. Mary, un pueblito del condado de Dorset, en el sudoeste de Inglaterra, encontró en un campo los restos de un mosaico que habría adornado el suelo de una casa en la era romana; quizás era la capilla de la vivienda de una familia rica. Contenía la primera imagen de Jesucristo conocida al norte de los Alpes. Se fecha su creación en la primera mitad del s. IV.

La figura del mosaico de la Britannia romana no lleva la barba de Jesús en la iconografía posterior. Pero se ven tras su testa las dos primeras letras en griego de su nombre, Cristo. Tiene el pelo recogido. Su estampa es muy similar a la cabeza de Júpiter en sus esculturas romanas, que tanto debían al gran dios griego Zeus. En otra parte del suelo, separada de la anterior por un rectángulo, se compuso la escena de la muerte de Quimera por la espada de Belerofonte, según también la mitología griega.

El mosaico está en la primera sala de la exposición ‘Imagining the Divine’ (Imaginando lo divino), que muestra ahora el Museo Ashmolean, de Oxford. Es el resultado de una colaboración de cuatro años entre la Universidad y el British Museum para analizar el crecimiento y consolidación de las cinco grandes religiones del mundo a través de las imágenes que produjeron en el primer milenio.

El hallazgo en Dorset sugiere que poblaciones de los primeros siglos después de Cristo repartían su confianza entre diversos sistemas religiosos. Hallazgos en lo que hoy conocemos como Oriente Próximo muestran también que la figura de Jesucristo era representada en relieves, vasos o medallas con la composición que se utilizaba para invocar a emperadores romanos, sustituyendo en ocasiones la espada de estos por el crucifijo sostenido por el hijo del Dios cristiano.

En los primeros siglos del culto a Siddharta Gautama no existió su figura humana. Relieves de su huella, adornada con ruedas de la ley (chakras) o esvásticas, indicaban el paso de Buda y la fidelidad a sus enseñanzas de los moradores del lugar.

Las primeras imágenes de Buda como figura humana se crearon en la región de Gandhara, en lo que hoy es Afganistán y Pakistán, y Mathura, en el norte de India. Centro cosmopolita de comercio, la primera, y urbe con multitud de creencias y templos, la segunda, con artesanos que proveían iconos para unos y otros. La hibridación se ilustra con la inclusión de Buda como uno de los diez avatares de Visnú, dios del hinduismo, o la preservación en una mezquita de Bengala del relieve de una diosa hindú en el reverso de la pared cubierta con la típica ornamentación geométrica musulmana.

Mosaicos en Palestina

El judaísmo adoptó pronto el aniconismo que prohíbe la representación de imágenes religiosas, pero, según Jas Elsner, uno de los comisarios de la exposición, «la idea de que los judíos eran reacios a la imaginería en lugares sagrados se contradice por la excavación de más de cien sinagogas, solo en Palestina, decoradas con mosaicos figurativos», antes de la destrucción por los romanos del Segundo Templo en Jerusalén, en el año 70.

Hay en la exposición imágenes de mosaicos en Palestina en los que la representación del libro de la ley, la ‘Torá’, o el candelabro sagrado con nueve velas, menorah, es adornada con inscripciones en hebrero, griego o arameo, o con los signos del zodíaco. En las paredes de la sinagoga de Dura Europos, en la actual Siria, proliferaban también las representaciones de escenas bíblicas, como esta de Aarón, hermano de Moisés y sumo sacerdote de Israel, oficiando un sacrificio.

La más joven de las grandes religiones, el Islam, marcó su identidad mediante el rechazo a la representación de dioses o profetas. Pero las tallas de estuco, del s. IX, en la gran mezquita de Samarra, capital del califato abasí, fueron copiadas de Hira, donde se seguía el zoroastrismo del imperio sasánida. La exposición del Ashmolean muestra esas transferencias en lo que hoy es Irak, o los ecos entre la caligrafía artística del Corán, la ‘Torá’ y las biblias iluminadas.

Este certificado, o quizás souvenir, de haber realizado el ‘hajj’, peregrinaje anual a la Meca, expedido a una mujer, Maymuna, se ilustra con diferentes estaciones o inscripciones de las palabras de Mahoma sobre la silueta de su sandalia.

La comunicación entre religiones en Eurasia fue crucial en la formación del mundo moderno

«En un tiempo en el que es fácil desesperarse sobre las posibilidades del pluralismo y del multiculturalismo, cuando la globalización y la facilidad para la interconexión cultural vienen junto a amenazas alarmantes, vale la pena recordar los efectos positivos de la comunicación global entre las religiones de Eurasia en un anterior periodo, que es fundamental en la formación del mundo moderno», escriben en el catálogo los responsables de esta exposición, abierta hasta el 18 de febrero, y que ninguna otra institución había emprendido hasta ahora.

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