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Deslumbrantes. La pianista Yuja Wang. ELCORREO/AGENCIAS
MÚSICA

Las chicas de oro cumplen 30 años

Una generación de intérpretes de gran talento y con numerosas representantes en muchos instrumentos se pone al frente de la música clásica

CÉSAR COCA

Sábado, 9 de septiembre 2017

Han celebrado hace unos meses su 30 cumpleaños o lo hicieron no mucho antes o les faltan unas semanas para apagar las velas de la tarta. Una edad a la que las pocas mujeres de generaciones anteriores que luego triunfaron en la música clásica aún estaban tratando de sacar la cabeza. En cambio, ellas cosechan éxitos enormes, tienen elevados cachés, agendas de conciertos llenas y discos grabados para los mejores sellos y galardonados con los premios más relevantes, y hasta son iconos de la moda. La pianista Yuja Wang los cumplió en febrero; su colega Khatia Buniatishvili, en junio; un mes más tarde también alcanzó la treintena la violinista Nicola Benedetti; en agosto apagó las velas la trompetista noruega Tine Thing Helseth; y este septiembre lo hará otra violinista británica, Chloë Hanslip. Año arriba, año abajo, hay un puñado de nombres muy relevantes en la clásica con los que se completa una generación de la que no sería justo decir que está llamada a hacer Historia, porque ya la está haciendo. Las chicas de oro cumplen 30 años y parece mentira que hayan sido capaces de hacer tantas cosas en tan poco tiempo.

La pianista Vanessa Benelli Mosell. EL CORREO/AGENCIAS

Lo más llamativo de esta generación es el elevado número de integrantes y su precocidad. La extraordinaria pianista Clara Haskil tuvo la mala suerte de padecer numerosos problemas de salud y una terrible guerra mundial, pero su carrera no alcanzó una verdadera proyección internacional hasta que había superado los 50 años. Los prejuicios frenaron la trayectoria de Marguerite Long, que no lograría un reconocimiento mundial hasta los 40. Más o menos, lo mismo que la clavecinista Wanda Landowska.

La pianista Khatia Buniatishvili. EL CORREO/AGENCIAS

Una generación más tarde, Ingrid Haebler y Alicia de Larrocha ya consiguieron hacerse un nombre a una edad más temprana, pero no antes de los 30. En realidad, las dos mujeres que marcaron un hito en cuanto a precocidad están aún en activo y pertenecen a dos etapas diferentes: son la pianista argentina Martha Argerich, que ganó el Chopin con 24 años y en ese momento atrajo sobre sí todos los focos; y la violinista alemana Anne-Sophie Mutter, que logró la fama siendo aún una adolescente.

Lo que sorprende es el apabullante dominio técnico que muestran con tan pocos añosEs habitual que estén relacionadas en alguna medida con el mundo de la moda y la imagen

Pero los suyos son casos únicos. Como comenta Asís Aznar, presidente de la Sociedad Filarmónica de Bilbao, todo el mundo quedó asombrado con la técnica de Argerich porque la había logrado a una edad a la que era excepcional. «En cambio, ahora hay un número elevado de intérpretes que tienen ese dominio portentoso del instrumento». Y en ese grupo hay un porcentaje muy alto de mujeres. Ahí radica la diferencia con lo sucedido en etapas anteriores de la Historia de la Música.

La violonchelista Camille Thomas. EL CORREO/AGENCIAS

Yuja Wang, la primera

El primer aldabonazo de esta generación de chicas de oro lo dio la pianista china Yuja Wang, que tras estudiar en su país completó su formación primero en Calgary y luego en el Instituto Curtis de Filadelfia. Acababa de cumplir los 20 años y ya había hecho giras por Oriente con la Filarmónica de Nueva York, cuando fue llamada a sustituir a Martha Argerich para tocar con la Sinfónica de Boston el primer concierto de Chaikovski. Fue cuando algunos empezaron a decir que era la versión femenina de Lang Lang. Ahora ya se ha olvidado el apelativo porque muchos creen que ella es mejor. Además, las frecuentes referencias en las críticas a su indumentaria al salir a escena (vestidos muy ceñidos, minifaldas) también han desaparecido. Se valora su trabajo y la extraordinaria comunicación que consigue con un público joven al que ha logrado atraer a las salas de concierto.

La pianista Beatrice Berrut. EL CORREO/AGENCIAS

Yuja Wang comparte con Khatia Buniatishvili y Nicola Benedetti el carácter de iconos de la moda. La pianista georgiana protagonizó hace unos meses un reportaje para la revista femenina de ‘Le Figaro’ vestida como Betty Boop, y la violinista escocesa ha sido homenajeada con una serie especial de relojes de la marca Raymond Weil. Al margen de eso, Buniatishvili domina la técnica del piano de una manera que asombra incluso a quienes llevan décadas viendo a los mejores del mundo. En realidad, como dicen algunos críticos, su riesgo es ese: que puede tocar lo más difícil con tan poco esfuerzo y a tanta velocidad que a veces acelera más de lo debido, como si quisiera encontrar su propio límite. Con Benedetti ocurre algo parecido. Y lo mismo con el resto de la generación. Es como si el repertorio existente no les planteara dificultades. De ahí que todas ellas hayan entrado siendo aún niñas en centros superiores donde se han codeado con compañeros que hasta casi los veinte años no pudieron superar los requerimientos exigidos para el ingreso. También han ganado premios muy importantes siendo las más jóvenes de quienes concursaban.

Muchas violinistas

El violín es, probablemente, el instrumento en el que más jóvenes ocupan hoy las primeras filas. Junto a Benedetti está Chloë Hanslip, que aún tiene 29 años. Tenía solo 13 cuando se convirtió en la artista más joven en firmar un contrato con el sello Warner. Con 14 tocaba en el Royal Albert Hall y el Barbican, y sin haber cumplio aún los 16 debutaba con la Filarmónica de Tokio. La noruega Vilde Frang acaba de cumplir los 31. Solo tenía 12 cuando el prestigioso director Mariss Jansons la invitó a tocar con la Filarmónica de Oslo y con 20 fue elegida por Anne-Sophie Mutter para tocar con ella el Concierto para dos violines de Bach. Alina Ibragimova está también en los 31. Fue compañera de estudios de Benedetti, y a los 20 años ya se atrevía con el repertorio menos transitado: ahí están sus grabaciones de los conciertos de Hartmann y Roslavets. El año pasado, esta intérprete ruso-británica fue nombrada Miembro de la Orden del Imperio Británico.

La violinista Alina Ibragimova. EL CORREO/AGENCIAS

Menos conocidas por estas latitudes son Beatrice Berrut, Vanessa Benelli Mosell, Tine Thing Helseth y Karen Geoghegan. La primera es una pianista suiza de 32 años que se formó en la escuela rusa de Neuhaus –el maestro de Sviatoslav Richter– y concluyó su aprendizaje con Brigitte Engerer. De su calidad da buena prueba el hecho de que haya sido elegida compañera para hacer música de cámara por violinistas como Gidon Kremer, Itzak Perlman y Shlomo Mintz, tres figuras que pueden tener a su lado como ‘socio’ a cualquier pianista del mundo. Benelli Mosell es italiana, cumplirá los 30 en noviembre y debutó discográficamente con un álbum en el que reúne obras de Stockhausen y Stravinski, una combinación singular para un intérprete de teclado. Para demostrar que no hace ascos al repertorio más convencional, publicó hace unos meses el Concierto Nº 2 de Rachmaninov, una partitura con la que aceptó exponerse a la comparación con los más grandes pianistas de todos los tiempos.

Trayectoria internacional

Tine Thing Helseth es una trompetista noruega nacida en agosto de 1987. Algunos críticos ya la consideran la heredera del trono de Alison Balsom, la gran figura de este instrumento. Aunque hablar de heredera de una artista que solo tiene 38 años puede ser exagerado. La fagotista escocesa Karen Geoghegan tiene 28 y hace una década fue descubierta por un ‘reality show’ de la BBC dirigido a artistas de la clásica. Con 20 años ya debutó en los Proms, el mayor escaparate de los intérpretes de su país y del mundo.

La violinista Nicola Benedetti. EL CORREO/AGENCIAS

La violonchelista francesa Camille Thomas no cumplirá los 30 hasta 2018 pero ya ha tenido tiempo de ganar numerosos premios, tocar con el director Seiji Ozawa y ser invitada a su festival por el prestigioso chelista Steven Isserlis. También ha participado como actriz en la película ‘Un baiser papillon’, otra prueba de que la relación de esta generación de intérpretes con el mundo de la imagen, ya sean el cine, la TV o la publicidad, es muy profunda. El mes próximo debuta en el sello Deutsche Grammophon con un CD que reúne conciertos de Saint-Saëns y Offenbach. Pero el caso más singular es el de Gemma New, una directora de orquesta nacida en Nueva Zelanda hace treinta años que ya es titular de una orquesta canadiense y directora en residencia de la St. Louis Symphony. Hace tres, a raíz de participar en un programa de perfeccionamiento con Gustavo Dudamel, pudo dirigir ocho conciertos de la Sinfónica de Los Ángeles, una de las mejores orquestas de EE UU.

El grupo de estrellas no termina aquí. Son algo mayores que las anteriormente citadas pero ahí están las violonchelistas Han-na Chang (34 años), Alisa Weilerstein (35) y Sol Gabetta (36) o las violinistas Sarah Chang (36), Arabella Steinbacher (35) y Julia Fischer (34), por citar solo algunos ejemplos. Incluso entre las cantantes –donde la mayor parte del gran repertorio exige una madurez en la voz que raramente se consigue antes de los 30– destaca Julia Lezhneva, aún en los 27. El escaparate de los mejores artistas de la música clásica está siendo ocupado por unas jóvenes a las que, si no cometen errores que las desvíen de su trayectoria, les quedan al menos cuatro décadas de carrera con la que deslumbrar al público. Son las chicas de oro, y acaban de cumplir 30 años.

La escuadra española

La última en conseguir una proyección internacional es la violista Isabel Villanueva, también la más joven del grupo de intérpretes españolas que representan a esta generación. Villanueva, natural de Pamplona, cumplió 29 años hace unas semanas, justo tras haber terminado una gira por China. Su carrera ha registrado un extraordinario impulso en los dos últimos años. Incluso ha conseguido que se mire de otra forma a su instrumento, demasiado tiempo a la sombra del violín.

Sus compañeras de generación son algo mayores. La pianista Judith Jáuregui y las violinistas Leticia Moreno y Ana María Valderrama nacieron en 1985. Las tres han grabado ya varios discos, realizan giras internacionales de forma continua y son invitadas habituales en las temporadas y los festivales de orquestas de gran calidad. Hay una cuarta, la violinista Lina Tur Bonet, que ha conseguido un enorme reconocimiento en el repertorio barroco hasta el punto de ser ya una referencia en el mismo.

De abajo a arriba y de izquierda a derecha. Leticia Moreno, Ana Mª Valderrama y Judith Jáuregui.
Imagen principal - De abajo a arriba y de izquierda a derecha. Leticia Moreno, Ana Mª Valderrama y Judith Jáuregui.
Imagen secundaria 1 - De abajo a arriba y de izquierda a derecha. Leticia Moreno, Ana Mª Valderrama y Judith Jáuregui.
Imagen secundaria 2 - De abajo a arriba y de izquierda a derecha. Leticia Moreno, Ana Mª Valderrama y Judith Jáuregui.

Isabell Villanueva.

Lina Tur Bonet.

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