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Benjamin Shine trabajando en una de sus obras.
El arte del tul

El arte del tul

El artista Benjamin Shine manipula con delicadeza una pieza de tela de aproximadamente 15 metros para fabricar sus caras y sus cuidadas figuras

BEGOÑA RODRÍGUEZ

Sábado, 14 de abril 2018

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Flujos de tul hechos a mano que representan un mundo más allá de la naturaleza física, y se acercan a un ámbito lleno de energía, pensamientos y emociones; o en palabras del propio artista: «Estoy cada vez más interesado en cómo cultivamos y mantenemos el sentido del verdadero yo en una era de materialismo y distracción masiva, y espero inspirar un momento de autorreflexión».

Benjamin Shine estudió Diseño de Moda en el Instituto de Arte y Diseño Surrey y Central St Martins en Londres. En 2003 creó su estudio creativo, donde los materiales, las técnicas y las ideas de construcción continúan integrando su portafolio diverso y su enfoque multidisciplinario.

Precisamente, iniciarse en el diseño de moda fue lo que lo introdujo en el trabajo con telas. Más tarde, comenzaría a explorar la idea de 'pintar con tela' para crear obras de arte escultóricas lejos del cuerpo. Lo explica él mismo: «Me centré en crear retratos desde el principio para demostrar las capacidades de las técnicas que estaba desarrollando. La idea de manipular una sola longitud de tul vino más tarde, alrededor de 2008, y todavía estoy fascinado por el alcance de las ideas que inspira este material».

Trabaja sobre cada pieza durante 50 horas, manipulando y superponiendo la tela para darle forma

Todo sucedió después de que Shine se fijara en un viejo remanente de tul arrugado en el piso de su estudio. La belleza de los tonos creados por los pliegues de la tela le intrigó, como él mismo confiesa, y se preguntó entonces si esos pliegues podrían manipularse para formar una imagen reconocible. Finalmente, encontró una manera al presionar y plisar una longitud del material en una forma con una plancha. Le llevó un par de años perfeccionar sus habilidades, especialmente acostumbrándose a 'pintar' con una plancha casera, pero ahora para él es como una segunda naturaleza (aunque extrañamente –comenta divertido– «todavía no puedo planchar una camisa correctamente»).

Una pieza finita

En cuanto al procedimiento actual, cada una de las obras de arte de Shine se crea manipulando delicadamente una sola hoja de tul, ligero y fino y enredado, de aproximadamente 15 metros de longitud, para fabricar caras y figuras cuidadosamente formadas. Shine trabaja meticulosamente sobre cada pieza durante aproximadamente 50 horas, superponiendo y manipulando la tela para que tome forma. Compara su proceso con un juego de ajedrez: trabajar con una pieza finita de tela significa que debe evaluar constantemente cómo afectará cada movimiento a todo el trabajo, y siempre se ajusta y reajusta, incluso después de la instalación de sus trabajos para una exposición, por ejemplo.

Generalmente, una llamativa paleta de colores de azules profundos, púrpuras brillantes y vibrantes tonos ocre se presentan solos o combinados con un maniquí o incluso un atuendo, una pieza de vestir de grandes diseñadores. Porque, sí, puede que hasta hace poco no resultara familiar su nombre, pero Benjamin Shine saltó a la luz pública tras crear la famosa sombra de Margiela.

La casa de moda belga, de la que John Galliano es diseñador, utilizó la obra de Shine para una exposición de alta costura, en enero del año pasado en París, en la que exploraba las diferentes capas de personalidad que hay en las cada uno, sobre todo en la era digital actual. Hasta el día de hoy, el trabajo de Shine ha atraído a una gama de clientes que abarca marcas de moda (Fendi, Valentino, Galliano, Laboutin…), fabricantes de productos e interiores e instituciones internacionales de arte y diseño como The Crafts Council, de Reino Unido y The New York Museum of Arts and Design. Las marcas globales incluyen Givenchy, Barclays Wealth, MTV, Eurostar, Deutsche Bank, Coca-Cola y Google.

Premios

Hasta la fecha, ha ganado el premio Red Dot Design Award, el Emprendedor Young Brit y el Courvoisier Future 500 Art & Design. Y su ilusión y ganas de crear se avivan cada vez más. «Creo que la limitación de nuestras creencias nos impide realizar nuestro propio potencial. Puede disuadirnos incluso de intentar algo nuevo, pero ahí radica la oportunidad de aprender, descubrir y crecer, y esperamos que se sorprenda por el resultado». Y, efectivamente, para Shine la creatividad puede ser algo misterioso, pero acceder a sus recursos ilimitados no es ningún misterio. Al contrario. Lo hace a través de una actitud de alegría, curiosidad y cuestionamiento: «Las ideas pueden florecer y se pueden abrir nuevas avenidas».

Ser creativo y dar vida a las ideas es una experiencia profundamente gratificante para él y, a la vez –cómo no–, un sentimiento muy satisfactorio. Sin embargo, el artista británico confiesa que esa sensación raramente le dura lo suficiente: «¡Tan pronto se afianza otra idea y comienza una nueva aventura!». Y cuántas le pueden esperar, por ende ahora que estamos en la era digital… Como señala Miriam Mora, la digitalización actual hace que se pueda distorsionar la realidad y jugar con ella, incluso con el rostro de cada uno, como hacen diferentes aplicaciones de móvil con sus filtros. El mismísimo Galliano quiso transformar esas capas en una realidad y encargó a Shine que fabricara la forma de una cara para superponerla en uno de sus diseños. Y así empezó su colaboración.

Con toda la variedad de medios ahora disponibles y sus ganas de experimentar y descubrir, Benjamin Shine sorprenderá con muchas más obras por venir.

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