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Tras los pasos de los personajes queridos

Tras los pasos de los personajes queridos

Redondo, Oruña, Pérez-Reverte, Pérez Gellida, Cercas, Guelbenzu, García Sáenz de Urturi y otros han puesto de moda ciudades, paisajes y rutas literarias

Virginia Urieta

Viernes, 10 de marzo 2017, 17:22

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Quizá antes al lector sólo le quedaran la imaginación y la lectura como mejores armas para transportarse a los escenarios más lejanos de sus novelas preferidas. Pasear por San Petersburgo de la mano de Dostoievsky, alojados los protagonistas de Crimen y Castigo' en los aledaños de su propia casa, es prácticamente una experiencia de rigor en cada página. También con Tolstói uno puede vivir en la Rusia de los zares y viajar, a través de Balzac y 'Las ilusiones perdidas', hacia la crónica de toda una época en Francia. Gracias a la literatura es posible tomar té con magdalenas en Illiers, en el oeste de París, para recordar a Proust, o pedir una cerveza, como hiciera Vargas Llosa, en el bar 'La Catedral' de Lima, donde conversaban sus protagonistas. Incluso visitar el castillo de If frente a la costa de Marsella permite al turista imaginar el tormento de Edmundo Dantés, el Conde de Montecristo, en una de esas celdas durante 14 años.

Pero hoy no hace falta ir tan lejos, ni siquiera pasar por grandes aglomeraciones, para recrear la atmósfera de algunas de las novelas más actuales, que han cambiado los escenarios de rigor como pueden ser Barcelona, Madrid o incluso Bilbao por otros menos frecuentes. Que además son un poco nuestros y despiertan, en cierta manera, el gusto por lo local. Porque uno casi puede ver a Lorenzo Falcó atravesar con su sombrero las puertas del Casino de Salamanca o pedir, en el bar americano del Gran Hotel, otro 'hupa-hupa' al camarero Leandro por otra parte, siempre tan circunspecto, mientras enciende otro 'players'. Con él, Arturo Pérez-Reverte transporta al lector no sólo a Salamanca y a sus calles y rincones, sino también a una época, algo parecido a lo que sucede con Javier Cercas en 'Las leyes de la frontera'. Por entonces, en la primavera de 1978, Cercas describe una Gerona «húmeda, oscura, solitaria y cochambrosa» que va mudando a lo largo de la historia que dibuja a Antonio Gamallo, un delincuente juvenil conocido como el 'Zarco', con muchos puntos en común con el 'Vaquilla'.

Otros autores apuestan por la actualidad y escenarios más cercanos. Un cambio de aires que permite también al lector vivir en esos lugares y aprovecharse de ello para pasear por las mismas calles que los protagonistas, pedir el mismo gintonic en el pertinente local o incluso contemplar la misma estampa de postal y descubrir, como hicieran algunos de los personajes, el crimen y la maldad a la vuelta de la esquina. José María Guelbenzu acaba de publicar la octava entrega de la serie protagonizada por la juez Mariana de Marco: 'El asesino desconsolado'. Varias de esas novelas transcurren en una ciudad llamada G. en los libros pero que se identifica en todo, sin la menor duda, con Gijón. En sus calles, restaurantes y bares se ambientan muchas escenas. Y por su playa corre cada mañana, para desestresarse, la juez. Lo hace también en esta entrega con la que se despide de la ciudad, porque en la próxima tendrá un nuevo destino judicial, mucho más trillado literariamente: Madrid.

A Eva García Sáenz de Urturi, Vitoria siempre le ha parecido una ciudad «muy literaria. Como muchas ciudades del Norte, tiene un poso histórico que ayuda a ambientar las tramas y a hacer que el lector se vea inmerso en la experiencia lectora», valora. 'El silencio de la ciudad blanca' es un thriller en el que la historia de la tierra tiene un peso específico, con crímenes marcados por los lugares en los que aparecen sus víctimas: el dolmen de la 'Chabola de la Hechicera', el poblado celtíbero de La Hoya, el valle Salado de Añana, la Muralla Medieval de Vitoria... Todos esos enclaves tienen un encanto particular para la escritora, «y para todos los que los visitan. Creo que esa ha sido la clave: saber que los escenarios son reales y que pueden ser visitados le da un plus a la lectura», valora.

Algunos pasarán a ser históricos por aparecer en sus páginas, como todos esos bares de pintxos el Sagartoki, el Toloño, el Saburdi o el Matxete, por citar algunos en los que la cuadrilla del inspector Unai López de Ayala alias 'Kraken', acompaña al protagonista a lo largo de su investigación. «También se mencionan locales míticos como Casa Quico o el Naroki, y ha habido toda una miríada de vitorianos que me han agradecido que recordase esas experiencias culinarias que ya no volverán, pero que forman parte de nuestro acervo gastronómico».

Un afán espontáneo

Tanto las rutas literarias de la Trilogía del Baztán como las de 'El silencio de la ciudad blanca' están siendo «todo un éxito» y es que, en cierta manera, con 'El guardián invisible' comenzó todo: ese nuevo afán un descubrimiento de lanzarse a releer todos esos lugares con el libro bajo el brazo, recreando cada escena y cada conversación en los escenarios y ambientes en los que se enmarca la novela. «Ocurrió de manera espontánea. El libro salió a la venta el 13 de enero y en Semana Santa ya había gente con él por Elizondo. Y me parece maravilloso: el viaje literario es una de las mejores clases de turismo que se puede recibir. Es respetuoso, no trata de cambiar ese lugar sino de llevarse su esencia, admira lo que tiene, se implica y lo mueven las ganas de conocer mejor ese sitio. Yo estoy muy agradecida a Elizondo, y es un cariño que también recibo cada vez que voy», explica Dolores Redondo.

En Vitoria, el director del hotel Canciller Ayala, recuerda García, le comentó en una ocasión que se tuvo que leer la novela e instar a sus empleados a que la leyeran porque sus clientes les preguntaban por las 'víctimas', y ellos no sabían situar el crimen. También una de las guías turísticas de la ciudad le confesó que cada vez que pasa con un grupo por el portal número 2 de la calle Dato, aunque sea durante visitas que nada tienen que ver con las rutas literarias, alguien le recuerda en voz alta: «Ese es el portal de Tasio, el arqueólogo». 'La saga de los longevos', que publicó en 2012 ambientada en Cantabria, en Puente Viesgo, Santander o la Costa Quebrada, le permitió darse cuenta del poder de persuasión de la lectura. «Durante la presentación de la novela pude conocer a propietarios de locales que citaba y algunos me contaron que incluso habían puesto la novela en un atril en la entrada de sus restaurantes con la página abierta donde se hablaba de su negocio. El dueño de la casa de indianos donde me había hospedado para documentarme en el publo de Vargas me dijo que le había cambiado la vida, y que tenía reservas para dos años gracias a que citaba su agroturismo en los agradecimientos».

También en el Norte, un banco concreto de Comillas, Villa Marina, la casa del Duque o el acantilado de la Playa de Los Locos, lugares que recoge la novela 'Puerto escondido' de María Oruña, se han convertido ahora en visitas de rigor para revivir algunas de las escenas de su trabajo, enmarcadas en postales que ella escogió porque era precisamente donde se desarrollaban las anécdotas de las que le hablaba su abuela, que acostumbraba a bañarse como ella cuando era niña en la playa de la Concha, donde prácticamente comienza la historia. Gracias a las rutas literarias, señala Oruña, ella también puede acompañar a los que las recorren a través de sus páginas. «Les vuelvo a ver ser niños. Me escribe mucha gente para contarme su experiencia, y me maravilla ver la ilusión con la que van, eso es algo que no se paga con nada», valora.

El itinerario cosechó tanto éxito el día de su inauguración que el Ayuntamiento de Suances, que ya había contratado un autobús, tuvo que solicitar otro para atender a todos los que quisieron formar parte de la experiencia literaria. Incluso la autora, micrófono en mano, alternó entre autocares para ejercer de guía «aquí, a la derecha, el lugar del crimen» en los diferentes escenarios. «Fue muy divertido», recuerda. Antes incluso de que se inauguraran las rutas literarias «ya había quien me mandaba fotos y mensajes, la gente iba por sí sola a recorrer los escenarios. Es bonito porque te hace entender, gracias a los lectores, que los libros están vivos».

De los libros a la gran pantalla

  • 'El guardián invisible' ha consolidado ya su tirón con la adaptación cinematográfica a cargo de Fernando González Molina, que traslada los escenarios de la novela de Dolores Redondo y toda la riqueza del Baztán, en su máximo esplendor, a la gran pantalla. «Estoy muy contenta, todavía no he bajado de la nube. Y es un proyecto del que estoy segura porque si los lectores han arrastrado a tantos amigos al valle, la película que es un altavoz de la novela también lo hará. Y el escenario es tan bello y tan hermoso», valora la autora, que adelanta que también «hay perspectivas» de que 'Todo esto te daré' se adapte al cine. «Es un territorio más amplio, quizás no tenga el mismo impacto que en una pequeña población como Elizondo, porque tiene más capacidad para absorber el turismo». La de 'El silencio de la ciudad blanca', por otra parte, va a ser una adaptación «muy festiva», porque transcurre precisamente en el Día del Blusa y en las Fiestas de la Virgen Blanca, y miles de vitorianos participarán en el rodaje. «La película se rodará este año gracias a A3media Cine, una de las productoras nacionales más potentes. El silencio de la ciudad blanca contará, además, con el doble de presupuesto que una película media española. Todo esto, obviamente, va a tener una repercusión nacional cuando se estrene en 2018, algo que pondrá a Vitoria en el mapa, y la trilogía también dará un salto de visibilidad. Solo hay que pensar que la gente que se acerca a las salas de cine es mucho más numerosa que la que se acerca a una librería», valora Eva García.

Zonas desconocidas

César Pérez Gellida, por su parte, asegura que eligió su Valladolid natal en principio «por pura comodidad. 'Memento mori' era mi primera novela y cuando la escribí ni siquiera tenía la intención de que se publicara. Para simplificar el proceso creativo decidí ambientarla en la ciudad del mundo que mejor conozco», confiesa. Para el autor, los escenarios son tan importantes como la acción que transcurre en ellos, por lo que dedicó «bastante tiempo» a elegir cada uno de ellos en función de lo que necesitaba comunicar al lector. «En Valladolid, como en todas las ciudades, siempre existen rincones que no todo el mundo conoce y que resultan perfectos para ambientar una novela negra. Ahora esos rincones forman parte de mis novelas y mis novelas forman parte de esos rincones», señala.

Varios lectores incluso le han confesado que conocen algunas zonas gracias a sus novelas. «Como la calle Santo Domingo de Guzmán, que es una especie de burbuja de tranquilidad y sosiego entre el bullicio urbano que caracteriza y afecta a nuestras ciudades, y la plaza del Viejo Coso, una belleza arquitectónica que deja boquiabierto a cualquiera que se plante en su epicentro y que no todo el mundo conoce». Y reconoce que el fomento del turismo en las zonas que él nombra en su novela «es un hecho»: el Zero Café de Valladolid recibe todos los fines de semana a clientes que piden el gintonic que toma Augusto Ledesma, protagonista de 'Memento Mori'. Tanto es así que están «trabajando» en la creación de rutas literarias, aunque reconoce que el hecho de vivir al otro lado del Atlántico dificulta poner en marcha este tipo de cosas que, por otro lado, le encantaría desarrollar. «Es cierto que últimamente hay muchos autores que huyen de encuadrar sus historias en lugares recurrentes. No sé si es bueno o malo, pero salirte de la norma creo que siempre es positivo», valora, mientras piensa que, ojalá, «la magia negra de la tinta» influya tanto como para dotar de más vida todos esos lugares.

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