Borrar
Figura de Buda, presente en la edición de TEFAF.
La feria de las vanidades

La feria de las vanidades

TEFAF cumple su trigésimo aniversario como la gran cita del arte, las antigüedades y la élite coleccionista

Gerardo Elorriaga

Viernes, 10 de marzo 2017, 17:22

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

El dinero siempre está ahí, solo cambian los bolsillos». A Gertrude Stein se le atribuye esta frase lapidaria que bien puede sintetizar la historia de la humanidad o, con menos ambición, la del arte contemporáneo. La escritora bien pudo referirse al individuo sin etiquetas en la economía global o al cliente del mercado del arte más exclusivo. En cualquier caso, esa sentencia se corresponde perfectamente con el perfil de un sujeto que varía en función de la procedencia y el objeto de su predilección, pero que no deja de alentar un pujante comercio. Además, la autora norteamericana era una de las grandes coleccionistas de Picasso, Matisse y otros nombres de las vanguardias históricas, y conocía de primera mano las características de este sector. La demanda de bienes suntuarios ha sido una constante a lo largo de los tiempos y The European Fine Art Fair (TEFAF) representa la versión contemporánea de esa corriente alentada por las élites a lo largo de los tiempos. La feria de Maastricht cumple su trigésimo aniversario con una excelente salud y una proyección que ya supera el ámbito continental.

La fusión de Pictura y De Antiquairs International, dos eventos organizados por empresarios holandeses, dio lugar a este evento, situado en el corazón de Europa Occidental. La estrategia de sus promotores pasaba por competir con similares eventos de París o Londres gracias a su emplazamiento, más cómodo para los coleccionistas alemanes, suizos y del centro del continente. Su predilección por las artes decorativas y las antigüedades, una oferta relativamente escasa, no ha impedido un progresivo crecimiento de las piezas de arte contemporáneo. En cualquier caso, cada convocatoria convierte al recinto ferial de la ciudad del Mosa en un museo temporal de primer rango visitado por los aficionados con mayor poder adquisitivo y grandes instituciones estatales y privadas.

La última cita apunta que los fondos reunidos recorren 7.000 años de civilización. Las 270 galerías participantes se distribuyen según ámbitos temáticos, desde las antigüedades al diseño o la vanguardia, con el añadido de un espacio curatorial que pretende establecer diálogos entre la historia y la contemporaneidad. Tal y como ha sucedido con Art Basel, la feria con la que compite en ambición y dimensiones, su consolidación ha impulsado desde el pasado año la expansión en Estados Unidos con la celebración en Nueva York de otros dos encuentros, uno en mayo, dedicado al arte moderno y contemporáneo, y otro en octubre especializado en artes decorativas y antigüedades. La intención de generar una suerte de joint venture con Sothebys en China se frustró, tal vez por la condición de demandante, casi en su exclusividad, de obras de su propia cultura.

La oferta siempre reúne obras raras, a menudo alejadas del mercado desde hace décadas. Un manuscrito elaborado en pergamino e iluminado con 78 miniaturas constituye una de las piezas estrella de la edición que se inaugura este fin de semana. Histoire Ancienne jusquá César et Fait des Romains ca. 1370-80, ejemplifica ese interés de la feria por aportar obras exquisitas y únicas, en este caso, procedente del Museo J. Paul Getty, donde se hallaba en calidad de préstamo a largo plazo. En el capítulo de piezas excepcionales, cabe destacar, asimismo, la talla Julio Cesar de Juan de Bolonia, la única de madera que ha sobrevivido del escultor francés que vivió la última etapa del Renacimiento.

Cinco galerías españolas acuden a los Países Bajos. La presencia española es escasa, acorde con la discreta presencia nacional en el mercado de lujo, aunque destaca la aparición de obras tan exquisitas como una talla de Alonso Berruguete o un dibujo de Alonso Cano. La única copia conocida de las Capitulaciones de Santa Fe, el documento que los Reyes Católicos otorgaron a Cristóbal Colón y que permitió su viaje a América, es una de esas raras avis que solo Maastricht suele deparar. Junto a las obras de arte antiguo y moderno, la feria incluye obras de Joan Miró, Antoni Tàpies o Salvador Dalí.

42.700 millones

Pero el interés de TEFAF no se reduce al abanico de piezas extraordinarias que reúne, sino también a haberse convertido en el pulso del mercado, circunstancia que se refuerza con la publicación anual de un informe económico global. El documento recién editado establece un conjunto de ventas cercano a los 42.700 millones de euros, un 1,7% superior al balance de 2015. La consolidación del flujo comercial, ajeno ya a la crisis global, quiebra la posición predominante en los últimos años del gigante oriental en beneficio de Estados Unidos, tradicional líder del sector, y Gran Bretaña.

La caída del valor de las ventas en subastas, cercana a un 19% y superior al 40% en Norteamérica, constituye el dato más sorprendente del último documento. Este brusco descenso es atribuido a la propensión de los grandes clientes a llevar a cabo sus transacciones con marchantes, lejos de la publicidad e interés mediático que concitan las pujas importantes. Además, la contracción puede estar motivada por una merma de interés hacia algunos de los principales reclamos de las grandes casas, caso de Picasso, Francis Bacon o Amedeo Modigliani, hasta ahora generadores de récords. La venta online es otro de los fenómenos pujantes, aunque relegada al segmento inferior del comercio, ya que el 75% de las transacciones efectuadas por este sistema se refiere a compras inferiores a los 4.700 euros.

En algunos casos, las colecciones de arte nacen, se consolidan y se convierten en objeto de una fundación o son cedidas a instituciones culturales, en otros, se disgregan cuando su impulsor fallece y los herederos pretenden convertirla en efectivo. TEFAF recupera para el mercado algunas de esas obras que han permanecido en el ámbito privado.

La acuarela La Montaigne Sainte-Victoire de Paul Cézanne, perteneciente a una relevante serie posimpresionista, es una de las joyas pictóricas de esta edición. Curiosamente, el cuadro formó parte de los fondos de Gertrude Stein, aquella mujer clarividente que supo reconocer que los vaivenes del dinero no lo menguan ni acrecentan, tan solo lo trasladan de un lugar a otro y, con él, las grandes creaciones del genio humano.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Publicidad

Publicidad

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios