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Desfile de Francisco José por las calles de Viena, en 1898, año del asesinato de Sissi.
Música para el fin de un imperio

Música para el fin de un imperio

El festival está dedicado este año a autores que escribieron su obra mientras su mundo se acababa

CÉSAR COCA

Viernes, 24 de febrero 2017, 19:32

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No ha habido muchos países en la Historia moderna de Europa tan complejos: Austria, que junto con Hungría formaba uno de los mayores imperios del siglo XIX, era entonces una extraña unidad política asentada sobre ocho naciones diferentes que formaban quince estados y organizaban su vida legislativa en diecisiete parlamentos. Eran la corona y su titular lo que unía ese conjunto, que a su vez mantenía unos vínculos precarios con Hungría. Una corona que durante casi 68 años portó el emperador Francisco José. En su reinado, el imperio vivió continuos conflictos políticos internos con las numerosas nacionalidades acogidas bajo la corona, y externos, con casi todas las potencias grandes y medianas de Europa. Y, sin embargo, en esa etapa que parecía no tener fin, la ciudad de Viena vivió un esplendor inusitado y la creación cultural floreció en todos los rincones. Incluso puede decirse que mientras el imperio se desmoronaba hasta colapsar ya en la Primera Guerra Mundial, la cultura en esa zona de Centroeuropa brilló tanto que aún nos llegan sus destellos. Esta edición del festival Musika Música se detiene en cuatro compositores que escribieron, cada uno en su estilo, la banda sonora del fin del imperio. Son Smetana, Dvorák, Janácek y Mahler.

La trayectoria de Francisco José en el poder permite comprender el rumbo de las últimas décadas del imperio. Llegó al trono en 1848, cuando solo tenía 18 años. En ese año de grandes revoluciones, su país había sido escenario de no pocas revueltas. En Praga, capital de Bohemia la región que, en un juego de palabras con un estilo de vida asociado al mundo artístico da nombre a la edición del Musika Música, las barricadas se asentaron en lugares emblemáticos, como el puente de Carlos, aunque el Ejército imperial no tuvo demasiadas dificultades para recuperar el control de la ciudad. El nacionalismo checo buscaba la independencia de la corona austriaca, pero en la corte preocupaba menos que el húngaro.

Una edición repleta de novedades

  • La segunda edición del Musika Música con Josune Ariztondo al frente de la Fundación Bilbao 700 está llena de novedades, tanto formales como en cuanto al contenido. En la parte estrictamente musical, la incorporación de un compositor vasco como 'invitado' trata de integrar el patrimonio cultural propio en el contexto de los nombres mayores de la música clásica de todos los tiempos. Ahí está Sarasate, el gran violinista al que le dedicaron obras los músicos más importantes de su tiempo que también fue un compositor notable. La ampliación de contenidos supone la irrupción en el programa de funciones pensadas para los pequeños de la casa, conciertos interactivos, viajes sonoros y espectáculos audiovisuales con actuación en directo. El cine y la literatura se incorporan por primera vez al Musika Música, con 'El abrazo de las artes', un recorrido por 'Muerte en Venecia', la película de Luchino Visconti a partir de una novela de Thomas Mann, con banda sonora de Gustav Mahler; y 'La insoportable levedad del ser', filme de Philip Kaufman sobre la novela de Milan Kundera con fondo sonoro de Leos Janácek. En cuanto a novedades de tipo organizativo hay también unas cuantas. Este año, las localidades del auditorio y las de la Sala A1 conocida como 'sala teatro' estarán numeradas. El año pasado ya se hizo a modo de prueba la numeración del auditorio y el resultado fue muy satisfactorio. De esa forma, las colas que se forman para entrar son más relajadas dado que la localidad no depende del orden de llegada. Será la primera vez que las salas mantengan su nombre habitual y no sean rebautizadas en recuerdo de artistas y personajes de la época. Y es también la primera que el cartel del festival corre a cargos de alumnos de la Facultad de Bellas Artes. Al programa 'oficial' se suman los conservatorios de León y Barakaldo y la Banda Municipal de Bilbao, que actuarán en el auditorio, y los conservatorios de Aragón, Navarra y Musikene, que lo harán en la sala Barria. En total, hay 75 funciones en el programa oficial y 24 actuaciones de alumnos de conservatorios. Casi un centenar de conciertos para disfrutar de la música más 'bohemia'.

Con la ayuda de Rusia, Francisco José aplastó cualquier conato de rebeldía. La mano dura persistió durante casi dos décadas en ese tiempo, se casó con una princesa de Baviera que ha pasado a la Historia como Sissi y nacieron sus cuatro hijos, luego su régimen adquirió un aspecto más liberal pero sus gobiernos apenas consiguieron un instante de paz dentro o fuera de los límites del imperio. Mientras esos conflictos mermaban el contenido de las arcas del Estado, Francisco José se convirtió en el mejor alcalde de Viena. El Ring, ese paseo circular que el visitante contempla hoy como una sucesión de edificios imponentes, palacios, jardines y estatuas, se debe a su iniciativa. No solo eso: Viena y, por extensión el imperio en su conjunto, resultaba el destino soñado para la mayoría de los artistas. Era así de manera muy especial en las otras dos grandes urbes del imperio: Budapest y Praga. Entre las tres, el tráfico de artistas era continuo, en una época en la que las facilidades para los viajes tenían poco que ver con las actuales.

Imposible golpe de timón

Y entonces llegó lo que Robert Musil llamó Kakania en su obra 'El hombre sin atributos'. El nombre viene de 'kaiserlich und königlich' (imperial y real), las dos K unidas a la corona que aún se ven en muchos edificios de Viena, y se refiere a un sistema político agotado, que ya no da más de sí y contempla resignado su caída. Francisco José tuvo que enfrentarse en la recta final de su reinado a una crisis que fue algo así como una tormenta perfecta: un país exhausto económica y militarmente, rodeado de enemigos potenciales y mermado ya en sus territorios, esperaba un golpe de timón imposible por parte de un emperador viejo, cansado y deprimido tras el asesinato de su esposa en Ginebra y el presunto suicidio de su heredero, junto a su amante, en el pabellón de caza de Mayerling.

Mientras todo eso sucedía, Rilke, Von Hoffmansthal, Zweig, Werfel, Broch, Trakl, Kafka y Musil escribían sus mejores obras o ponían los cimientos de su carrera. En Viena, el movimiento de la Secesión abría una etapa de la Historia del Arte; el expresionismo ganaba peso en Praga con Procházka, Kubista y Filla, y en la capital con Schiele y Kokochska, que, para cerrar el círculo de influencias y relaciones, fue amante de Alma Mahler poco después de haber enviudado. Sin olvidar que cuando el matrimonio entre ambos quebró, el compositor acudió a la consulta de Freud. Otro genio en el imperio.

Los cuatro compositores de esta edición viven toda esa ebullición y la trasladan a música. Smetana, nacionalista militante, compone una obra a tono con su ideología. Dvorák mezcla el folclore de Bohemia con el norteamericano en sus mejores partituras. Janácek estudia las raíces de la música popular y la usa a través de un estilo muy personal en la etapa más fructífera de su carrera, ya superados los 60 años. Mahler, en fin, no resulta tampoco ajeno a esta influencia pero su obra es la más compleja y apasionante.

El Imperio Austro-Húngaro desapareció al terminar la Primera Guerra Mundial. Su territorio está repartido hoy en trece estados. Bohemia forma parte de la República Checa. Mahler, Smetana, Dvorák y Janácek compusieron la música del fin de ese imperio.

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