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El centro se encuentra en el corazón de Londres.
Intimidad del museo Soane de Londres
REPORTAJE

Intimidad del museo Soane de Londres

EDUARDO LAPORTE

Viernes, 12 de agosto 2016, 12:41

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Una de las más complejas, intrincadas e ingeniosas series de interiores jamás concebidas». Así describe el Oxford Dictionary of Architecture el museo Soane, que abrió sus puertas en 1837 para preservar el legado del arquitecto sir John Soane (1753-1837). Hijo de un albañil, Soane logró la excelencia en su trabajo, tanto que pudo ver, aún en vida, el proyecto de museo que se inauguraría a su muerte. Concebido como casa-museo, este espacio sorprenderá a los visitantes que tengan a bien elegirlo entre las actividades de su agenda turística. Hay algo en la que fuera vivienda de sir John Soane que lo convierte en inquietante, en algo más que en un recorrido por los objetos de coleccionismo del diseñador del Banco de Inglaterra; hay quien ha dicho que, más que un museo, es un «museo de la mente». También es un espacio sobre la arquitectura, tanto por su contenido como por su continente. Pero, ante todo, es el museo de John Soane, no tanto el arquitecto como el ser humano, con sus luces, sus sombras y todo el fenomenal batiburrillo de fondo, resultado de su afán coleccionista.

Un primer acercamiento tendría que ver con la arquitectura, porque Soane era un arquitecto vocacional, de los que entienden su obra como un modo de trasladar su visión particular del mundo. Un arquitecto a lo Gaudí, capaz de generar un entorno nuevo con sus creaciones, por lo que su casa, hoy casa-museo, no podía ser de otro modo: excesiva. Recuerda, en cierto modo, al museo Horta, casa-taller del arquitecto belga Victor Horta, pionero del modernismo y creador de ese edificio abigarrado, intenso, sinuoso, florido, maravilloso, en plena sobriedad gris de Bruselas.

El segundo acercamiento detendría la mirada en el derroche de objetos y cuadros valiosos que conforman este museo de museos en el que continente y contenido van de la mano. Entre todo ello, se cuela la historia, pues casi 180 años nos observan desde sus escondrijos. En pleno centro de Londres, en el 12-14 de Lincolns Inn Fields, se puede acudir a pie después de una visita a la City, y complementar con una posterior visita al Hunterian Museum, considerado como uno de los más «escalofriantes» de la ciudad, donde se exponen fetos humanos conservados en formol, instrumentos antiguos de cirugía y curiosidades como el esqueleto de John Byrne, un escocés de 2,31 metros de altura.

Después de todo ello, alcanzaremos el Támesis en unas pocas zancadas para respirar algo tras tantos estímulos.

Personal y universal

Quienes han estado en Itzea, la casa de los Baroja en Vera de Bidasoa, sabrán entender el espíritu que, salvando las distancias, envuelve a la casa-museo de sir John Soane. El propio Soane la comenzó a construir en 1791 y trabajó en ella toda su vida. Sin darse cuenta, como les pasó también a los Baroja, poco a poco fue erigiéndose un museo en torno a su espacio vital, creado al principio como estudio de arquitectura y depósito para sus colecciones de antigüedades y su biblioteca.

Llegó a atesorar miles de publicaciones y dibujos de arquitectura, así como piezas de arqueología de todo pelaje. Coetáneo y amigo de Turner, se pueden admirar pinturas de quien está considerado el padre del arte moderno, con permiso de Goya.

Partimos de la biblioteca, uno de los espacios más convencionales, para discurrir después por el resto de estancias, que nos provocarán una sensación parecida a colarnos en una de las inefables casas de Escher. Habrá quien piense que se ha introducido en un relato borgesiano y que el Aleph, ese objeto de objetos que encierra, como una biblioteca sin fin, todo el universo, se encuentra en alguno de sus rincones.

Porque el Soane coleccionista sintetizó todas las escuelas, desde la grecorromana a la egipcia, por lo que este museo se puede ver también como un reflejo de sí mismo y de su conexión con el mundo clásico. Era un periodo, además, de volver la mirada hacia el origen de la estética, como demuestra una de sus obras más solemnes, el Banco de Inglaterra, aunque buena parte de su trabajo fue destruido para construir encima.

Lo majestuoso de lo clásico, con sus líneas de fuga hacia la luz, se combina también con otros estadios del alma, con lo sombrío de una cripta misteriosa, en la que descansa un sarcófago egipcio, de alabastro, principal joya de su colección. El propio Soane lo compró, en 1824, a un cazatesoros y pertenece a Seti I, el padre de Ramsés II.

Un crisol de objetos, de culturas, que pivotan sobre la dualidad de la luz y la sombra, y que a su vez parecen insinuar que el universo se puede concentrar, si no en el Aleph borgesiano, en un museo como el Soane.

Más información: http://www.soane.org/

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