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El artista cubano.

Vuelve el apóstol del exceso

Coleccionista de vicios y muertes clínicas, Al Jourgensen regresa con un nuevo proyecto: la primera mitad del disco es «un asalto rápido y brutal», pero el tono cambió cuando consiguió su tarjeta para consumir marihuana

Carlos Benito

Miércoles, 20 de abril 2016, 16:20

El mundo del rock está repleto de gente proclive al exceso, que carece del más elemental sentido de la medida, pero prácticamente todos ellos son ... el no va más de la formalidad y la moderación si los comparamos con el elegante caballero de la foto, bautizado como Alejandro Ramírez Casas y más conocido como Al Jourgensen. Se pueden escoger muchas historias para ilustrar cómo afronta la existencia el músico estadounidense, nacido en La Habana y emparentado con cubanos ilustres como Ernestina Lecuona, pero para variar escogeremos una que no tiene nada que ver con el vicio: hace unos años, la hija de Jourgensen (y no hablamos de una niña, sino de una mujer hecha y derecha) se atrevió a llamarle cobarde por no lucir ningún 'piercing', así que Al se apresuró a reservar hora en el 'parlour' y se colocó doce de una tacada en plena jeta. Si los juntamos con sus implantes de colmillos vampirescos y su tatuaje de una pirámide alada en mitad de la frente, el efecto es sin duda notable.

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