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'L’homme qui aimait les femmes'.

‘'El AMANTE DEL AMOR' DE FRANÇOIS TRUFFAUT

Joyas de cine ·

Una encantadora y sofisticada comedia dramática acerca de las relaciones amorosas, el fundamento literario, la seducción y la posesión

Guillermo Balbona

Santander

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Jueves, 8 de febrero 2018

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Las mujeres, la sensibilidad, el irónico sentido del humor, la cotidianeidad, la falsa y aparente ligereza, teñida de leve nostalgia, y el desencanto vital forman parte de la fragancia de François Truffaut. Un poeta que puso el cine al servicio de la vida, y viceversa. Al cineasta de ‘Los cuatrocientos golpes’ le interesaba la esencia vital , nunca aquello que distrae y aparta de ella. Y, por supuesto, en primer término, y al fondo, las mujeres.

Muchos de sus filmes son tratados sobre la necesidad de amar y ser amados, y contienen atmósferas, ecos, huellas de eso que llamamos amor. En ‘L’homme qui aimait les femmes’ un entierro vertebra la trama y da pie a la reflexión del autor de 'La piel suave'. Las mujeres que acuden al sepelio propician el retrato plural que Truffaut convierte en el sustento de una encantadora, elegante y, como es habitual, sofisticada comedia dramática acerca de las relaciones amorosas, el fundamento literario, la seducción, la posesión.

Si la educación fuese entendida como una herramienta más vital y humanista que práctica, François Truffaut sería una asignatura obligada en las escuelas. La sublimación del amor, la poética, el romanticismo, la amargura de su humor lírico componen este particular viaje de vida hecho de libros, cine y mujeres. De ‘Jules et Jim’ a ‘Vivamente el domingo’–su película póstuma, estrenada en España en el 83– sus reflexiones desbrozan las razones que podrían explicar la pasión reflejada en el hombre muerto y en las mujeres que lo adoraron.

En ‘El amante del amor’, que contó con un remake en los ochenta dirigido por Blake Edwards, con el título de ‘Mis problemas con las mujeres’, protagonizado por Burt Reynolds, Julie Andrews y Kim Basinger, Truffaut perfiló su propia versión del mito de Don Juan. El amor, escribió Truffaut, "es el único argumento posible, el argumento de los argumentos... estadísticamente se podría afirmar que nueve de cada diez películas tratan del amor... Y no creo que sea suficiente".

Imagen principal - ‘'El AMANTE DEL AMOR' DE FRANÇOIS TRUFFAUT
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Pese a su coherencia y al hecho de ser una referencia constante en el orbe cinematográfico, ‘El amante del amor’ no goza de gran popularidad. Pero destaca y se eleva por su ternura, la calidez literaria de sus diálogos, la inteligencia de la deliciosa mirada sobre ese lugar en el mundo que representa Bertrand (Charles Denner) y su vínculo con las mujeres. Ritmo y delicadeza, planos contra planos, hacen que el discurso narrativo fluya e impregne los fotogramas de una cadencia donde lo simple está sujeto a una hondura singular.

De su evanescente secuencia mecanografiada al personaje que susurra el despertar por teléfono, pasando por los diversos engarces testimoniales femeninos, toda la obra es un homenaje a las mujeres, a la vitalidad melancólica, a la necesidad de los afectos. El equilibrio entre la palabra, expresada por el protagonistas y sus amantes, y la imagen certifican el estilo del cineasta francés, ese placer de la mirada como denominó a muchos de sus escritos sobre cine. Tras la pátina más aparente discurre una comedia dramática; en la sencillez se revela el retrato hondo de un hombre solo y bajo la capa de frivolidad asoma la soledad, la melancolía y tristeza, cierta amargura.

El humanismo que rezuma todo el filme, paradójicamente abierto y cerrado por la muerte, atraviesa la médula espinal de una obra grácil, de ademanes, movimiento, andares, piernas, miradas...y coreografía. Una indagación y exploración esteticista pero aferrada a los asideros del amor ideal, del amor verdadero. Una lección de cine y literatura, fundida en deseo y plasmada en un homenaje armónico. Las relaciones de pareja, los enigmas del amor, los recuerdos, la escritura y la reescritura, la vocación por desnudar la condición humana. Un paseo de criaturas humanas y libros en un ejercicio que confluyen en dos de sus sentencias: "El cine es más importante que la vida" y "el cine me ha salvado".

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