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Pedro Almodóvar, presidente del jurado de Cannes.
De Telefónica a Cannes

De Telefónica a Cannes

Con la 70 edición del Festival de Cannes ya en marcha, recordamos los inicios del cineasta español más universal, Pedro Almodóvar

Boquerini .

Jueves, 18 de mayo 2017, 20:39

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Ya está en marcha el 70 Festival de Cannes, que este año tiene a Pedro Almodóvar como presidente del jurado oficial, un honor que el certamen de la Costa Azul reserva a los más grandes. Almodóvar es el primer español que lo hace, un buen momento para recordar cómo fueron los inicios del director español más internacional.

Nacido en Calzada de Calatrava (Ciudad Real) el 25 de septiembre de 1949, hijo de un arriero que transportaba vino a Jaén a lomos de mulas, la infancia de Pedro Almodóvar transcurre entre los seriales radiofónicos de la época, las lecciones de cromos de actores que estaban en las tabletas de chocolate y, por supuesto, el cine. "Nací en una mala época para España, pero muy buena para el cine, los años cincuenta. Tenía muy pocos años cuando pisé por primera vez un cine de pueblo, (se parecía al que sale en 'El espíritu de la colmena' de Víctor Erice). A aquel primer cine de pueblo, además de la sillita dónde me acomodaba, también traía de casa una lata de picón para combatir el frío durante la proyección. Con los años, el calor de ese improvisado brasero se ha convertido en el paradigma de lo que el cine significaba para para mí", recuerda el director. Entre las películas que marcaron su niñez, el director siempre se ha referido cono 'Gloria Mairena', de Juanita Reina la que le dejó un recuerdo más imborrable.

A los ocho años emigra con sus padres a Extremadura donde su padre monta primero una gasolinera y después una bodega para elaborar su propio vino, a la vez que el pequeño Pedro es enviado interno a un colegio salesiano de Cáceres, una experiencia que plasmará muchos años después en 'La mala educación'. "Para mí, Cáceres en los 60 era como París en los 70", recordaría después Almodóvar. Es en Cáceres donde Almodóvar comienza a ver cine con asiduidad: comedias americanas, grandes melodramas y mucho cine español. A la vez, en el colegio es elegido para cantar en el coro, lo que le permite saltarse muchas clases y le ayuda de cara a las calificaciones finales.

Al acabar los estudios a los 17 años decide tomar en sus manos las riendas de su vida y en 1967 se instala en Madrid. Pedro descubre en aquel bullicioso Madrid un mundo nuevo con una juventud emergente y rebelde que lucha por ser dueña de su destino. Descubre en la plaza de Santa Ana unos puestos donde un grupo de hippies venden objetos artesanos de cuero y bisutería. Se deja crecer el pelo, se convierte en hippie y comienza a vender los objetos artesanos que fabrica. Hace breves escapadas a Ibiza, París y Londres e incluso logra trabajar de extra en alguna película y en programas de televisión de Valerio Lazarov. Su aspecto de hippie con el pelo largo le ayuda a ello. Es su primer contacto con el cine profesional. Es asiduo a las revistas del corazón y de 'El Caso', que combina con la lectura de las más rabiosas novedades de la narrativa de la época y con las fotonovelas más empalagosas.

Sus años en Telefónica

Pero las presiones familiares son fuertes para que haga unas oposiciones y en 1969 a prueba las de Telefónica, donde durante 10 años será auxiliar administrativo, eso sí, pidiendo numerosas excedencias para hacer lo que realmente le gusta y para quitarse de encima el servicio militar, que lo hace voluntario en el Ejército del Aire. Su entrada en Telefónica fue muy aparatosa. Pedro Almodóvar lo recuerda de esta manera: "Yo llevaba el pelo larguísimo y para las fotos y los exámenes me lo recogí con horquillas y lo escondí debajo de la camisa. Cuando me aprobaron y fui a presentarme, me desmelené, y al jefe de negociado le dio un ataque y dijo que no admitía a nadie así. Llegué al puesto de trabajo y me di cuenta de que ocurría algo raro porque no me adjudicaron ninguna mesa sino que me sentaron en una especie de sala de espera. Luego me enteré de que se habían reunido todos los jefes de negociado de la planta para decidir qué hacían conmigo, porque no me podían echar sin haberme dejado trabajar, y el jefe que me había correspondido se negaba a trabajar conmigo". Pedro Almodóvar se vengaría años después de aquello y es que en sus primeras películas siempre hay alguien que destroza un teléfono.

La fase hippie dura poco más de un año, y simultáneamente a su trabajo en Telefónica, se empieza a relacionar con grupos independientes de teatro. Será Félix Rotaeta quien le ponga en contacto con Los Goliardos, el grupo de teatro independiente puntero del momento. Trabaja con ellos en diferentes montajes, entre los cuales se encuentra una versión de 'Don Juan' que nunca se llegó a representar. También, antes de finalizar la década de los 70, monta diferentes happenings en varias galerías de arte junto a Ignacio Gómez de Liaño y Herminio Molero entre otros. A la vez escribe muchos relatos disparatados, absurdos y llenos de humor, que envía, sin mucho éxito, a todo tipo de concursos literarios.

Los años 70 suponen para Pedro Almodóvar la afirmación de lo que quiere hacer. Entra en contacto con la música pop de la época, con grupos como Kaka de Luxe y músicos como Olvido Gara o Carlos Berlanga, se lanza a cantar en algún happening y trabaja en el teatro en montajes de 'La casa de Bernarda Alba' -como actor se limitaba a asomarse por una ventana- y 'Las manos sucias'. Tiene un gran interés por hacer cine aunque en un principio no planea su futuro como realizador.

La escuela del Super 8

Un amigo que tiene una cámara de Super 8 se la presta y empieza a rodar: "Lo que sí tenía claro es que quería contar historias en imágenes. Cayó en mis manos una cámara de Super 8 y aquello eran imágenes. Daba igual que no hubiera sonido o que la narrativa fuera totalmente desquiciada, porque de alguna manera el Super 8 representaba el cine. Aquello era barato y tenía libertad para hacer lo que quisiera", recordaría el autor de 'Carne trémula'. El Super 8 da a Pedro Almodóvar tres cosas fundamentales a la hora de rodar: contar lo que quiere sin necesidad de pasar ningún guión por censura, producir de forma muy barata y un aprendizaje que será constante y progresivo en cada nueva película. Con estas experiencias se plantea entrar en la Escuela de Cine, pero está cerrada y decide aprender por sí mismo. De aquellas películas en Super 8 Pedro Almodóvar destacaría 'Dos putas o historia de amor que termina en boda' (1974), 'La caída de Sodoma' (1974), 'Homenaje' (1975), 'El sueño o la estrella' (1975), 'Sexo va, sexo viene' (1977), 'Complementos' (1977), una serie de imágenes a base de tráilers de películas imaginarias, spots o noticiarios, para ser proyectados como complemento a las sesiones de sus películas, entre ellos 'Blancor', tráiler de '¿Quién teme a Virginia Wolf?', 'Sea caritativo' o 'Las tres ventajas de Ponte'. En 1978 se atreve a hacer un largometraje en Super 8, 'Folle, folle, fólleme Tim', entre cuyos actores está Pep Munné. Estas películas son sonorizabas por el propio Almodóvar en directo cuando se proyectaban, a base de improvisar comentarios y efectos. Al no existir ningún canal para exhibir trabajos en este formato, estas proyecciones se limitan a ser efectuadas en su casa, en casas de amigos, en bares especiales o en el Instituto de Teatro de Barcelona dentro de la II Semana Nacional del Film Super 8 entre el 2 y el 7 de noviembre de 1976.

No es la única actividad de Pedro Almodóvar en estos últimos años 70: comienza a publicar artículos en las revistas 'Star', 'El Víbora', para la que hace una fotonovela porno, o, pocos años después, 'Las memorias de Patti Diphusa' en 'La Luna'.

Y en 1978 salta al cine profesional con un cortometraje en 16 milímetros, 'Salomé', que protagoniza él mismo junto a Isabel Mestres y Fernando Hilbeck, que se rueda en el pueblo madrileño de Patones. En 1977 había publicado una fotonovela llamada 'Erecciones generales' que sería el germen de su primer largo profesional, 'Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón'. La película se rueda intermitentemente entre 1979 y 1980 con Félix Rotaeta y Carmen Maura, con los que había trabajado en el teatro, en el reparto. Pedro Almodóvar sigue trabajando en Telefónica por las mañanas por lo que el rodaje se tiene que efectuar en fines de semana y vacaciones. Acabada, el 10 de septiembre de 1980 se presenta en la sección Nuevos Realizadores del Festival de San Sebastián con un clamoroso éxito. La película la consagra como director y el filme se convierte durante años en un clásico de las sesiones golfas en proyecciones de medianoche. Pero eso es ya otra historia.

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