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Un fotograma de 'Criando ratas'.
Vuelve el cine quinqui

Vuelve el cine quinqui

'Criando ratas', una película hecha a las bravas, sin presupuesto ni ayudas, se ha acercado ya al millón de visitas online en apenas unas semanas

Borja Crespo

Jueves, 2 de febrero 2017, 18:14

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Tuvieron su momento estelar desde lo marginal, figurando en nuestra historia del cine como reflejo de una época. Hablamos del cine quinqui, así bautizado por la naturaleza de sus protagonistas, delincuentes sumidos en una espiral de drogas, sexo y violencia. Directores como Eloy de la Iglesia o José Antonio de la Loma se adentraron en un submundo atractivo a su manera y estrenaron en la cartelera oficial películas contirón, ahora de culto, como 'Perros callejeros' o 'El pico', donde actores del método intercambiaban diálogos con gente de la calle. Algunos se metían heroína en vivo y en directo. Se reflejaban algunos hechos criminales sin hacer juicios de valor. Chocaba el realismo de algunas escalofriantes secuencias de costumbrismo al límite. Retazos del lado salvaje que han multiplicado su incorrección política con el paso del tiempo. Hasta Carlos Saura tocó el género con 'Deprisa, deprisa'. Una avalancha de títulos se rodaron a finales de los años 70 y principios de los 80, aprovechando el filón en plena transición. El Torete y El Vaquilla se hicieron famosos con sus fechorías en pantalla grande. Hasta el CCCB, el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona, dedicó una exposición al tema, comisariada por Amanda Cuesta y Mery Cuesta: 'Quinquis de los 80. Cine, prensa y calle'. La interesante muestra itinerante reflejaba la retroalimentación de la delincuencia juvenil con la prensa sensacionalista de aquel periodo, que creaba antihéroes y los elevaba para después reírse de ellos y dejarlos caer. La popularidad es lo que tiene.

Las transformaciones urbanísticas, sociales, políticas y económicas que agitaron el país también tenían su hueco en la exposición del CCCB. La fascinación por el estereotipo del quinqui, por su estética cañí, sigue viva hoy en día, y la prueba es uno de los últimos fenómenos de YouTube en nuestras fronteras, 'Criando ratas', una película hecha a las bravas, sin presupuesto ni ayudas, que se ha acercado al millón de visitas online en apenas unas semanas. Se habla del cine neoquinqui, del regreso de una tendencia que siempre ha estado ahí, porque, en el fondo, nuestra sociedad no ha cambiado tanto. Las barriadas siguen acogiendo a supervivientes que afrontan el día a día como pueden, cayendo sin remedio en el pozo de las adicciones, jugándose el pellejo por un rato de vicio o un trozo de pan que llevarse a la boca. El realizador alicantino Carlos Salado ha decidido bucear en la realidad social de un entorno que conoce de primera mano para ofrecer al espectador algunos pasajes que logran poner los pelos de punta. Los personajes principales son reales. Porciones de sus vidas cotidianas han sido recogidos por la cámara a lo largo de cinco años para brindar una mirada crítica. Un lustro de trabajo desinteresado por parte de un equipo que se ha metido en harina. Puro cine de guerrilla.

'Criando ratas' es una historia coral interpretada por un centenar de vecinos de barrios deprimidos de Alicante como Colonia Requena, Mil Viviendas o Virgen del Remedio. Ramón Guerrero lleva la voz cantante en el inusual reparto. Una de las razones por las cuales el proyecto ha tardado cinco años en ver la luz fueron las constantes detenciones y visitas a la cárcel de este actor accidental que aprovechaba los permisos penitenciarios para trabajarse el personaje junto el director. Con el carisma que le ha dado la calle interpreta a El Cristo, rey del trapicheo, un delincuente de poca monta que coquetea más de la cuenta con el narcotráfico y la lía parda al acumular deuda tras deuda. Nada puede acabar bien en un escenario así. El filme pergeñado por Salado es un documento social de interés evidente. El guión se fue desarrollando sobre la marcha debido a los imponderables antepuestos y la falta de recursos. Nuevos individuos al filo del abismo se unían al casting en la periferia según avanzaba la filmación, creándose subtramas que dan presencia al rollo cani, el menudeo, los tironeros y la prostitución. Con la necesaria intención de invitar al público a la reflexión sobre espinosas problemáticas, la propuesta ha optado por la distribución gratuita en la red tras exhibirse en centros penitenciarios, universidades y aulas de cultura.

Con 'Criando ratas', Salado, licenciado en comunicación audiovisual por Ciudad de la Luz, bregado en el ámbito de la publicidad, propone un paseo por el infierno para remover conciencias, remitiendo a una corriente del cine español que vivió su apogeo entre 1978 y 1985, con títulos indispensables como 'Perros callejeros' (1977)', 'Los últimos golpes de El Torete' (1980), 'Chocolate' (1980), 'Navajeros' (1980) 'Colegas' (1982), 'El pico' (1983) o 'Yo, El vaquilla' (1985). Con un tono muy cercano al documental, hasta el punto de que el estilo visual puede recordar demasiado al programa de televisión 'Callejeros', la ópera prima del cineasta alicantino funciona mejor cuando no se nota el guión, cuando apuesta por escenas arrebatadas de la realidad que ponen la carne de gallina. Encuentra su punto y atmósfera cuando se deja llevar, con la rumba como banda sonora, entroncando con el celuloide quinqui, inevitable referencia. El filme pincha cuando se toma en serio a sí mismo, le da por dramatizar y se pone poético en su forma, con un montaje demasiado marcado, con fundidos forzados y cámara lenta en exceso, maniobras que nos recuerdan innecesariamente que estamos ante ¿una ficción? Ochenta minutos tan irregulares como necesarios al servicio del espectador multipantalla que sale de su burbuja burguesa para toparse con la crudeza de la pobreza del extrarradio. Que YouTube sea su agente de distribución puede sonar paradójico.

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