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La cantante Sílvia Pérez Cruz debuta como actriz con esta cinta.
Vidas hipotecadas

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Eduard Cortés pone música y canciones a los desahucios en 'Cerca de tu casa', el debut como actriz de la cantante Sílvia Pérez Cruz

Oskar Belategui

Jueves, 1 de septiembre 2016, 18:46

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'West Side Story' demostró en 1961 que los musicales podían tener algo así como conciencia social. Que eran capaces de descender del cielo del glamour de Fred Astaire y Ginger Rogers a la calle habitada por personas de carne y hueso. Aquel clásico de Robert Wise y Jerome Robbins trasladaba la eterna historia de Romeo y Julieta a las luchas entre bandas de Nueva York en los años 50. El género se renovaba siendo fiel a sus constantes: en los buenos musicales, la acción no se empantana cuando los protagonistas se lanzan a bailar y cantar. Las coreografías y los bailes hacen avanzar la trama y describen el estado de ánimo de los personajes. No están ahí como interludios solo para hacer bonito.

Eduard Cortés, que debutó con la brillante 'La vida de nadie' y desde entonces ha ido cuesta abajo, aprendió del Lars Von Trier de 'Bailar en la oscuridad' que de las desgracias extremas puede salir un musical original. 'Cerca de tu casa' se presentó en el pasado Festival de Cine Español de Málaga como un musical sobre los desahucios, aunque en realidad cuenta la génesis de la PAH, la Plataforma de Afectados por la Hipoteca. Si Von Trier recurrió a Björk, el director catalán ha dado a la cantante Sílvia Pérez Cruz su primera oportunidad como actriz. Suyas son también las once canciones que se escuchan a lo largo del metraje, compuestas ex profeso por la ganadora del Goya por el tema central de 'Blancanieves' de Pablo Berger.

Situada en 2007, cuando cinco millones de españoles estaban hipotecados, 'Cerca de tu casa' arranca con el alzamiento de la pareja protagonista (Ivan Massagué y Sílvia Pérez Cruz) y su niña, a los que no queda otra que irse a vivir con la madre de ella. Él está en paro y ella es víctima de malnacidos que ofrecen falsas promesas de trabajo a cambio de dinero. La convivencia en casa de los suegros no es fácil y la confianza del matrimonio se resquebraja. Sutil como un bocadillo de chopped, Cortés añade a la galería de personajes a un banquero con corazoncito enamorado desde siempre de la bella protagonista (fueron vecinos en el barrio) y a un policía torturado por tener que echar a la gente de sus casas.

"Me daba miedo frivolizar, por eso he tratado de encontrar una manera orgánica de que entraran las canciones, quería perseguir la verdad", contó el director en Málaga. Cortés habló con colectivos como la PAH para tratar de entender la psicología de aquellos primeros desahuciados, que se sentían parias desprotegidos. "Ellos me dijeron que al principio conseguían poca cosa, pero que cuando la gente iba por primera vez a las asambleas se daban cuenta de que lo suyo no era un fracaso personal, sino del sistema. Sufrieron más porque se autoinculpaban y estaban en absoluta soledad".

Con estos mimbres, resulta -a priori- inevitable sentir simpatía por una cinta cuyo análisis crítico, por desgracia, tendrá más que ver con su discurso reivindicativo que con sus valores cinematográficos. Eduard Cortés ha asumido riesgos en películas como la estimable 'Otros días vendrán', aunque en otras ocasiones la ambición le ha jugado una mala pasada, como en ese intento de hacer un 'Ocean's Eleven' a la española que fue 'The Pelayos'. El director maneja en 'Cerca de tu casa' dos registros que nunca terminan de fusionarse: un costumbrismo de barra de bar (ese que nutre las series) y la fantasía de las canciones y los bailes.

Mientras Sílvia Pérez Cruz canta como los ángeles -como actriz ya es otra cosa-, el resto del reparto hace lo que puede. Pero eso no es un defecto, ya que en otros musicales -'El otro lado de la cama', la reciente 'La La Land' que ha inaugurado la Mostra de Venecia- la falta de aptitudes de los protagonistas para cantar y bailar otorga encanto y verdad al relato. En 'Cerca de tu casa', las canciones, como en los malos musicales, solo interrumpen la acción. Digamos que no es un musical, sino una película con canciones. Y lejos de provocar ensoñación y fascinación, secuencias como la coreografía en los andenes del metro provocan sonrojo.

Todo es demasiado literal y pueril en un filme que no consigue otorgar alma a ninguno de sus personajes. Hasta la habitualmente estupenda Adriana Ozores está sobreactuada en una cinta que chirría a cada momento por culpa de un guion demasiado pedestre. Clichés, militancia y buenismo en una fábula que no deja la menor sugerencia al espectador. En 1959, Azcona y Ferreri hablaron de algo parecido en 'El pisito', una obra maestra que supo ir más allá de buscar la lágrima y el puño en alto del espectador a toda costa.

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