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Una de las niñas que protagoniza 'El cebo'.
El cine policíaco de la posguerra

El cine policíaco de la posguerra

Influido por el cine negro norteamericano, el cine español inició en la década de los cincuenta una apertura hacia el género, con un importante foco de producción en Barcelona

Boquerini .

Jueves, 9 de junio 2016, 16:05

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Muy influido por el cine negro norteamericano, sobre todo de los años treinta, el cine español inició en la década de los cincuenta una apertura hacia el género policíaco, con un importante foco de producción en Barcelona. Es en esá epoca cuando surge una nueva generación de directores que se especializa en este tipo de filmes: Ignacio F. Iquino, Julio Salvador, Miguel Iglesias, José Antonio Nieves Conde, Francisco Rovira Beleta y Julio Coll son algunos de ellos. En un primer momento, sus películas fueron calificadas como de segunda e incluso de tercera categoría, lo que prácticamente les imposibilitaba acceder a cines de estreno.

Lo cierto es que eran cintas bastante propagandísticas, en las que se alababa la la labor de la Policía -'La policía española es una de las mejores del mundo', se llegaba a decir en el rótulo inicial en 'Brigada policial'-. Los cineastas, pues, evitaban hablar de la represión política y de la terrible brigada político social y también se pasaba de largo de las torturas. El mensaje que se enviaba era como el del famoso serial radiofónico de aquella época: 'El criminal nunca gana'.

El cine español afrontaba el género de forma distinta al americano. En España, no había personajes atormentados ni mujeres fatales ni amargura. El policíaco español de los 50 era arquetípico, sin matices, un cine de buenos y malos. Y, por supuesto, como en el resto de nuestro celuloide, la censura también hizo de las suyas, logrando en algún caso que, para que se pudiese hacer, se trasladase la acción a algún país extranjero, ya que aquí costaba reconocer la existencia de bandas criminales. Vistos desde la perspectiva actual, son títulos que supieron encontrar un camino propio sorteando a la censura y que hablaban mucho mejor de la realidad española de la época que las comedias o los dramones a los que el Régimen otorgaba la primera categoría y la protección oficial. Además, al estar gran parte de ellas rodadas en la calle, se pueden considerar como la auténtica entrada del neorrealismo en el cine español.

Dos títulos, producidos en Barcelona en el año 1950, se consideran los primeros de esta corriente. 'Apartado de correos 1001', de Julio Salvador, con un guion original de Julio Coll y Antonio Isasi, rodada casi íntegramente en las calles de Barcelona, y 'Brigada criminal', de Ignacio F. Iquino, con guion original del propio director junto a Juan Lladó y Manuel Bemgoa, rodado en su mayor parte en las calles de Madrid. Ambas se estrenaron en Barcelona con solo dos días de diferencia y en las dos se muestra la actuación policial en la persecución de delincuentes. 'Apartado de correos 1001' consagró a Conrado San Martín como ídolo nacional. Estaba acompañado de Elena Espejo y Tomás Blanco. La trama muestra la investigación de un crimen que destapa un caso de tráfico de drogas. 'Brigada criminal', por su parte, sigue a un inspector novato que logra introducirse entre los miembros de una banda que ha atracado un banco. Aquí el gran protagonista es José Suárez, que se especializaría en el género, acompañado de Alfonso Estela y Manuel Gas.

Dos años más tarde se estrenaban 'Los ojos dejan huella', de José Luis Sáenz de Heredia, más orientada hacia la intriga psicológica, y 'Mercado prohibido', de Javier Setó, una historia de contrabandistas de medicamentos que contó con producción de Iquino y guion de Julio Coll y José Germán de Huici. En el reparto nos volvemos a encontrar con Conrado San Martín, Elena Espejo y Tomás Blanco. En 1954, 'El fugitivo de Amberes', de Miguel Iglesias, '¿Crimen imposible?', de César Fernández Ardavín y 'Relato policíaco', de Antonio Isasi Ismendi llegan a la cartelera. 'El fugitivo de Amberes', aunque se inicia en París y Amberes, pronto traslada la acción a Barcelona. Cuenta en su reparto con Howard Vernon, Anouk Ferjac, José Marco, y Alfonso Estela. Es la historia de un ladrón de diamantes que llega a Barcelona. Entre las curiosidades que rodean al filme está la inolvidable escena en la torre del teleférico del puerto, inolvidable porque éste aun no funcionaba ya que aún tardarían nueve años más en conseguir cable y cabinas. José Suárez era el protagonista de '¿Crimen imposible?' e investigaba la muerte por un disparo de un famoso novelista y trata de responder a la pregunta de si ha sido un suicidio o un asesinato. 'Relato policíaco' es una sucesión de escenas sobre los casos que un inspector de Policía (Conrado San Martín) relata a sus alumnos de la Academia de Policía de Madrid.

Tres piezas fundamentales del género

En 1955 surgen tres títulos fundamentales del género: 'El cerco', 'El ojo de cristal' y 'Los peces rojos'. La primera, dirigida por Miguel Iglesias y protagonizada por José Guardiola e Isabel de Castro, muestra la persecución y cerco de una banda de atracadores por parte de las fuerzas del orden; 'El ojo de cristal', de Antonio Santillán y de nuevo con Ignacio F. Iquino en la producción, es una adaptación de un relato de Cornell Wooleich adaptado a la Barcelona de los años 50, en donde un niño, hijo de un inspector de Policía degradado porque no ha resuelto ninguno de los casos que se le exigen, decide ayudar a su padre a resolver un complicado crimen. Por su parte, 'Los peces rojos', a la que el tiempo ha convertido en un filme de culto, está dirigida por Nieves Conde a partir de un guión de Carlos Blanco, que fue llevado de nuevo al cine en 2003 con el título de 'Hotel Danubio', une intriga criminal y melodrama. Se trata de una reflexión sobre las fronteras de la fantasía y de la realidad, de la ficción y de la locura, con imágenes de inquietantes connotaciones de naturaleza surreal. También de este año es 'Camino cortado', de Iquino, coproducción hispano alemana con guión de José Luis Dibildos, Alfonso Paso y del propio director, y 'El expreso de Andalucía', de Rovira Beleta sobre un robo de joyas en el tren que da título al filme.

'Distrito Quinto' es el título fundamental de 1957 y un imprescindible del policíaco español de posguerra. Dirige Julio Coll y protagonizan Alberto Closas y Arturo Fernández. Tras efectuar un atraco, los integrantes de una banda criminal aguardan la llegada del jefe mientras intercambian opiniones y recuerdan a base de flashbacks cómo le conocieron. Del mismo año es 'Manos sucias', coproducción hispano italiana de José Antonio de la Loma, con Amadeo Nazzari y Katia Loritz. Ambientada en los Monegros, un hombre despeña su camión para cobrar el seguro, matando a su acompañante. La empleada de una gasolinera es un posible testigo del crimen por lo que el hombre decide casarse con ella.

1958 es sobre todo el año de 'El cebo', obra maestra del género, coproducción hispano suiza (ambientada en este país), dirigida por Ladislao Vajda, sobre un asesino de niñas y el inspector que le pone un cebo para atraparle con una de ellas. Una brillante intriga a partir de un argumento del escritor de serie negra Friedrick Dürrenmatt, que también participa como coguionista y que posteriormente escribió una novela a partir de su guión. En 2001, Sean Penn volvió a adaptar a Dürrenmatt en 'El juramento'. Cuando a Penn la prensa española le preguntó por 'El cebo', tras presentar 'El juramento' en Cannes, despreció 'El cebo' -"muy mala", llegó a decir- asegurando que el suyo era la verdadera adaptación de Dürrenmatt. Afortunadamente el tiempo ha colocado las cosas en su sitio.

Aún vendrían después otros títulos fundamentales del policiaco español de posguerra: 'Un vaso de whisky' (1958), de Julio Coll, 'A sangre fría' (1959), de Juan Bosch, 'De espaldas a la puerta', de José María Forqué (1959), 'Muerte al amanecer', de Josep María Forn (1960), '091, policía al habla' de José Mª Forque (1960), más cerca de la crónica costumbrista que del policiaco, 'Regresa un desconocido', de Juan Bosch (1961), 'Los atracadores', de Rovira Beleta (1961), 'Los cuervos', de Julio Coll (1961), 'Armas contra la ley', de Ricardo Blasco (1961), 'No dispares contra mí', de José Maria Nunes (1961),'¿Pena de muerte?', de Josep Mª Forn (1962), 'A hierro muere', de Manuel Mur Oti (1962) y 'A tiro limpio', de Francisco Pérez Dolz (1963), El género proseguiría con nuevas propuestas (no muy tarde José Luis Borau se incorporaría a él con 'Crimen de doble filo') pero, entrados ya en los sesenta, la posguerra quedaba lejos y pronto detectives y agentes secretos pasarían a ser los protagonistas.

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