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Imanol Arias es 'Anacleto: Agente secreto'.
Los tebeos salvan al cine español

Los tebeos salvan al cine español

'Anacleto' se suma a la ola de rentables adaptaciones de cómics que forman parte de nuestra memoria sentimental

Oskar Belategui

Jueves, 3 de septiembre 2015, 11:01

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Manuel Vázquez (Madrid, 1930; Barcelona, 1995) huyó toda su vida de los acreedores, tuvo once hijos de siete mujeres distintas y estuvo en la cárcel por deudor y bígamo. También fue el genial creador de 'Anacleto, agente secreto', 'Las hermanas Gilda' y 'La familia Cebolleta', cuyas viñetas siempre entregó a la editorial Bruguera fuera de plazo. Ibáñez le hizo el mejor homenaje posible al convertirle en el moroso del ático en '13 Rúe del Percebe'.

By Vázquez, como firmaba sus obras, hubiera agradecido los derechos de autor por la adaptación al cine de 'Anacleto', que llega a los cines este fin de semana. Claro que a lo mejor no hubiera visto un duro debido a las esclavistas condiciones laborales de Bruguera, que en los años 60 lanzaba siete publicaciones con un millón de ejemplares. Una oficina siniestra con dibujantes encadenados a su mesa, desposeídos de los derechos de sus criaturas, en la que de vez en cuando se dejaba caer Vázquez. "Un rayo de luz al abrirse la puerta, la rebeldía personificada", recuerda Oscar Aibar, que retrató con cariño y conocimiento de causa al dibujante en la estupenda 'El gran Vázquez'.

Qué bonita paradoja. El tebeo, un género denostado históricamente por la alta cultura, sustenta ahora algunas de las películas más taquilleras del último cine español. Los productores se han dado cuenta de su ventaja: no es necesario presentar a los personajes porque forman parte de la memoria sentimental de varias generaciones. A Mortadelo y Filemón los conocen los padres cuarentones, que introdujeron a sus hijos en los cómics que todavía conservan. Si Zipi y Zape alegraron nuestra tardes en la era de un único canal de televisión, ¿por qué no va a hacer lo mismo en el cine con críos que ya no saben lo que es un tebeo de papel?

Puesta al día marcada por el respeto

"'Anacleto' dejó de publicarse hace treinta años. Nosotros teníamos la posibilidad de actualizarlo, de imaginar qué le podría haber pasado desde entonces", explica Javier Ruiz Caldera, que ya demostró ser un cinéfilo en posesión de los mecanismos de la comedia en 'Spanish Movie', 'Promoción fantasma' y 'Tres bodas de mas'. El guionista del filme, Fernando Navarro, resume a la perfección la mezcla de respeto y puesta al día con la que el cine español adapta al tebeo: "Mi generación, los nacidos en los 80, leíamos por igual los tebeos de Bruguera y los cómics de Marvel, que empezaban a llenar los kioscos con colecciones y colecciones y líneas temporales alternativas. Éramos lo suficientemente niños como para no distinguir entre Anacleto y Spiderman. Nos gustaban los dos y los devorábamos con la misma naturalidad".

Los tebeos Bruguera eran transgresores para la época: mostraban la chapuza como deporte nacional, la familia como nido de conflictos, la burla a la autoridad... Tan transgresores como podía serlo 'El pisito' en el cine, en un tardofranquismo donde se decían muchas cosas sin decir. Santiago Segura, que bordó al protagonista de 'El gran Vázquez', recuerda que había "dibujantes blanditos, como Peñarroya o Escobar, que se adocenó; Zipi y Zape nunca me molaron, aunque Carpanta es la España de los 50". "Y después estaba Vázquez, con tiras tan bestias como 'La familia Churumbel'".

El padre de Torrente reconoce que su taquillero personaje no existiría sin los tebeos Bruguera. "Las historias de Mortadelo eran gags hilvanados con una trama endeble, como mis películas de Torrente. Sería ruin negarlo". Lamenta que no se reivindique y cuide una cultura popular que nos ha marcado más que los libros de texto: "Vas a Francia o a Bélgica y hay museos del cómic. España es un país que tiende al olvido".

La adaptaciones de tebeos al cine no cesarán mientras sigan demostrando su efectividad en taquilla. Javier Ruiz Caldera prepara 'Superlópez', con un guion en el que Borja Cobeaga y Diego San José llevan trabajando desde hace más de un año. Aún está por decidir qué actor encarnará al superhéroe cañí del dibujante Jan. "El personaje tiene dos identidades y es cutrón en las dos", adelanta San José. El santurtziarra Oskar Santos volverá a adaptar a Escobar en 'Zipi y Zape y la Isla del Capitán' después de amasar más de 5 millones de euros con la primera parte.

Zeta Cinema tiene en agenda una nueva entrega digital de 'Mortadelo y Filemón', un 'Rompetechos' también animado y una serie de televisión de 'Las hermanas Gilda', con actores de carne y hueso. "En otros países llevar el cómic al cine está funcionando muy bien, y aquí hay un filón de historias con un referente popular. Vamos a hacer películas que el público quiera ver. Somos una generación que amamos los cómics y queremos verlos en pantalla grande", afirma rotundo Javier Ruiz Caldera.

Repasemos el caso de 'Zipi y Zape', que había conocido en los 80 una triste traslación a la gran pantalla dirigida por Enrique Guevara. Aquellos dibujos animados de baratillo dieron paso treinta años después a un largometraje de más de 6 millones de euros de presupuesto, que Disney estrenó con 300 copias. El universo del tebeo será de andar por casa, pero su equivalente fílmico derrocha tecnología y buen hacer. "Aquí no salen las patillas de don Pantuflo, eso no me interesa", explica Oskar Santos. "'Zipi y Zape' es un tebeo muy infantil, muy sencillo, que le funcionó maravillosamente a Escobar, pero que no evolucionó como 'Mortadelo y Filemón'. Solo sabes que son dos mellizos gamberros, no hay mucho más. En una película, obviamente, había que cambiar cosas".

La clave del éxito

Esa quizá sea la clave de los modernos tebeos cinematográficos: conservar la condición de "iconos de la infancia con vigencia universal" -en palabras de Santos-, pero superar el costumbrismo y descontextualizar la acción tanto geográfica como temporalmente. En 'Zipi y Zape' no aparecían móviles ni ordenadores, ni tampoco la España original de los años 50 que dibujó Escobar. Más bien era una película de aventuras para toda la familia, de la misma manera que 'Anacleto' no esconde su condición de sofisticada comedia de acción.

Ruiz Caldera imagina 30 años después al detective con el que Vázquez parodiaba al televisivo Maxwell Smart -y no a 007 como podría creerse-. Otorga el papel protagonista a un actor carismático, Imanol Arias, deseoso de matar al televisivo Antonio Alcántara de 'Cuéntame' y confía en la probada vis cómica de actores como Berto Romero, Carlos Areces y Rossy de Palma. No rehúye un escenario costumbrista, la vida de barrio, pero pronto introduce lo extraordinario. Hay sensibilidad pop, gags visuales y una violencia brutal -de cómic, claro está-, casi tan salvaje como la que Javier Fesser perfeccionaba en su último 'Mortadelo y Filemón', donde a los personajes se los castigaba con golpes y trompazos a cada segundo.

"Es una violencia inocua, inofensiva, sin sangre ni nada desagradable", justifica Fesser. "Sacas los chichones de quien sufre una y otra vez, el martillazo en el colodrillo, pero todo vuelve a su lugar en el siguiente plano. Recuerda al Coyote y el Correcaminos, que siempre se recomponen. Porque cuanto más alto sea el precipicio, más gracioso", argumenta el director de 'La gran aventura de Mortadelo y Filemón', que en 2003 inauguró la ola de adaptaciones con una cinta en imagen real que, sin embargo, capturaba la fisicidad imposible de las viñetas de Ibáñez.

Borrón

El único borrón en la breve historia de los tebeos llevados al cine lleva la firma del director Antonio Hernández, que en 2011 se atrevió con un clásico de los niños del franquismo, 'El Capitán Trueno'. Era un proyecto que durante años llevó el nombre de Juanma Bajo Ulloa, quien acabó abandonando por discrepancias con los productores. Costó 10 millones de euros y recaudó poco más de 700.000.

Su protagonista, Sergio Peris Mencheta, denunció la inexistente promoción y hasta el entonces presidente de la Academia, Enrique González Macho, reconoció que la gente no iba a verla "porque se olía que era un pestino". Hernández demostró que carecía del sentido del ritmo y de la acción afines al tebeo y logró un involuntario ejercicio de comedia cuando los personajes gritaban "¡Cáspita!". No supo poner al día un tebeo mítico que necesitaba más humor y desmitificación.

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