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Karl Lagerfeld odia a «la gente desagradable y fea». Es decir, Karl Lagerfeld se odia a sí mismo. A partir de ahí, es normal que sienta un desprecio profundo por todos los que le rodean. Cualquier manual de psicología moderna te dirá que sin autoestima es imposible amar al prójimo, o incluso que te caiga bien alguien. Tal vez sea la falta de testosterona típica de la andropausia o el hambre que pasa desde que se inventó 'La dieta 3D' (o una combinación de ambas), pero el hecho es que el actual diseñador creativo de Chanel y Fendi 'ofendi' sin parar y vive en una irritabilidad perpetua. Ahora lo que le desquicia es que, siguiendo la estela de ciertas actrices de Hollywood, algunas modelos estén aireando casos de abusos ocurridos en el lado oscuro de la pasarela... «¡Si no quieres que te bajen los pantalones -ha declarado- no seas modelo! Únete a un convento de monjas».

Hombre, es evidente que entre meterte monja y aceptar resignada que un jefe te baje los pantalones sin tu permiso hay muchas otras opciones. La más juiciosa, pararle los pies al individuo en cuestión y, si es necesario, denunciarle en el acto. A Lagerfeld le sorprende que las denuncias lleguen 20 años después. A mí también, francamente. Como me sorprende que algunas actrices o modelos del 'Me too' en la época en que ocurrieron esos supuestos abusos posaran encantadas y brindando con champán con su presunto acosador... Pero, en fin, nadie puede llamarlas mentirosas (como hace Lagerfeld) hasta que un tribunal se pronuncie.

Para mí, el mundo de la pasarela internacional (o una gran parte de él) hace tiempo que perdió el norte. Si algún día buscó la belleza y la armonía es evidente que hoy se mueve en el terreno contrario. Un mundo al revés donde domina la desproporción, el feísmo, la repetición y el plagio, amparados por una inflada ceremonia del paripé en la que todo el mundo actúa como si allí estuviera ocurriendo algo trascendental para la humanidad... Basta ver ciertos diseños imposibles y el esquelético físico de muchas maniquíes para concluir que algunos diseñadores pertenecen al grupo de 'los hombres que no amaban a las mujeres'. Ni seguramente a nadie. En ese contexto, no es de extrañar que triunfe «gente desagradable y fea»... Como Karl Lagerfeld.

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