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Dumoulin celebra el triunfo. AFP
La primera crisis de Yates emociona el Giro

La primera crisis de Yates emociona el Giro

Dumoulin se acerca a 28 segundos en Prato Nevoso y cuestiona el liderato del británico con dos etapas alpinas por delante

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Jueves, 24 de mayo 2018, 18:54

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A cinco kilómetros de distancia de la victoria del joven alemán Max Schachmann sobre el viejo Rubén Plaza en la cresta de Prato Nevoso, el Giro estaba a punto de cambiar su historia.

La emoción de la 'corsa rosa' aguardaba una señal así. Simon Yates, el líder, parecía indestructible. Su dominio había casi obligado a los rivales a deponer las armas. La etapa, la primera del tríptico en los Alpes, no atemorizaba: era llana con un puerto al final, Prato Nevoso, sin rampas de vértigo. Todo era calma. El guion previsto. Hasta el sol favorecía la siesta cuando, de pronto, a dos kilómetros de la meta, Dumoulin se fio de su instinto. Algo había olfateado. Batir a Yates no era un espejismo. El holandés activó el turbo. Yates, obligado a defender los 56 segundos que le sacaba en la general, se colocó a su rueda. Como Pozzovivo. Los tres del podio. Enseguida llegó Froome, que sobrepujó en el esfuerzo y aceleró aún más. Ese segundo reto desnudó a Yates. De repente, cuando menos se esperaba, entró en crisis. Dumoulin se tiró a degüello con la ayuda de Pozzovivo y Froome. En poco más de un kilómetro, el Giro se tambaleaba. Se emocionaba. Dumoulin le recortó 28 segundos. A Yates le mantienen como líder otros 28 segundos. Y quedan las dos etapas más exigente de un Giro que ya no parece tan suyo.

A las grandes carreras les gusta reservarse un cartucho. Aunque no era Prato Nevoso un lugar hecho para las sorpresas. Por una vez, el pelotón dejó que a la fuga inicial se la llevara la corriente. Les concedió a los escapados el triunfo del día. Por él iba a pelear, entre otros, Ballerini, Van Endem, Kuznetsov, Morkov, Cattaneo, Pfingsten, Schachmann y Rubén Plaza, que ya tiene 38 años, pero que como cumple años cada 29 de febrero, esto es, cada cuatro años, se siente aún joven. El alicantino, que creció como el gran rival de Valverde, quería una victoria más. Plaza es de los que saben elegir la escapada buena. Y atinó. Con un cuarto de hora de ventaja, la etapa estaba en ese vagón delantero.

Pero nadie tenía tanta cuerda en las piernas como Schachmann, de 24 años. Tremendo motor. Cattaneo, antiguo ganador del Giro amateur, contaba con su fama de buen escalador. La candidatura de Rubén Plaza la sostenía su coraje. A esas ganas se agarró para llegar con los dos más fuertes al sprint en cuesta de Prato Nevoso. Pudo con Cattaneo, pero no con la embestida de Schachmann, otro dorsal victorioso del equipo con más puntería, el Quick Step. Once minutos más abajo de la resolución de la etapa, el Giro se entretenía con la pugna entre Carapaz y Miguel Ángel López por la maglia de mejor joven. Y con la lucha entre el brillante Pello Bilbao, Konrad, Formolo y Bennett por atar su plaza entre los diez mejores de la clasificación. Parecía que la carrera ya estaba para guerras menores, vista la superioridad de Yates en todas la montañas pisadas hasta entonces. Y no.

Cuando menos se preveía, Prato Nevoso puso al líder al borde de sus fuerzas. Un día antes, Dumoulin hablaba como un derrotado: «Yates está muy fuerte...». Aunque terminó esa frase con una leve esperanza: «..., pero en el Giro suelen pasar cosas extrañas». El inesperado vacío de Yates a dos kilómetros de la meta en Prato Nevoso. Eso pasó. Cuando Dumoulin desplegó su primera ataque, en el engranaje del líder sonó un chirrido. Pero resistió. El segundo latigazo lo dio Froome, que venía remontando. Ahí, Dumoulin se giró y vio, por primera vez en este Giro, resquebrajarse a Yates. Ya no se volvió más. A tope hasta la meta. En poco más de un kilómetro le restó 28 segundos, la mitad de la ventaja que le llevaba el británico. «Ha sido un mal día, pero sigo de líder», se consolaba Yates. Dumoulin se entretenía mientras tanto con la etapa que viene, la del final en Bardonecchia, escenario de un viejo duelo entre Merckx y Fuente. Antes de esa cima, hay que subir la carretera de tierra de La Finestre. Dumoulin, Pozzovivo y Froome se frotaban las manos: tierra para echar sobre Yates. Tierra para emocionar este Giro abierto cuando tan cerrado parecía.

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