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El galimatías reivindicativo de la OSE no es tal, sino más bien una jerigonza de quita y pon que aprovecha en este mundo de impactos visuales y mediáticos lo más fácil con el menor riesgo. A saber, puestos a ejercer el derecho de huelga y el protagonismo de la jerarquía sindical, ELA prefiere de momento la presa fácil de la ópera de ABAO y Bilbao que un largo conflicto que afecte a lo más próximo, a lo más estable y a lo más costoso. Porque si de un lado tiene mucha más visibilidad e impacto en los medios por su rareza una huelga de músicos en la ópera, por otro es mejor que el desgaste de la reivindicación sea menor en la sede, en la programación propia y, por supuesto, en una caja de resistencia que sufre bastante menos si el incumplimiento contractual y laboral es esporádico y encima limitado a la presencia en la ópera producida por un tercero. Las cosas son así de momento, pero si la presión no es suficiente ya se encargarán los estrategas de planificar una expansión huelguística más amplia. Obviamente, los músicos y sus sindicatos ejercen en libertad un derecho para reivindicar lo que consideran legitimo. Correcto, sí, pero el respetable también tiene derecho a exigir que no se juegue ni con sus expectativas, ni mucho menos con el coste de sus abonos y entradas. En ese sentido, lo lógico es que los responsables de la OSE no solo rescindan los contratos de actuación del conjunto sinfónico sobre los que pesa el riesgo de un incumplimiento estratégico -como en la próxima ópera de ABAO , 'Manon', sino que además y según los casos se planteen su obligación de indemnizar.

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