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Sábado, 2 de septiembre 2017, 10:43
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Lucha por ser fiel a sí misma. En una eterna búsqueda que no le impide cambiar de especialidad y hasta de continente. Edurne Portela (Santurtzi, 1974) se licenció en Historia por la Universidad de Navarra pero, al final, se especializó en Literaturas Hispánicas en Estados Unidos. No le costó demasiado llegar a tener una plaza fija en la Universidad de Lehigh, en Pensilvania. Siempre ha tenido facilidad para manejar conceptos teóricos y destripar el contenido de los libros. ¿Qué motiva a los personajes? ¿Cuáles son sus debilidades? ¿Y fortalezas? Eso mismo también se preguntaba cuando empezó a profundizar en la violencia como fenómeno. Primero, centrándose en los estragos de la dictadura en Argentina y luego en la barbarie de ETA en el País Vasco.
El año pasado dejó su trabajo en Estados Unidos y publicó 'El eco de los disparos. Cultura y memoria de la violencia' (ed. Galaxia Gutenberg). Un ensayo que combina la reflexión sesuda con fogonazos de su experiencia personal. Hija de gallego y de vasca, se crió en la margen izquierda y tenía un tío cura orbitando en el mundo de ETA. «Necesitaba sacar cosas que llevaba dentro. Quería ser fiel conmigo misma, llevar una vida coherente con lo que yo quiero ser. Quieras que no, cumplir 40 años también influye. Por eso decidí regresar y volcarme en la escritura», explica Edurne Portela en conversación telefónica desde Madrid, donde ha echado raíces. El próximo miércoles, 6 de septiembre, sale al mercado su primera novela, 'Mejor la ausencia' (ed. Galaxia Gutenberg).
- ¿Por qué se pasa a la novela?
- Necesitaba ir más allá del ensayo o de la autobiografía. El plano de la imaginación me permitía profundizar hasta donde yo quería en la historia reciente de Euskadi.
- Y eso, ¿cómo se hace?
- Abriendo una ventanita a un mundo muy opaco, a mi entender, en el que vivimos en los 70, 80 y 90... No planteo tesis políticas, sino que me limito a abordar cuestiones íntimas, con el trasfondo del conflicto vasco, entre comillas, con ETA y el GAL. Pero hay mucho más, porque en la margen izquierda, donde yo crecí, había una realidad social muy dura, determinada por el paro, la heroína, una juventud desarraigada... Un mundo hostil -y a veces incomprensible- que sufre la protagonista.
- Una niña.
-Sí, una niña a la que seguimos en su desarrollo. Una niña que es testigo de muchos tipos de violencias.
- Usted emplea la expresión 'conflicto vasco'. ¿Lo hace a sabiendas?
- Lo empleo como sinónimo de problema. Y no, no comparto los postulados de la izquierda abertzale. En el País Vasco no hubo una guerra entre dos bandos iguales.
- ¿Nunca ha sido nacionalista?
- No. Tuve lecturas que lo evitaron. En mi adolescencia leí mucho a Bakunin, Proudhon y Federica Montseny... Me atraía su sentido de la libertad, la igualdad y el feminismo.
- En más de una ocasión se ha mostrado contraria a la retórica de vencedores y vencidos.
- Las víctimas, muchas víctimas, creen en ese discurso. Y yo no soy quién para ponerlo en cuestión. Pero en el plano político estoy convencida de que no sirve para nada. No hace más que despertar rencor.
-¿El rencor de los vencidos?
- Sí.
- ¿Hay que respetar los sentimientos de los asesinos?
- No voy por ahí.. No es eso, no es eso. La derrota de ETA es una realidad. La Policía, la Guardia Civil, los investigadores.., todos ellos han acabado con ella. Y eso debemos celebrarlo. Pero hay que dejarlo ahí.
- ¿Qué quiere decir?
- Lo que no me parece lógico es el discurso triunfalista cuando ya han pasado seis años... No ayuda a la convivencia. Hay que reparar los vínculos sociales y no asumir una posición de superioridad, como si los vencidos no tuvieran derecho a la argumentación. Hay asociaciones de víctimas que defienden esta postura. No hay que perpetuar el discurso de vencedores y vencidos porque no lleva a nada positivo.
- ¿Hay que pasar página?
- Nooo. Queda pendiente el duelo colectivo y hacer autocrítica. Hay que asumir los fallos, las complicidades, los silencios...
- ¿Qué le parece más importante? ¿El perdón o la condena?
- El perdón limpia la cara del que lo pide pero ayuda poco a la víctima. Tiene mucho de liturgia... Me parece más productivo el reconocimiento del daño producido, como hizo Julen Mendoza, el alcalde de Errenteria (EH Bildu). Y sí, de acuerdo, también pidió perdón por si no había apoyado lo suficiente a las víctimas. Pero fue algo espontáneo y sincero, no una escenificación.
- ¿Por qué no comparte el propósito de 'derrotar literariamente a ETA' que ha defendido Fernando Aramburu?
- Porque la literatura no está para eso, a mi modo de entender. Te puede acerca al dolor ajeno y te puede hacer más empático, pero su objetivo no es luchar contra una banda terrorista. Puede alimentar lo mejor de ti mismo, sí, pero no debería ser frentista.
- La literatura también puede alimentar el odio.
- ETA nunca ha tenido una gran novela que la defienda. No hay ninguna obra que la haya enaltecido y haya dejado huella en la mayoría de la población. En ese sentido siempre ha tenido la batalla perdida.
A la espera de la reacción ante su primera novela, ya le está dando vueltas a la segunda. Muy probablemente la ambiente en EE UU, no en vano allí pasó 18 años de su vida, entre 1997 y 2015. «Estoy ilusionada», avanza Edurne Portela, una autora muy pendiente de la actualidad.
- Daba la impresión de que podían llevar explosivos... Se les considera radicalmente 'otros' y se justifica su eliminación. Pesa, yo creo, la brutalidad de sus acciones. La gente cree que no se merecen nada.
- Es algo que invita a pensar... También el uso del verbo 'abatir' en el caso de los yihadistas, como si fueran piezas de caza. Se les deshumaniza totalmente, da igual que nos cuenten datos de su vida. Se les considera radicalmente 'otros'.
- Cada caso es distinto y estamos desbordados emocionalmente... Pero hay que reflexionar. Tenemos que preguntarnos hasta dónde queremos o podemos llegar. Y sobre todo qué tipo de sociedad queremos.
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