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óscar b. de otálora
Viernes, 23 de febrero 2018
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Goya es el protagonista de la exposición que hasta finales de mayo podrá verse en el Museo de Bellas Artes de Bilbao. La comisaría de la exposición y autoridad mundial en el pintor aragonés, Manuela Mena, ha escogido las imágenes que pueden ver en esta página para desvelar algunos de las secretos de la muestra. En la imagen superior, el retrato de Carlos III, del que destaca el perro de caza que aparece a sus pies. «Lo extraordinario de esta presentación», afirma Mena, «es que el perro, que acompaña a reyes y príncipes en los retratos de todos ellos está aquí dormido a los pies de su señor». «El perro, es en este caso un símbolo del pueblo, y duerme, lo que significa que no está tenso y preocupado, sino que el poder y el buen gobierno de su señor le dejan dormir tranquilo, sin preocupaciones, y representa la situación del reino en la época de Carlos III, el progreso en todos los frentes, incluido el económico, que había subido el nivel de vida de los españoles».
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'La gallina ciega', de Goya, es uno de los grandes clásicos del pintor. Es una de las figuras más bellas del cuadro, e incluso de otros cuadros de Goya. La experta destaca la mirada de la mujer que aparece en el círculo, «tal vez el más individual, casi como un retrato, en contraposición con el resto de las figuras que tienen rasgos genéricos de tipos humanos, pero no reales, sino de belleza idealizada». «Las figuras que miran al espectador, como en este caso, transmiten siempre la intención del artista. Da la mano a un joven del pueblo, mientras que ella es de una clase social alta y su mirada parece comunicar que está experimentando una sensación nueva y placentera».
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Manuela Mena considera que esta obra de Paret y Alcázar es «una de las obras más bellas del artista de la serie de puertos del norte de España, en este caso de la villa de Bermeo». «Los detalles de las barcas cargados de figuras de pescadores y pescadores, y de otros tipos de la población, más sofisticados, alcanza los ideales del siglo XVIII que buscan la unión de las clases sociales, como símbolo máximo de la nueva sociedad establecida con los reyes de la casa de Borbón». .
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El retrato de Micaela Fourdinier, la esposa del artista, es una de las obras en las que Paret y Alcázar que homenajea a su mujer. La mujer está vestida con la riqueza de una aristócrata, a la moda francesa del reinado de Luis XVI, y toda la composición «es especialmente exquisita y rica en detalles, pero tal vez destaca el clavel en una redoma de cristal a la izquierda de la dama. Está pintado con una precisión y naturalismo que revela los conocimientos del artista por la botánica, lo mismo que las rosas que la rodean, símbolo del amor». «Pero el clavel sobre su mesa de trabajo, junto a los libros que indican su cultura, es símbolo del amor y del matrimonio, que aparece ya en los retratos flamencos del siglo XV. La esposa podía llegar un clavel rosa el día de su boda».
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'El pelele' es uno de los cuadros clásicos de Goya. En opinión de la experta, «es bien sabido el tema del pelele, el muñeco de trapo, de género masculino, que se usaba en los carnavales como juego del domino de la mujer sobre el hombre. Goya ha tomado esa idea para una de las escenas de su última serie de tapices, para el despacho de Carlos IV en la zona palaciega del Escorial». «El interés reside en la capacidad de Goya para representar este objeto inanimado sin perder por ello la belleza de sus figuras y la perfección exquisita en el acabado del pelele. Resalta la máscara pintada exageradamente de su rostro. Es genial el sentido de movimiento que da al muñeco por los elementos que se agitan, tanto la cabeza doblada como la coleta levantada, o la casaca, que definen el ascenso del muñeco en el aire, como los brazos plegados sobre el cuerpo y las piernas abiertas que anticipan su golpe contra la manta. Convierte así al muñeco en un símbolo vivo del joven que ha caído en las redes femeninas».
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Este cuatro del catalán José Camarón Boronat «acierta a sugerir la sofisticada elegancia del siglo XVIII, tanto en los hombres como en las mujeres», explica Manuela Mena. , «Al mismo tiempo en los dos bailarines del popular bolero o fandango, uno de los bailes más sensuales de ese tiempo, el artista resalta el movimiento y el ímpetu del baile, representando al joven en el aire, después de uno de los saltos del baile».
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Esta obra del pintor de Módena Antonio Joli, paisajista de prestigio en el siglo XVIII que trabajó para los reyes de España, es un detalle la visita de la reina María Amalia de Sajonia, esposa del futuro Carlos III de Borbón a las ruinas romanas de Benevento, con el famoso arco de Trajano al fondo. «La comitiva que acompaña a la reina, y a la que explican las ruinas y la iconografía de los relieves, va acompañada de los guardias reales, con sus bellos cascos a la manera de pequeños mercurios. Magnífica así el papel de Carlos de Borbón y de su esposa en la recuperación de las ruinas y los monumentos antiguos, que queda aquí ejemplificado con el grupo a la derecha, un pintor y dos acompañantes erudito».
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El importante general don José de Urrutia, vecino de la localidad vizcaína de Zalla y uno de los militares claves en la historia de España del siglo XVII aparece en la exposición. «Luce sobre el pecho la Cruz de San Jorge, la máxima distinción del imperio Ruso que le concedió la emperatriz Catalina en 1789 por su participación en el sitio de Ochakiv en Ucrania», destaca Manuela Mena. «El artista tuvo delante indudablemente la cruz del general. De esmalte blanco, con la figura de San Jorge en el centro , que cuelga de una ancha cinta con bandas negras y naranjas».
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Goya realizó en 1810, durante el período de la invasión francesa y el gobierno de José Bonaparte, los retratos de sus consuegros, Don Miguel Martín de Goicoechea y Doña Juana Galarza. Al firmar la pintura de ella Goya solo escribe Goy. Para Manuela Mena, «es posible, teniendo en cuenta que Goya tenía orígenes vascos, y su consuegra era de origen navarro, de Bacáicoa, que hablasen de sus orígenes y de sus nombres, y que Goya utilizara la palabra vasca 'goi' , de la que procedía su apellido, y cuyo significado de 'más alto'. El término casa con el concepto de su arte que Goya tenía desde muy joven».
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Pantaleón Pérez de Nenin era el hijo menor de una importante familia de comerciantes y navieros de Bilbao. Sus padres financiaron el regimiento de húsares de la reina María Luisa, y con ello consiguieron que su hijo fuera admitido sin haber pasado por la academia militar cuando era aún un joven de diecisiete años. «Cumplió con sus obligaciones, aunque no se vio envuelto en ninguna acción militar, salvo en el paseo militar que fue la llamada 'Guerra de las Naranjas' o invasión de Portugal. Dejó el servicio militar en febrero de 1808, poco antes de la invasión napoleónica, y fue en ese mes cuando le retrató Goya», explica Mena. «En los motivos de su retirada figura que estaba afectado de 'un afecto hipocondriaco espasmódico', que podría significar, en la terminología de la época, una depresión. La mirada triste y ausente del joven parece indicar una realidad psicológica de una gran tristeza y abatimiento, captada por Goya con admirable maestría».
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