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Imagen del Samsung Note 7 el día de su presentación y tras incendiarse.
Note 7, el móvil que le explotó a Samsung en las manos

Note 7, el móvil que le explotó a Samsung en las manos

La multinacional coreana ha anunciado este martes que dejará de fabricar este modelo tras no poder superar los problemas en su batería que provocaba que quedaran reducidos a cenizas por combustión espontánea. Una decisión que lleva consigo pérdidas multimillonarias y su hundimiento bursátil

Iñaki Juez

Martes, 11 de octubre 2016, 17:30

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Era la crónica de una muerte anunciada. Finalmente, Samsung ha hecho lo que muchos analistas y más de una operadora le pedían a gritos: suspender la fabricación del Note 7. No solo explotaban por un problema en sus baterías las primeras remesas que se vendieron en las primeras semanas de agosto. También quedaban reducidos a cenizas los que la empresa coreana enviaba a los compradores para reemplazarlos. Fue la gota que colmó el vaso de la negligencia. Este martes la multinacional asiática, en un duro golpe de consecuencias aún impredecibles desde el punto de vista financiero, emitía un comunicado de lo más conciso: dejaba de manufacturar de forma permanente este terminal que pasará a la historia como el mayor fiasco de la reciente historia del sector de las telecomunicaciones. No hay precedentes de que un problema técnico acabe de un plumazo con un smartphone recién lanzado al mercado. Y todo ello justo cuando la multinacional de Seúl parecía lanzada en la carrera por convertirse en el fabricante de referencia de smartphones por delante de Apple gracias a sus vistosos y mediáticos Galaxy S con pantallas curvas en contraposición con el diseño ya anticuado de los terminales de la manzana mordida. Después de esto, la marca asiática está más que nunca en entredicho y es un misterio si logrará recuperar la confianza de los consumidores.

Y es que hay que tener en cuenta el Note 7 no era un móvil cualquiera, ya que se trataba de la última versión de un celular con el que la empresa coreana inauguraba, allá por 2011, una nueva categoría en el competitivo mercado de los smartphones. En un tiempo en el que Apple había instaurado en sus primeros iPhones las 3.5 pulgadas de pantalla como el tamaño idóneo para garantizar la usabilidad del usuario, el primer Note fue visto como un desafio a la hegemonía de la empresa dirigida con mano de hierro por Steve Jobs, ya que, además de contar con 5.3 pulgadas, incorporaba un stylus, algo considerado como anatema por el fundador de la compañía de la manzana mordida. Fue el primer 'phablet' y, tras él, llegaron otros muchos, incluido el de Apple que más tarde terminó rindiéndose ante la evidencia: a la mayoría de los usuarios le gustaban las pantallas grandes. Nadie podía imaginar que tan solo cinco años después esta nueva gama que ha rivalizado en ventas con los Galaxy S, el buque insignia de la compañía, iba a explotarle a Samsung en las manos. Literal.

Precisamente, Apple tiene mucho que ver en el aciago destino del último Note. Normalmente, Samsung presentaba su nuevo 'phablet' a finales de septiembre o principios de octubre. Una semana o dos después de que Apple hiciera lo propio con sus iPhones. Pero hace tres años, en un movimiento por contentar a sus usuarios, la multinacional estadounidense decidió sacar a la luz el Plus, una versión XL de su iPhone de toda la vida con una pantalla de 5.5 pulgadas. A la multinacional coreana se le encendieron todas las alarmas. Desde entonces, ha intentado presentar su terminal estrella antes que el de Apple. Pero este año logró todo un récord, lanzarlo al mercado en agosto. Craso error.

Explosiones y quemaduras

Con cuentagotas pero sin pausa, sus primeros compradores comenzaron pocas semanas después a denunciar cómo sus terminales literalmente explotaban. Al principio, el problema parecía limitarse al momento en el que se les dejaba cargando. Pero eso solo fue el principio. Pronto, las redes sociales se inundaban de fotografías de terminales que quedaban reducidos a cenizas cuando sus propietarios los llevaban consigo, con el consiguiente peligro que suponía para la integridad física de sus dueños. Incluso, algunos móviles llegaron a producirles pequeñas quemaduras. Se comenzaba a sospechar que las prisas de la empresa coreana por lanzarlo al mercado en agosto habían provocado el ahorro de las tan necesarias pruebas de calidad para evitar este tipo de problemas.

Samsung trató de parar la ola mediática adversa explicando que las explosiones se debían a baterías defectuosas. La multinacional no tuvo reparos en culpar directamente a Samsung SDI, una de sus empresas subsidarias, del error. Dio igual. Los casos seguían y finalmente la empresa coreana decidió paralizar las ventas hasta que se solucionaran los problemas técnicos. Días antes de que Apple presentara sus nuevos teléfonos, Samsung enviaba el 2 de septiembre los primeros Note para reemplazar a los dos millones y medio de celulares defectuosos vendidos. Una costosa operación valorada en 1.000 millones de dólares y un desastre para las cuentas de la compañía coreana que iban en viento en popa y a toda vela tras las exitosas ventas de los Galaxy S7.

La situación parecía encauzarse, aunque ahora había que convencer a los dueños de los terminales para que solicitaran el cambio. No fue nada fácil. Muchos parecían no hacer caso de las súplicas de los coreanos y seguían, desafiando al destino, con unos terminales que podrían explotar en cualquier momento. Como medida de precaución, Samsung lanzaba una actualización de software que limitaba la carga del terminal al 60% para evitar el sobrecalentamiento de la batería. No sirvió de mucho. La paranoia de los smartphones que explotaban llegó hasta tal punto de que se incorporaron en las listas de las compañías aéreas como material peligroso e inflamable, por lo que pedían a sus dueños que no lo encendieran ni cargaran en pleno vuelo. El buen nombre de los Note estaba ya de lo más tocado. Pero todo puede empeorar. Y, en este caso, empeoró.

Terror en un avión

Lo que nadie podía imaginar, sobre todo tratándose de una gran empresa como Samsung, es que los nuevos explotarían igual de bien como los antiguos. Se denunciaron nuevos casos, incluso una niña estuvo a punto de sufrir quemaduras graves en EE UU con un terminal de reemplazo, lo que supuso que la empresa coreana se deshiciera en disculpas hacia su familia. Más peliagudo fue el caso del avión desalojado en Louisville cuando el terminal de un pasajero comenzó a arder como un ninot de las Fallas de Valencia en pleno vuelo.

Ante esta situación, las operadoras norteamericanas, a instancias del propio Gobierno de EE UU, movieron ficha y ofrecieron a su clientes con Notes cambiarlos sus móviles por los de otras marcas, sobre todo iPhones. El phablet de los coreanos quedaba tan marcado que el fabricante anunció ayer que paralizaba su producción temporalmente. Sólo un día ha estado esa decisión en vigencia. Para salvaguardar el poco buen nombre que le quedaba a la gama, los coreanos hacían pública su intención de dejar de fabricarlo de forma permanente. El Note 7 ha pasado ya a la historia, aunque esta decisión va a suponer un grave deterioro en las arcas de la compañía. Se calcula que con el 'phablet' se irán a la basura, según diversos analistas, 17.000 millones de dólares, entre pérdidas reales y ventas que nunca se llegaron a producir. No es extraño que la Bolsa de Seúl cayese este martes con fuerza arrastrada por el desplome de la acciones de Samsung, alrededor de un 8,04%, tras esta decisión. Su mayor bajada desde 2008.

¿Y ahora qué? Se corrió el rumor de que Samsung iba a adelantar la presentación del Galaxy S8, prevista inicialmente para enero, con el fin de pasar página y permitir que los compradores del Note pudieran hacerse con el terminal más moderno de los coreanos. Pero se ve que han aprendido la lección y el fabricante ya ha dicho que se mantendrán las fechas iniciales. Sólo faltaría que, por las prisas, los nuevos galaxys comenzaran también a arder. Lo que si parece que va a hacer Samsung es volcarse aún más en la promoción de la versión del Galaxy S7 Edge, el terminal de 5.5 pulgadas. De hecho, es lo que hizo el año pasado cuando decidió no traer a Europa la anterior versión del Note por entender que se solapaba con estos teléfonos de gran tamaño pese a no incluir su afamado stylus. Quizás, los coreanos se estén pensando ahora m'smo abandonar definitivamente la producción del Note para siempre tras estas combustiones espontáneas que han dañado la buena imagen de este modelo. Sería una pena, porque la gama que inauguró el término 'phablet' no merecía este final.

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