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El joven supuestamente secuestrado por su padre tenía llaves de la casa

El joven supuestamente secuestrado por su padre tenía llaves de la casa

El chaval de 19 años, retenido durante 2 años en una habitación de una zona residencial de Rivas, ofreció un testimonio contradictorio durante su declaración ante el juez, por lo que su progenitor quedó en libertad

elcorreo.com / efe

Jueves, 7 de julio 2016, 11:57

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El joven de 19 años al que su padre tenía supuestamente secuestrado en su domicilio de Rivas-Vaciamadrid (Madrid) tenía unas llaves para abandonar la vivienda si ocurría algo y ofreció ante los investigadores un testimonio contradictorio. Fuentes jurídicas han explicado que estos hechos y otras pesquisas llevadas a cabo durante la investigación han hecho que no quedasen totalmente aclaradas las circunstancias en las que vivía el joven y por tanto una posible detención ilegal por parte del padre.

Por eso la titular del Juzgado de Instrucción 3 de Arganda del Rey decretó ayer la libertad del arrestado, aunque imputado por ese presunto delito y con la medida cautelar de acudir dos veces al mes al juzgado. Las fuentes han precisado que la víctima ofreció un testimonio contradictorio durante su declaración, concretándose que su padre cerraba la puerta cuando se iba pero dejaba dentro una llave por si ocurría algo. Además, el joven se fue a vivir una temporada con su madre y sus hermanas a una casa de acogida pero decidió, voluntariamente, volver a la casa de su padre.

El progenitor cuenta con dos denuncias previas, la primera interpuesta por su mujer por malos tratos y por la que fue absuelto por el Juzgado de lo Penal 4 de Alcalá de Henares en junio de 2013, después de que la mujer no quisiera declarar contra él. La segunda la interpuso también su mujer en 2014 por un delito de malos tratos y dos de coacciones, y actualmente se está pendiente de la fecha del juicio.

Las fuentes han incidido en que en ninguno de los dos casos se denunciaron secuestros y que el arrestado ayer aún no ha sido condenado por ninguno de los delitos denunciados. El detenido mantiene una relación muy difícil tanto con su hijo como con su mujer y sus hijas.

43 kilos de peso y 1,80 metros de estatura

El "caso Rivas" se ha llenado de incógnitas solo horas después de sacudir los informativos de toda España. La noticia, en principio, no tenía aristas. La Policía y la Guardia Civil, de forma coordinada, habían culminado con éxito una operación brillante. Habían liberado en tiempo récord a un joven de 19 años al que su padre, durante dos años, había mantenido secuestrado en su propia casa. Los agentes encontraron al adolescente en tal grado de desnutrición, deshidratación y desorientación que los servicios paramédicos que participaron en la operación tuvieron que asistirle de inmediato. Un esqueleto con piel, con tan solo 43 kilos de peso y 1,80 metros de estatura, maniatado en una cama en el cuarto que había sido su celda durante más de dos años, bajo la estrecha vigilancia del carcelero: su propio padre. Así encontraron los agentes de la Guardia Civil, de la Policía Nacional y de la Local al chaval.

El «reo» fue liberado el 30 de junio, no sin antes ser atendido por los sanitarios del Summa en el chalé, un adosado, situado en la calle del Mirador. «Parecía un guiñapo. Apenas se sostenía en pie», aseguraban las personas que vieron al chico. El hombre que le dio la vida, de 58 años, respondió de forma violenta a la coordinada acción policial, que le pilló por sorpresa cuando los GRS, los «antidisturbios» del Instituto Armado, entraron a la vivienda por la fuerza: a golpe de arietes. Fue detenido. Sin embargo, dos días después, tras pasar a disposicion judicial, regresó a su hogar, en el que se encuentra, al quedar en libertad con cargos.

Se de la circunstancia de que es el único hijo varón de esta familia de nacionalidad británica, compuesta por cinco miembros (el padre, nacido en Kenia y de origen indio; la madre y sus dos hermanas, de 20 y 16 años), decidió por voluntad propia hace tres años quedarse a vivir con su padre sin sospechar las consecuencias que iba a acarrear su decisión. Todo obedeció a que su madre, harta del encierro y de las presuntas palizas, insultos y vejaciones a las que eran sometidas todas las mujeres de la casa, logró zafarse del férreo control de su marido, al que sus vecinos llaman Juan, acudió al cuartel de la Guardia Civil y alertó de lo que sucedía. Poco después, fueron liberadas y se marcharon a una casa de acogida, en la que aún permanecen, salvo la mayor que vive en un piso tutelado. Ahora, su hermano se ha reunido por el momento con las primeras, a pesar de ser mayor de edad.

Entre una cárcel y un estercolero

La víctima comenzó a tener problemas con su padre cuando se quedaron solos. Fanático de la religión, machista y con posibles problemas psicológicos no diagnosticados, empezó a tomarla con su hijo, según manifestó este. Los golpes que dio a las niñas casi desde que nacieron, según precisó una portavoz policial, los recibía él, así como las ofensas. El acoso llegó al punto de no dejarle salir ni siquiera al rellano de su casa, repleta de basura y maleza.

La casa, desde luego, parecía una mezcla entre una cárcel y un estercolero. El domicilio estaba 'blindado' con rejas, aluminios y maderas, que hacían imposible una fuga y tampoco dejaban entrar la luz. En el interior, el caos. La vivienda estaba repleta de trastos inservibles, de muebles viejos recuperados de vertederos y de basura. «Basura por doquier», según los guardias civiles que le liberaron y que relataron que era casi imposible moverse por el interior del inmueble entre tanto desperdicio. Su padre apenas salía, solo un par de veces al mes para hacer la compra, a horas intempestivas. Casi nadie recordaba haberles visto en muchísimo tiempo a ninguno de los dos.

Su hijo hacía páginas web, actividad de la que vivían ambos. No se sabe por qué aguantó tanto tiempo o qué le hizo reaccionar. Lo cierto es que el pasado 30 de junio escribió un correo desesperado a la dirección que le dio su hermana mayor (atenciónfamiliaymujer@policia.es), con la que consiguió contactar. «Socorro. Auxilio. Ayúdenme. Estoy desesperado. Mi padre me maltrata, estoy retenido. Por favor, no se pongan en contacto conmigo, porque me mataría. Llamen a este teléfono...», indicaba. Era el de su hermana mayor, que ahora vive en un piso tutelado y trabaja. Ella corroboró lo relatado por él y explicó lo que les había sucedido con anterioridad. Aún siguen en tratamiento psicológico, indicó una portavoz de la Unidad de Atención a la Familia y Mujer (UAFM) de la Policía Nacional. Ese mismo día, sobre las 16.30, se ponía en marcha la operación para rescatarle, con orden judicial.

No se sabe si el resto de su familia sabía lo que sucedía en el «adosado de los horrores» o lo ignoraba. Ahora, la Guardia Civil, responsable de esta peliaguda investación, verificará ese extremo y la situación descrita por la víctima, así como analizará el estado mental del presunto autor.

Más incógnitas

Pero las incógnitas no acaban ahí. Solo horas después de que el Ministerio del Interior informara de la operación de liberación del joven, el Juzgado Mixto número 3 de Arganda del Rey, el mismo que había autorizado el registro, acordó la puesta en libertad sin medidas cautelares del hombre. Eso sí, acusado de detención ilegal y malos tratos en el ámbito doméstico.

El individuo, que se enfrentó violentamente a los agentes que le detuvieron, regresó a mediodía de ayer a su domicilio de Rivas Vaciamadrid ante el asombro de sus vecinos, con los que mantenía constantes desencuentros. El supuesto secuestrador venía acusándoles públicamente de tratar de envenenar su agua, de someterle a radiaciones y de haber ordenado a la mafia rusa que le acosaran.

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