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Un niño recibe la vacuna contra el sarampión.
Después del ébola, el sarampión

Después del ébola, el sarampión

Investigadores estadounidenses advierten del riesgo de que los países de África Occidental golpeados por el virus se enfrenten a otra epidemia que mate a miles de personas

Luis Alfonso Gámez

Viernes, 13 de marzo 2015, 00:12

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Guinea, Liberia y Sierra Leona pueden enfrentarse en los próximos meses a un brote de sarampión de efectos devastadores, que podría afectar a 227.000 personas, advierten investigadores estadounidenses y británicos en la revista Science esta semana. El recientemente superado estallido de ébola ha arrasado los sistemas sanitarios de esos tres países y provocado un descenso tan brutal en las vacunaciones infantiles que los expertos creen que un brote de sarampión podría cobrarse hasta 16.000 vidas, frente a las 9.604 que había segado el ébola hasta el 22 de febrero, según datos de la OMS.

En contra de la imagen que tenemos en los países desarrollados, donde la vacunación masiva ha minimizado su impacto, el sarampión es muy contagioso y peligroso. «Puede ser grave en niños pequeños y causar neumonía, encefalitis (inflamación del cerebro) y la muerte», explican en su web los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos, que añaden que «es tan contagioso que, si alguien tiene la enfermedad, el 90% de las personas a su alrededor también se infectarán si no cuentan con protección». Por eso, los expertos consideran ahora esta enfermedad la mayor amenaza sanitaria, aunque no la única, para África Occidental.

"Pronto y con dureza"

«El sarampión es el centinela que alerta de un sistema de salud roto, y probablemente golpeará pronto y con dureza. Uno de los virus más contagiosos sobre la Tierra -de cinco a diez veces más infeccioso que el ébola-, el sarampión es una de las primeras enfermedades en explotar a raíz de un desastre. En las crisis humanas de los países pobres, puede matar hasta al 20% de los infectados, normalmente aquellos debilitados por la desnutrición y la falta de vitamina A», explica Leslie Roberts, editora jefe de Science. «Los efectos secundarios del ébola pueden ser tan malos o peores que los directos», teme Justin Lessler, de la Escuela de Salud Pública Johns Hopkins Bloomberg y uno de los autores del trabajo.

Los tres países castigados por el ébola registraron entre 1994 y 2003 un total de 93.000 casos de sarampión. Gracias a las campañas de vacunación, se redujeron a 7.000 en los diez años siguientes. Hace dos años, sólo estaban vacunados contra el sarampión entre el 62% y el 79% de los niños de Guinea, Liberia y Sierra Leona, cuando para contenerlo se considera que ha de estar protegido el 95% de la población. Y estalló el ébola en diciembre de 2013. Como consecuencia de la crisis, las vacunaciones han caído un 75%. Los investigadores calculan que ahora mismo hay más de un millón de niños menores de 5 años no vacunados contra el sarampión, frente a los 778.000 de antes del estallido.

En ese escenario, «nuestro estudio demuestra que es crucial poner en marcha un agresivo programa de vacunación en la región tan pronto como el ébola empieza a retirarse», asegura Andy Tatem, geógrafo de la Universidad de Southampton. Si no, con tanta población desprotegida, los autores calculan que, a mediados de este año, un brote de sarampión podría llegar a afectar a 227.000 personas y matar a hasta 16.000.

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