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La playa es uno de los lugares preferidos para disfrutar en familia de las vacaciones.
¿Qué hacer con los niños en verano?

¿Qué hacer con los niños en verano?

Expertos desvelan las pautas a seguir y los planes más recomendables para que las vacaciones sean una etapa enriquecedora, placentera y de aprendizaje para los más pequeños de la familia

Ivia Ugalde

Lunes, 18 de julio 2016, 18:15

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La llegada del verano suele ser sinónimo de relax. De buen tiempo, playa, piscina, paseos Y también de elementos que disparan el estrés en las familias con hijos en edad escolar. Con el final del curso y de los rígidos horarios que han marcado durante meses la pauta diaria de los niños -cuándo toca levantarse para ir a clase, cuál es el momento de las comidas, el hueco reservado para hacer los deberes, el destinado a jugar o ver la televisión antes de acostarse-, cada jornada se presenta como un mundo que hay que rellenar con una sabia combinación de disfrute, descanso, amplias dosis de libertad y tareas gratificantes, o no tanto, para no olvidar lo aprendido e, incluso, explorar experiencias hasta ahora desconocidas.

¿Qué hacer con los niños en verano? Se trata de entremezclar «equilibrio y armonía», apunta Valentín Martínez-Otero, doctor en Psicología por la Universidad Complutense de Madrid y en Pedagogía por la UNED. La clave, subraya Silvia Álava, psicóloga y escritora, está en tener muy presente que «el cerebro no tiene vacaciones». Por eso, inciden en la importancia de sacar provecho al ocio para que los más pequeños potencien «nuevas habilidades» y continúen su fase de aprendizaje.

¿Cómo organizar el día?

Aunque no hay que ir al colegio y los horarios se relajan, es necesario mantener cierta regularidad. «Los ideal es: nos levantamos y lo primero que hacemos después de desayunar son las obligaciones. Luego ya pasaremos al ocio», explica Álava. En ese contexto, se debe contribuir a que el niño gane en autonomía. «Que sea capaz de vestirse, ducharse y comer solo ahora que tiene más tiempo y no están presentes las prisas por no llegar tarde a clase», puntualiza. Las actividades a desarrollar a lo largo de la jornada requieren siempre de un orden previo. «Cuanto más pequeños son los hijos más han de confeccionar los padres ese plan y a medida que va creciendo hay que implicarles y comprometerlos en el diseño y cumplimiento», precisa Martínez-Otero.

¿Qué actividades son recomendables?

«El ocio es absolutamente necesario para ensanchar las posibilidades personales, entregarse a las aficiones y gustos en la medida en que se puedan satisfacer y sean razonables», defiende Martínez-Otero. Una buena manera de que los menores se diviertan y aprendan es que «se acerquen a la naturaleza y enriquezcan su cultura con la historia de los lugares que visitan», añade. Tampoco tienen un interés menor las actividades físico deportivas al aire libre, sobre todo si juegan con otros niños. «Así desarrollan habilidades sociales y aprenden a ceder», resalta Álava.

¿Qué comer?

Durante el verano no hay que ser tan estrictos con los horarios de las comidas, pero «tampoco conviene mover demasiado el tiempo» establecido para ingerir alimentos porque «los niños acusan mucho el hambre y no es saludable», asegura Álava. Al margen de la flexibilidad que da estar de vacaciones, la prioridad sigue siendo «que los niños aprendan hábitos de vida sanos como consumir verduras, frutas y evitar los azúcares y alimentos altamente procesados». Eso no significa que haya que privarse de todo. «Por supuesto que podemos comer un helado de forma esporádica», matiza.

¿Cuánto dormir?

En las primeras edades el correcto descanso supone una línea roja que no puede saltarse ni siquiera en vacaciones. «Hay que dormir lo suficiente para tener una calidad de vida durante la vigilia y así disfrutar más», afirma Martínez-Otero. En la misma línea, Álava advierte de que «no hay que estar a las 9 de la noche en la cama todos los días, pero no tiene sentido alterar excesivamente los ritmos de sueño y vigilia». Cuestiona que algunos padres tengan despiertos a sus hijos hasta medianoche o a altas horas de la madrugada y luego les mantengan durmiendo hasta la tarde. «Hay que descansar y dormir por la noche porque, de lo contrario, no reponemos igual», alerta.

¿Hay que decir adiós a los deberes?

En lugar de hacer deberes reiterativos, una alternativa para aprender y desarrollar la mente es aprovechar el tiempo cuando se está en casa. Álava aconseja, por ejemplo, que se haga uso de juegos de mesa como el parchís para que los niños potencien «procesos de atención y sepan respetar los turnos» o a las cartas para crear estrategias y practicar los cálculos». La lectura es igualmente fundamental, tanto para que practique el menor si está en proceso de aprendizaje o para que lo haga «por afición» cuando vaya creciendo y amplíe sus conocimientos.

¿Y si tiene asignaturas que recuperar?

Cuando han quedado asignaturas pendientes, el estudio debe ocupar el lugar principal del periodo vacacional. «El tiempo a dedicar dependerá de la edad del niño y del número de asignaturas por recuperar. Si es pequeño, con 20 o 25 minutos será suficiente», indica Álava. En cualquier caso, lo más aconsejable es que «haya una supervisión de los avances» porque los menores «necesitarán apoyo y es habitual que tengan alguna dificultad», recalca Martínez-Otero. A su modo de ver, «no está mal pedir información y orientación a los tutores para diseñar un plan de trabajo».

¿Qué lugar debe ocupar el uso de las nuevas tecnologías?

Álava tiene claro que, como norma, y sobre todo cuando se tiene más tiempo libre, se debe «limitar el uso y abuso de las pantallas, da igual que sea la tablet, el móvil, la televisión o el ordenador. Los niños tienden a engancharse». Para evitarlo, avisa de que una hora sería suficiente, aunque si precisa que si los hijos son mayores se puede negociar y «dejarles un poco más, sin que se convierta en una barra libre». Igual de crítico se muestra Martínez-Otero: «No es normal tener la playa al lado y estar cuatro horas pegado a la tablet, al móvil, o lo que fuere». Internet, recuerda, entraña peligros que merecen permanecer vigilantes. «Hay que prestar atención a los contenidos, ver qué páginas se visitan porque cuando los niños están solos en su habitación los riesgos de la navegación se incrementan y pueden estar expuestos a ciberacoso», recuerda.

¿Se pueden satisfacer más caprichos?

Las vacaciones son una etapa menos prefijada que el periodo escolar y en la medida de lo posible se debe ser más flexible e intentar satisfacer los deseos del niño, aconseja Martínez-Otero. No obstante, aclara que eso no es sinónimo de «responder a todos los caprichos». «Tenemos que comprender que algunas demandas infantiles son irrealizables, es necesario explicarlas y no hay por qué complacerlas», sostiene.

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