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El escritor Arturo Pérez-Reverte presenta su libro 'La guerra civil contada a los jóvenes'.
«La educación es hoy una papilla desnatada»

«La educación es hoy una papilla desnatada»

Arturo Pérez-Reverte cuenta la Guerra Civil a los más jóvenes «sin adjetivos ni ideología» y alejado de las trincheras

Miguel Lorenci

Lunes, 9 de noviembre 2015, 02:24

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«Antonio Machado, poeta español, académico de la lengua, al cabo de un tiempo se fue a Francia, donde murió». La sangre de Arturo Pérez-Reverte (Cartagena, 1951) bulló al leer en un texto escolar esta sucinta referencia. Lo mismo pasó con García Lorca. En ningún caso se mencionaba la Guerra Civil, sus causas, estragos y consecuencias. El escritor y académico comprendió entonces que los españoles más jóvenes poco o nada sabían de aquella guerra fratricida. Peor aún, que era ignorada en los colegios y reducida a un puñado de clichés por «una educación que es hoy una papilla desnatada, neutra e insulsa, que debe contentar a todos y han de digerir igual el mediocre y el inteligente».

«Eliminamos de los planes de estudio temas complejos como el de la Guerra Civil en vez de explicarlos», se duele el escritor. Lamenta que el escamoteo deje «huérfanos de memoria» a unos críos «hoy fácilmente manipulables por un tuit». Chavales que «manejan tópicos como que los fascistas eran criminales y los republicanos hordas de comunistas y rojos desarrapados». «Ocultar es peor que contar mal, y eliminar la Guerra Civil de la educación un error garrafal que impide formar ciudadanos críticos, lúcidos y con criterio, capaces de construir el futuro comprendiendo su pasado», plantea Pérez-Reverte.

Él les cuenta lo esencial de un conflicto «en el que todos los españoles fuimos víctimas y verdugos». Lo hace «sin adjetivos ni ideologías», de manera «limpia, objetiva y sin clichés», en La Guerra Civil contada a los jóvenes (Alfaguara), que ilustra con sus dibujos Fernando Vicente. Deja las trincheras para narrar «sin juicios», ofreciendo «las claves de los graves errores que llevaron a esa gran tragedia para no repetirlos».

«No tengo ideología, tengo biblioteca», apunta el escritor, que va al núcleo del conflicto «sin un punto de vista partidario». Parte de «un hecho objetivo innegable: hubo una República legítima y un golpe de Estado ilegítimo contra ella, y eso dio lugar a la guerra». No pretende sustituir a los libros de historia «pero sí abrir puertas para que los jóvenes se hagan preguntas y lleguen a los historiadores cuando quieran saber qué pasó en Gernika, en el Alcázar de Toledo, el Ebro, Belchite, Badajoz, Málaga o Barcelona».

Quiere que los jóvenes, alentados por padres y profesores «superen sus versiones de segunda mano -honradas o interesadas-, amplíen el territorio y sacien la curiosidad que no satisfacen en los colegios». Su generación sí dispuso de «fuentes directas». Su abuelo y sus tíos, republicanos activos en la guerra, como su padre, le contaron «lo bueno y lo malo de ambos bandos». «Sin esa referencia solo quedan los clichés de una memoria atrincherada y manipulable», insiste. Uno de sus empeños es «contar desde los bandos», harto como está de que «se ofrezca siempre la visión de un único contendiente». «Estamos contando a los jóvenes una Guerra Civil inexacta, borrando las lecciones de vida, política y sociedad de lo que fue una tragedia colectiva, y no un mero enfrentamiento de españoles buenos contra malos», reitera.

«Mi padrino espiritual y modelo es Manuel Chaves Nogales», dice elogiando «la objetividad y lucidez» del brillante periodista republicano, nacido en 1897 y muerto en el exilio en 1944 y a quien su compromiso no impidió criticar las atrocidades y la barbarie de los suyos. «Me preguntaba cómo habría contado Chaves la guerra a sus hijos», subraya un reportero que cubrió feroces guerras civiles en Líbano, Nicaragua, Angola, Mozambique o El Salvador, además de golpes de Estado y revoluciones. «Sé cómo ocurren esas cosas. Que lo del bueno y el malo, el azul o el rojo, el blanco o el negro es mentira. Que nunca está tan claramente definido como se plantea después y que junto a la infamia y la vileza hay valor, dignidad y nobleza».

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