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Luis Alfonso Gámez
Miércoles, 14 de junio 2017, 17:37
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«En el momento en que nos demos cuenta de que el que usa el coche es tonto, el problema estará solucionado», aventura Eduardo Calvo, vicepresidente del grupo de trabajo sobre los Inventarios Nacionales de Gases de Efecto Invernadero del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC). El ambientólogo y economista peruano es uno de los 195 expertos que estos días establecen en Bilbao las directrices para medir las emisiones y absorciones de los gases que calientan el planeta.
El documento estará terminado en 2019, cuando lo aprobará el plenario del IPCC. «Las metodologías permitirán a cada país saber con precisión qué cantidad de gases de efecto invernadero emite», explica Kiyoto Tanabe, geofísico del Instituto para las Estrategias Medioambientales Globales de Japón. Esos datos harán posible que cada país tome medidas para reducir emisiones y a finales de siglo la temperatura media global se haya elevado «muy por debajo de 2 grados con respecto a niveles preindustriales», como establece el Acuerdo de París de diciembre de 2015.
Nuestro objetivo es que las medidas «sean comparables entre países y también consistentes en el tiempo», dice Calvo. «Cada vez que un país hace un inventario de gases, recalcula toda la serie histórica de sus emisiones desde 1990. Por eso cada vez la serie temporal es más precisa. En general no hay grandes diferencias, pero, cuando uno recalcula sus emisiones con mejores metodologías, puede enfocar sus esfuerzos en el sitio donde realmente hacen falta. El inventario no es sólo para decirte cuánto emites, sino también para decirte dónde tienes que actuar», indica María José Sanz, bióloga y directora científica del Basque Centre for Climate Change (BC3), coorganizador del encuentro. La reducción de las emisiones no es algo ajeno al día a día del ciudadano de a pie.
Medidas para cada uno
«Cualquiera puede tomar medidas contra el calentamiento global. Así, a la hora de ir de un sitio a otro, si dispone de tiempo, siempre es mejor caminar. Si no, puede recurrir a la bicicleta o dar preferencia al transporte público. El coche debe ser el último recurso y, si hay que usarlo, que sea eléctrico o híbrido y, si no, use con moderación las tecnologías más antiguas», resume Calvo. Es muy importante, dice Tanabe, que se diseñen bien las infraestructuras en los países en vías de desarrollo para evitar que la movilidad dependa del vehículo privado y se repita el modelo todavía vigente en el mundo rico, donde los atascos se suceden y el aire de las grandes ciudades es muchas veces irrespirable.
El economista peruano destaca iniciativas en favor de una movilidad menos contaminante como la construcción de aparcamientos en las afueras de las ciudades donde se queda el coche particular para desde ahí viajar en transporte público, y los experimentos donde el acceso del automóvil al núcleo urbano está gravado con una tasa y el dinero que se recauda sirve para que el transporte público sea gratuito. «Hay que buscar siempre cómo reducir el impacto ambiental sin dañar el bienestar individual. Existen muchas opciones en la vida diaria para contribuir con pequeños gestos a la lucha contra el cambio climático: el reciclaje, el uso de energías limpias, reducir el consumo, el transporte público... Es una suma de voluntades políticas, empresariales e individuales la que resolverá el problema del cambio climático», afirma Calvo.
Lo fácil y cómodo, advierte, «es decir que es un tema que deben resolver los gobiernos, cuando estamos ante un problema generado por todos y que todos podemos ayudar a resolver».
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