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El ramo del automóvil es el que registra más casos de fraude.
El hombre de los 19 atropellos, los atunes perdidos y otros misterios

El hombre de los 19 atropellos, los atunes perdidos y otros misterios

Cada año se estafa medio millón de euros a los seguros en España. Desde gente que simula su muerte a abogados tramposos y empresarios que cobran dos veces la misma mercancía. «Esto es más que picaresca», advierten las aseguradoras

Yolanda Veiga

Domingo, 4 de junio 2017, 01:30

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Esta vez es verdad que estaba de parranda. La que pensaba pegarse este treintañero de Navarra con el dinero del seguro de vida, 150.000 euros que puso unos meses antes a nombre de su padre. Unos detectives destaparon el fraude: no había fallecido en Colombia, como dijo su familia, que justificó la inexistente muerte de su pariente con documentación falsa. La entregaron tan pronto que a la aseguradora le resultó sospechoso. Un gabinete de detectives se puso a indagar y comprobó que los certificados habían sido manipulados y que el joven estaba vivo, con lo que ahorró un buen pico a la compañía de seguros. Esta investigación ha recibido uno de los premios del concurso anual de detección de fraudes que organiza ICEA (Investigación Cooperativa de Entidades Aseguradoras).

Lo del navarro pasa de la picaresca con que tradicionalmente se ha adornado el carácter español. Los profesionales de los seguros lo llaman «fraude» y calculan que el dinero estafado a los seguros oscila «entre los 450 y los 550 millones de euros» cada ejercicio. «Por cada euro que destinamos a investigar casos sospechosos las aseguradoras evitan pagar 35 en indemnizaciones indebidas», explican desde Unespa, la Asociación Empresarial del Seguro.

La mayoría de las estafas, cuentan, se producen en el ramo del automóvil: «Seis de cada cien lesiones por accidente de circulación esconden un fraude, ya sea por simulación del siniestro o por una exageración de daño padecido». Otro dato más llamativo todavía: «Dos de cada cien personas que reclaman el dinero del seguro de vida no han muerto», como el estafador de navarra.

En ese caso se reclamaba una cantidad importante, 150.000 euros, pero en cuatro de cada diez fraudes la indemnización no llega a 500 euros. «Aunque en los últimos años haya aumentado el número de estafas, no ha se ha incrementado el dinero. La explicación, que se están detectando 'muchos poquitos'», explican gráficamente fuentes de Unespa. Y llaman la atención sobre las denuncias falsas por supuesto robo de móvil. «Hace años un teléfono bueno te costaba 50 euros, pero hoy uno de última generación vale 1.000. Hay gente que denuncia en comisará que le han robado el móvil porque igual la aseguradora le da 150 euros, luego vende el suyo por 50 y eso que se ahorra... para el móvil nuevo».

En todo caso, advierten desde Unespa, las estafas, por llamativas que sean algunas -un hombre se cortó la mano para cobrar el dinero de siete pólizas que había contratado-, constituyen la excepción «y la mayoría de los asegurados que reclaman son honrados».

Estos son algunos de los fraudes detectados por aseguradoras españolas en los dos últimos años. Todas estas investigaciones recibieron alguna distinción en el concurso anual de ICEA.

Dos vehículos accidentados y, casualmente, dos amigas al volante

Manuela (todos los nombres son ficticios) trabajaba de barrendera y jardinera municipal en un pueblito de Toledo. Cada día iba a trabajar en el coche con su amiga y compañera Eugenia (nombre ficticio) y un día chocaron contra un vehículo en el que viaja Luisa (nombre ficticio) quien, casualmente, era la siguiente persona en la lista de empleo del Consistorio. El parte que hicieron sorprendió al seguro por varias razones: el accidente se produjo fuera del trayecto natural entre las casas de las implicadas y su trabajo, las implicadas eran amigas y en el pasado tuvieron negocios en común y ambos vehículos iban llenos, por lo que hubo muchos afectados para reclamar. La jueza ordenó interrogar a todos los implicados, que incurrieron en contradicciones y dejaron en evidencia que el golpe en realidad fue un intento de fraude.

El Porsche del rayón de 14.000 euros

La operadora de la aseguradora recibió la llamada de una pareja apesadumbrada por el rayón que le habían hecho a su Porsche Caimán. Contaron que estaban de fin de semana romántico y se metieron por unas carreteras tan sinuosas que acabaron haciéndole una marca al coche, un daño que exigía una reparación de 14.000 euros y que cubría el seguro a todo riesgo. Después de siete minutos de convincente llamada el demandante dijo algo del accidente «en el último tramo». Una expresión que sorprendió a la operadora porque lo del 'tramo' más le pareció una palabra relacionada con una competición de coches que con un paseo de pareja. Los responsables de la compañía de seguros investigaron en internet y en un foro hallaron una foto de ese mismo Porsche, que se había accidentado mientras disputaba un rally. En la imagen el turismo aparecía con pegatinas de la competición y de los patrocinadores pegadas. Como el conductor sabía que un siniestro en una carrera no está cubierto por el seguro retiró todos los distintivos de la competición del coche y trató de hacer pasar el golpe por un choque accidental mientras viajaba con su novia. Si la pareja arregló el rayón, desde luego, lo pagó de su bolsillo.

Una mercancía que trataron de cobrar dos veces

Una empresa valenciana de fertilizantes y agroquímicos tenía que enviar dos contenedores a Jalisco (México). El cargamento llegó al puerto de Altamira, en el Estado de Tamaulipas (México) y allí fue trasladado a un trailer cuyo conductor declaró que le asaltaron y secuestraron el camión. La aseguradora española cubría el transporte hasta México y el posible impago de la factura por el comprador. Pero el robo, pese a lo cuantioso de la pérdida, se comunicó a la compañía de seguros siete meses después. Y ahí empezaron las sospechas, que fueron a más: el camión secuestrado no tenía GPS y el asegurado reclamaba 115.000 euros por el dinero que perdió al frustrarse la venta. La aseguradora española comprobó, además, que la comisaría mexicana donde supuestamente se denunció el secuestro no estaba en funcionamiento, que el conductor del trailer había empleado un nombre falso, que el agente de aduanas de Tamaulipas no conocía las firmas transportistas implicadas.. y que la mercancía robada había sido vendida por la mitad de su valor en algunos pueblos de la zona, además de que la empresa compradora sí había pagado el material. La empresa valenciana trataba de cobrar dos veces por la misma mercancía presentando un siniestro falso.

Era tan currante que trabajaba hasta estando de baja

Un autónomo que trabajaba como agente de seguros en Valencia contrató una póliza de baja laboral y nueve meses después declaró estar de baja. Cuando le telefoneó la compañía para ver qué tal se encontraba le 'pilló' en la oficina «haciendo unos trámites», en lugar de en su casa reposando. Al cabo de seis meses volvió a coger la baja: contó que había sido arrollado por un autobús cuando iba conduciendo su moto y que el diagnóstico era contusión craneal y policontusionado. La aseguradora le requirió los papeles del médico y éste no los presentó, pero pidió un anticipo de su indemnización final. La firma de seguro sospechó y contrató un detective, que constató que no sufría las lesiones ni los mareos que alegaba, comprobó que podía conducir, que salía a correr, hacía flexiones Incluso corroboró con el jefe de este hombre que, efectivamente, había estado trabajando los días en que alegó estar de baja. Pretendía, así, cobrar un sobresueldo.

Un hombre involucrado en 19 atropellos

El año asado una aseguradora descubrió una red de delincuentes especializados en simular atropellos. Primero fue un arrollamiento en Sevilla y otro similar poco después en la misma provincia. Casualmente los dos asegurados implicados en estos sucesos que a priori no tenían conexión facilitaron el mismo número de teléfono. Las pesquisas empezaron aquí y se descubrió que el titular de este teléfono aparecía en un tercer accidente, esta vez como atropellado, en lugar de conductor. Se investigó y se descubrió que los implicados en distintos atropellos estaban relacionados entre sí. Exactamente en treinta arrollamientos, y que uno solo de los miembros de la banda se vio implicado en hasta 19 siniestros.

El abogado que iba contra la ley

Un abogado de Murcia fue 'cazado' cuando hacía pasar por víctimas de accidente a gente que ya tenía anteriormente lesiones. La aseguradora empezó a sospechar cuando se dio cuenta de que todos los reclamantes tenían el mismo letrado. Entonces le investigó y descubrió que el abogado captaba a lesionados y les presentaba en pleitos como si hubieran sufrido esos daños en un accidente de circulación. Para ello contaba con la colaboración de una clínica de rehabilitación. Los estafadores fueron denunciados ante la Guardia Civil y se puso al descubierto reclamaciones indebidas de ocho lesionados ficticios por un valor de 57.000 euros.

El coche siniestro total y el accidentado ¿sólo un rasguño?

Cuando el operador del servicio de asistencia en carretera atendió la llamada al otro lado se encontró a un hombre que parecía estar sufriendo un ataque de ansiedad. Contó que viajaba por la noche por una carretera secundaria de Asturias para ir a visitar a una amante y que al coger una curva se salió de la vía, cayó a un terraplén y dio varias vueltas de campana. El coche era, literalmente, un amasijo de hierros, pero el conductor únicamente tenía un rasguño en una mano. Las sospechas llevaron a investigar el caso y la aseguradora descubrió que ese coche había sufrido un accidente grave hacía meses. El conductor dijo que lo compró 19 días después por 21.000 euros, pero esos días parecían muy pocos para que se reparara un coche y se vendiera. Además, la factura de 21.000 euros era falsa. En realidad había pagado 2.400 por el coche destrozado, que empujó por un barranco para simular un accidente y cobrar el seguro.

Pues sí que estaba caro el atún: 1,7 millones de euros

Una empresa dedicada a la cría de pescado contrató una póliza para cubrir el traslado de unos atunes vivos en jaulas a unas granjas de engorde en las costas de Alicante y Murcia. Y, casualidad, aseguró haber sufrido un accidente: el buque que remolcaba las jaulas sufrió una rotura del timón, quedó sin gobierno y tuvo que ser asistido por otra embarcación y remolcado a tierra. Buena parte del cargamento desapareció al dañarse las jaulas y el empresario perdió atunes por valor de 1,7 millones de euros. La aseguradora comprobó que la embarcación no presentaba daños en el timón, que la empresa había contratado a un buzo para romper las jaulas y simular el siniestro y que, en realidad, los atunes fueron vendidos a un comprador distinto del especificado en la póliza.

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