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Jessica Martín tiene una discapacidad del 93%, pero ello no le ha impedido escribir su primer libro con 23 años.
Jessica no conoce límites

Jessica no conoce límites

La joven vasca de 23 años con una discapacidad del 93% acaba de escribir su primer libro. «Ha sido un desahogo», dice sobre su trabajo, donde ha plasmado su vida cotidiana, centrada también en el diseño de camisetas y zapatillas

IRAITZ VÁZQUEZ

Miércoles, 19 de abril 2017, 00:35

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La vida de Jessica Martín es una lucha constante para salvar obstáculos. A sus 23 años ha tenido que sortear problemas que la mayoría de personas no se encontrarán durante toda su vida. Pero a pesar de ello saca fuerzas para levantarse y seguir luchando. Con una discapacidad motora del 93%, ha logrado acabar sus estudios superiores de Animación y 3D Juegos y Entornos Interactivos. Pero su límite no acaba ahí, quiere seguir luchando y ganas no le faltan. Ahora quiere que todo el mundo conozca lo que le ha tocado vivir en estos años en los que paso a paso se ha ido superando, con el primer libro escrito e ilustrado por ella. «Ha sido una especie de desahogo», explica la joven de Irún.

Se trata de un trabajo con más de doscientas páginas en las que queda reflejado el día a día de Jessica desde que «tenía unos 6 años», cuenta su madre Ana da Silva, quien aún se muestra «alucinada con que mi hija haya podido elaborar un trabajo de este calibre».

Debido a la discapacidad que padece Jessica, su madre se dedica en cuerpo y alma a cuidarla. «Le tengo que levantar, darle de comer, ayudarle a ir al baño o asearla. Estoy las veinticuatro horas pendiente de ella». A pesar de la dedicación plena que tiene hacia su hija, con este trabajo Ana ha descubierto cosas que no conocía de Jessica. «Ahora me he dado cuenta de todo lo que ha pasado, no sabía lo que le sentía de verdad», reconoce.

Paso por la ESO y amores

En 'Desde otro punto de vista' quedan plasmados sus amores, su paso por la ESO o esos amigos que un día creía que le iban a ayudar y le dejaron de lado. «No ha sufrido bullying pero a lo mejor no le trataron bien en el colegio. Por sus problemas a la hora de comunicarse no hemos podido saber lo que le pasaba. Ahora hemos conocido muchas de sus sensaciones», dice su madre. Una circunstancia que ha hecho reflexionar a Ana. «Te queda esa sensación de no haberle podido ayudar en su momento», cuenta. Aún así, tiene claro que es su madre y no su amiga, por lo que «no tenía que habérmelo contado, para eso ya tiene a sus amigas. Pero como madre te afecta no haber podido ayudarla más en esos momentos». Jessica sonríe, agradeciendo el apoyo que le han dado sus padres en todo momento.

A esta joven irundarra no le han faltado espejos donde poner sus miradas para encontrar las musas. Dos han sido las inspiraciones que ha tenido Jessica a la hora de elaborar este libro que le ha llevado más de tres años de trabajo. «Le gusta mucho el programa de Iker Jiménez 'Cuarto Milenio', lo ve todos los domingos por la noche. Le encanta su forma de comunicar». Pero si su libro tiene algún referente es 'Los días perdidos', de Emily the Strange. «Le apasiona lo gótico y su libro también va un poco por ahí. Cuando lo leyó dijo que quería hacer algo igual», dice Ana.

Si hay una frase que define a la perfección el trabajo que ha realizado es que «es un libro realista», destaca su madre, quien traduce todo lo que dice Jessica. Familiares y amigos ya han tenido la oportunidad de leerlo y todos coinciden en decir que «es un libro que cuenta una historia de superación», dice Ana. Se trata de un trabajo «de una persona muy madura y he descubierto cosas que no sabía sobre mi hija». El libro ya se puede adquirir a través de Amazon Kindle.

Diseño de dibujos

El proceso de creación no ha sido sencillo. Todas las mañanas, Jessica se pone en frente del ordenador y mediante un licornio -una especie de rotulador digital- que se coloca en la cabeza diseña los dibujos. «Le gusta mucho, y como es una chica que no puede estar quieta, hace de todo. En cuanto se despierta le pongo en frente del ordenador y puede estar horas creando. Le gusta muchísimo», explica su madre, mientras Jessica asiente con la cabeza con una sonrisa cómplice.

Tanto es así que su creatividad también le ha llevado a diseñar camisetas o calzado. «Los suele vender por internet, pero sobre todo hace mucho el boca a boca. Ahora, por ejemplo, está diseñando la carta para un bar de Irún. Nunca para», cuenta Ana, quien no pierde detalle de los movimientos de su hija por si necesita alguna ayuda en algún momento. Asegura que el trabajo que realizan le ayuda mucho para distraerse porque «si no estaría todo el día en casa sin moverse. Y eso no puede ser».

A pesar de que a comienzos de curso consiguió una plaza para seguir estudiando Artes Gráficas, no sucedió lo mismo con la persona de apoyo que necesita para acudir a las clases. «Tenía que estar junto a ella para ir al baño, beber agua o para asearla. Era totalmente necesaria», cuenta su madre.

Pero esa puerta se cerró y ahora quiere seguir luchando. Sus deseos de plasmar en un papel tanto los sentimientos como las vivencias tendrán su continuidad con un libro de cuentos para niños en el que está trabajando. «Escribiendo se relaja mucho». Pero también le han vuelto recuerdos de su juventud. Para ella lo más complicado, sin duda, ha sido volver a recordar «los amores», le dice a su madre con una sonrisa de oreja a oreja que ni al recordar los peores momentos se borra de su cara. «Se expresa súper bien y ha abierto su corazón», asegura.

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