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El espía inglés Kim Philby logró escapar del M16 y refugiarse en Moscú, donde está enterrado.
Un 007 en la Guerra Civil

Un 007 en la Guerra Civil

El doble agente Kim Philby vino a España a matar a Franco. Una biografía revela nuevos misterios del corresponsal de 'The Times'

mikel fonseca

Martes, 7 de marzo 2017, 02:59

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No es tan conocido como James Bond, pero Kim Philby poco tiene que envidiar al personaje creado por Ian Fleming. Por las páginas de Un espía en la trinchera. Kim Philby en la Guerra Civil española (Tusquets), obra de Enrique Bocanegra ganadora del último premio Comillas de Historia, Biografía y Memorias, que sale hoy a la venta, discurre una telaraña de agentes dobles, códigos secretos y contactos clandestinos con la contienda española como telón de fondo. Uno de los capítulos menos conocidos de la apasionante biografía del agente inglés y ruso, que formó parte del célebre Círculo de Cambridge, un grupo de jóvenes idealistas que decidieron espiar para Moscú. Philby fue el más hábil de todos ellos: logró esquivar al M16 y escapar finalmente a la URSS, donde está enterrado.

La trama de su aventura española es tan compleja que resulta inverosímil. Philby es un periodista británico, afín al Partido Comunista, que se hace pasar por un corresponsal en Alemania bajo la tapadera de una colaboración con la propaganda nazi. Su devenir profesional le lleva a España, donde es testigo de los últimos compases de la Guerra Civil. Aprovechando la coyuntura, el propio Stalin le encomienda desde Moscú una importante misión: asesinar a Franco.

A pesar del importante spoiler que le hace la Historia, la trama del libro engancha desde el arranque, con el generalísimo condecorando al espía por su labor periodística durante la guerra. El uso del presente del indicativo ayuda a transmitir una sensación de proximidad casi cinematográfica. «Me encanta el cine», admite Bocanegra, «pero este libro no es el guión de una película». La narrativa recurre al uso de flashbacks para explicar el contexto histórico o adelantar acontecimientos, pero gracias a una exhaustiva labor de datación resulta fácil recuperar el hilo de la historia.

Una historia en la que se entrecruzan las crónicas reales que Kim Philby envió para The Times con una detallada biografía del espía. A través de sus movimientos por la geografía española, al mismo ritmo que el del frente de la guerra, Bocanegra hace un retrato de lo que fue la contienda. Gracias a los intercambios de información de Philby con otros comunistas, el relato es una crónica de las intrigas soviéticas y del «canibalismo» estalinista.

La ausencia total de monólogo interior no quita al lector de empatizar con los personajes, y se hace sencillo descubrir su personalidad solo a través de sus actos, y no de sus pensamientos. El narrador, en una estricta tercera persona, intercala diálogos extraídos de las memorias de Kim Philby, de su correspondencia, y de documentos obtenidos por Bocanegra mientras se documentaba.

«El libro nace de mi mono de periodista», confiesa el autor, que estudió y ejerció esta profesión. Su primer contacto con Kim Philby se produjo mientras cursaba un máster en Comunicación. Le sorprendió que un personaje tan célebre en el ámbito anglosajón -«Philby no fue sólo un problema político, fue un problema de identidad nacional», aclara- apenas fuese conocido en España. Un país crucial en su trayectoria, especialmente tras sobrevivir, al contrario que sus acompañantes, a un obús en Teruel. «Al principio solo quería satisfacer mi curiosidad, luego me propuse escribir un libro».

El primer contacto en Bilbao

  • El primer encuentro entre Kim Philby y Franco -«este día quedará para siempre en su memoria», asegura Bocanegra- se produjo en Bilbao el 17 de junio de 1937, menos de una semana después de la caída del Cinturón de Hierro que protegía la villa. El británico accedió por Las Arenas junto a otros periodistas, mientras aún ardían algunos edificios, para una de las primeras entrevistas que el generalísimo concedía a medios internacionales.

  • A mediados de la guerra, Franco era consciente de la repercusión internacional de la contienda, más aún desde el bombardeo de Gernika, por lo que trató de revertir su política de comunicación. Philby permaneció en Bilbao unos cinco días, en los que fue testigo de la entrada paulatina del ejercito sublevado. La crónica que envió para The Times, publicada el 21 de junio, ensalzaba a los franquistas y atacaba al bando republicano. El agasajador texto de Philby le permitió hacerse con un importante aliado Pablo Merry del Val, jefe de prensa extranjera del bando nacional, quien le facilitaría mucho su corresponsalía en España y le daría acceso directo con Franco, a quien entrevistó varias veces antes de que este le condecorase.

Con dos colegas

Kim Philby se curtió en la Guerra Civil. Ahí es donde se convirtió en un «agente de pleno derecho», pero apenas hay referencias a este periodo de su vida. Bocanegra leyó su autobiografía en inglés, ya que las dos ediciones españolas, de la época franquista, censuran esta parte de sus memorias. Tampoco existía ningún relato documental centrado en esta etapa, a pesar de la importancia que tuvo para Philby. «Cuanto más tiraba del hilo, más sorprendido me quedaba».

Para indagar sobre la vida del espía, Bocanegra se desplazó hasta la sede londinense de The Times, donde pudo acceder a los telegramas originales que Philby enviaba al periódico, así como a su correspondencia personal, con la que sorteaba la censura de la guerra. También entrevistó a dos periodistas ya ancianos, Patrick Seale y Phillip Knightley, que conocieron personalmente al agente. El primero le espetó durante la entrevista que tenía un tumor cerebral y que debía ir al hospital para unas pruebas.

Pero le instó a quedarse en su casa y consultar todos los documentos que había acumulado a lo largo de los años. Bocanegra estuvo horas en su casa. «Me sentí como el mismo Kim Philby fotografiando documentos secretos», relata emocionado. Ambos periodistas fallecieron mientras Bocanegra escribía la biografía, pero el legado de Kim Philby en la Guerra Civil quedó a salvo.

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