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Mardaras posa junto a un espectacular deportivo que luce el Cavallino Rampante.
«Acabé en Italia por mi pasión por los coches de carreras»

«Acabé en Italia por mi pasión por los coches de carreras»

Estudió Ingeniería Industrial y un máster de Motosport para probar suerte en Alemania, y recaló en Maranello hace tres años

IRATXE GÓMEZ BRINGAS

Domingo, 22 de enero 2017, 01:36

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Imaginen un pueblo donde no deja de oírse el rugido de los motores Ferrari. En Maranello se encuentra la sede de esta compañía de coches deportivos, la meca para cualquier aficionado al motor desde que, en 1942, Enzo Ferrari instalara allí su fábrica. Por sus calles pasean los orgullosos propietarios del Cavallino Rampante, ingenieros del equipo de Fórmula 1, incluso algún campeón del mundo del automovilismo. El lugar perfecto para Ander Mardaras que, desde mayo de 2013, trabaja en Ferrari como ingeniero de Desarrollo de Vehículos. «Aquí estoy por mi pasión por los coches de carreras», reconoce a escasas semanas de haber vuelto de sus vacaciones en Bizkaia.

Se licenció en Ingeniería Industrial en San Mamés y al ver que el panorama laboral estaba «un poco crudo», este vasco decidió hacer el máster de MotoSport en Vitoria, en colaboración con la Universidad de Mondragón. Al finalizarlo vio que tenía más posibilidades de despegar en Alemania. Y sin pensárselo dos veces, cogió la maleta, y se fue con un amigo a la aventura. Sin un trabajo ni fecha de vuelta. «No había salido de Euskadi y no conocía el idioma ni la cultura. Pero fuimos con mucha ilusión, porque Alemania era y es la cuna del automovilismo».

«El sueldo no es mucho ni es barato vivir aquí»

  • Los italianos tienen fama de vivir con ostentación, no digamos ya en la sede de Ferrari. Pero quizá es un cliché. «Maranello es un pueblo pequeño, apenas 15.000 mil habitantes, y la tónica general no es la gente con mucho dinero. No es un lugar prohibitivo». Ander Mardaras va más allá. «Ni el sueldo en Italia es la leche ni resulta barato vivir aquí». La pasión por su trabajo es lo que le cautiva de Maranello. «En Alemania existe más calidad de vida, si lo comparas en términos de sueldo, horas de trabajo y tiempo libre». Pero el dinero no lo es todo.

«Se mira, pero no se toca»

Él y su amigo definieron una especia de plan en Augsburgo. Controlar un poco la ciudad, buscar un piso de alquiler y aprender el idioma. «Sin saber alemán no es fácil encontrar empleo», advierte. Al mes entraron a trabajar en una empresa que guardaba relación con BMW. «Nos encargábamos de diseños y cálculos de distintos modelos de coches. Pero al no hablar bien alemán, no podíamos involucrarnos en los proyectos».

En poco tiempo, Mardaras dio el salto a otra industria donde conoció a la gente de HRT España. «En año y medio tenían pensado centralizarlo todo en Madrid. Era perfecto, un trabajo en Fórmula 1 y me acercaba a casa». La decisión la tuvo clara porque aunque su experiencia en Alemania fue gratificante a nivel laboral, «en lo personal resultó difícil».

Arrancó su nuevo empleo en la capital española de la mano de HRT. Pero lo que él desconocía es que al poco tiempo le echarían a la calle. «A los cinco meses de entrar nos reunieron a todos para decirnos que había dificultades económicas y que cerraban». Un jarro de agua fría cayó sobre Mardaras, quien dejó un empleo fijo para comenzar en este otro con un compromiso de al menos un año.

A la vista de los derroteros que tomaba su aventura, este vizcaíno regresó a casa para reflexionar. «Me detuve a pensar en lo que quería hacer. Tenía dudas sobre si tanto movimiento y tanta lucha merecía la pena». A los tres meses tuvo la respuesta. Le hicieron una oferta desde Italia a través de la red social LinkedIn, y fue así como obtuvo su trabajo soñado. «A un apasionado a los coches le dicen Ferrari y se le iluminan los ojos».

Aterrizó en Maranello en 2013 y a los dos años le hicieron indefinido. Sigue en el mismo departamento en el que comenzó, pero con muchas más responsabilidades. «Me encargo de desarrollar y hacer prueba de coches en carreteras y circuitos. Nunca había visto tanto Ferrari junto. En el pueblo o estamos nosotros probándolos o los turistas los alquilan», explica. Y aunque él trabaja en los de carretera, sigue muy de cerca la Fórmula 1. «No soy muy fetichista, ni me decanto por ningún piloto. Soy más fan del deporte que de los deportistas».

Todo Maranello respira el fervor hacia esta marca automovilística. Este vasco vive en el mismo pueblo porque «se trabaja mucho y tenemos poco tiempo libre». Así que aprovecha los fines de semana para escapar. «Algunos compañeros viven en una ciudad más grande, como Módena o Bolonia, a 50 kilómetros».

La pregunta es obligada. ¿Un trabajador de Ferrari se puede permitir tener uno? «No tenemos ese lujo. Se mira pero no se toca», argumenta con humor. Es feliz en Italia. A los dos meses ya salía de copas con sus compañeros de trabajo. «Nada que ver con Alemania». De ahí que a corto plazo no se plantea regresar a Euskadi. «Salir de casa siempre es duro, pero es como una droga. No descarto nada en el futuro. Puedo volver al País Vasco o acabar en otro país».

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