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Ana Vela, el día de su 110 aniversario, en 2011, rodeada de sus hijos Ana, de 89 años, y Juan Prieto. Este falleció hace unos meses, a los 86.
La mujer que llegó con el siglo XX

La mujer que llegó con el siglo XX

Ana Vela es la persona más longeva de la historia de España, la segunda viva de mayor edad en Europa y la quinta del mundo

JOSEBA VÁZQUEZ

Sábado, 29 de octubre 2016, 01:23

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El primer llanto de Ana Vela Rubio, ese que emitimos con enérgico disgusto cuando somos expulsados del útero materno, se escuchó en Puente Genil (Córdoba) el 29 de octubre de 1901. Es decir, nació el mismo año que el siglo pasado. España, que asistía entonces a los últimos meses de la regencia de María Cristina de Habsburgo-Lorena, madre de Alfonso XIII y tatarabuela de Felipe VI, constituía un territorio eminentemente agrícola y rural. El país mostraba una fotografía social en sepia donde, por poner dos ejemplos, la electricidad era un lujo muy escaso y la red de carreteras -estrechas y polvorientas- se encontraba en estado embrionario. La población, mayoritariamente analfabeta, no alcanzaba los 19 millones de habitantes, sometidos en buen número a severas penurias económicas y al azote de enfermedades como la tuberculosis, el cólera o la difteria. Poco más de la mitad de cada mil nacidos alcanzaba los 20 años de edad y la esperanza de vida se reducía a 33,8 años para los hombres y 35,7 para las mujeres. Desde este punto de partida, Ana, una maravillosa excepción, ha superado por mucho esas cifras y hoy sopla 115 velas.

Lo hará, o más bien alguien lo hará por ella, en el Hogar La Verneda, una residencia y centro de día al norte de Barcelona capital dependiente del Departamento de Trabajo, Asuntos Sociales y Familias de la Generalitat de Catalunya. Lo extraordinario del caso de Ana va más allá de estos insólitos 23 lustros de vida: la señora Vela es desde junio la persona más longeva de la que existe constancia documentada en la historia de España y ocupa en la actualidad el segundo puesto europeo y quinto del mundo en el listado de ancianos vivos de mayor edad. Le superan solo la italiana Emma Morano (a falta de un mes para los 117 años), la jamaicana Violet Brown (116 años y 233 días) y las japonesas Nabi Tajima (116 y 86 días) y Chiyo Miyako (115 y 180 días). Pleno femenino.

Los notarios y el aspirante extremeño

  • Ana Vela es la única supercentenaria acreditada como tal entre la decena de mayores de 110 años calculados en España. Se cree que en el mundo son unos 400, pero solo 46 están verificados (44 mujeres). El Grupo de Investigación Gerontológica (GRG en inglés) se encarga de investigar y homologar este complicadísimo censo. Surgió en 1990 en el entorno de la Universidad de California y es aceptado mundialmente como el notario en la materia. Para validar un caso exige partida de nacimiento, acta de matrimonio y las natales de los hijos, si los hay.

  • Francisco Núñez Olivera. Pendiente de esta aprobación se encuentra este vecino de Bienvenida (Badajoz), nacido según todos los indicios el 13-12-1904 (111 años y 321 días). Si el GRG da su visto bueno, se convertirá en el abuelo del planeta.

Con todo, el día se presenta como uno más en la residencia La Verneda. No habrá celebración especial. «En su estado actual lo recomendable es mantener su entorno tranquilo y sin elementos estresantes. Una tarta y poco más», detalla la psicóloga del centro, María Rosa Martín. Hay que tener en cuenta que Ana sufre demencia senil, prácticamente no se comunica y permanece casi inmóvil en una silla de ruedas. Hasta hace cinco años paseaba por sí sola. «No obstante, su estado de salud es bueno, es una mujer muy fuerte que apenas ha estado enferma ni ha tenido un resfriado en su vida», añade Martín. La rutina de la supercentenaria andaluza es básica: la levantan entre nueve y diez de la mañana, desayuna y permanece en la sala con el resto de residentes. Allí se incorpora «pasivamente» a las actividades de grupo (estimulación sensorial, musicoterapia y fisioterapia), sobre las 13.30 horas le sirven la comida y, a continuación, una prolongada siesta. «Come de todo, pero triturado. Tiene buen apetito y le gustan los dulces», cuentan en la residencia.

Ana pisó por vez primera La Verneda en febrero de 2005, con 104 años, ocupando inicialmente una plaza de día. En abril de 2008, tras ir ganando puestos en la lista de espera, ingresó ya en puesto residencial, detalla el director del hogar, David González. La mujer llegó a Cataluña en los años cuarenta y trabajó como cortadora-modista en el sanatorio de Terrassa. Antes regentó una tienda de alimentación en Málaga, donde crió a los cuatro hijos que tuvo con un hombre con el que nunca se casó. De ellos solo vive Ana Prieto, que, aunque visita a menudo a su madre, padece los achaques naturales de sus 89 años y precisa sus propios cuidados.

La abuela del mundo, en Italia

La señora que hoy cumple 115 años es una de los 14.908 centenarios españoles (11.864 mujeres y 3.044 hombres), según el último dato publicado por el INE (Instituto Nacional de Estadística) en enero. No hace falta explicar que a esas edades este censo varía a diario. Más difuso es el número de supercentarios, las personas de 110 años o más. Se cree que en España son apenas una decena, pero el caso de Ana Vela es el único verificado. Detrás de ella, la catalana Magdalena Oliver se cree que cumplirá el lunes 113 años y el extremeño Francisco Núñez, único hombre en ese listado, calcula su edad en 111 años y 321 días. Pero la longevidad exacta de estos dos nombres no ha sido aún homologada por el Grupo de Investigación Gerontológica, organización californiana surgida en 1990 y aceptada como autoridad mundial en la materia.

Esta entidad estadounidense, GRG en sus siglas en inglés, es la que certifica que en la actualidad Emma Morano es la persona viva de más edad en el mundo y Ana Vela, la quinta. La italiana, nacida en Civiasco el 29 de noviembre de 1899, pasa por ser en este momento el único habitante del planeta que ha permanecido en el mismo en tres siglos diferentes. Tomó el particular relevo como actual abuela del mundo de la americana Susannah Mushatt Jones, nacida en Alabama en julio del mismo año que Emma y fallecida en Brooklyn el pasado 13 de mayo.

El gen Matusalén

En el relato Una flor amarilla, Julio Cortázar aborda una particular reflexión sobre la longevidad. «Parece una broma, pero somos inmortales», inicia el cuento el irrepetible escritor franco-argentino. ¿Inmortales? Pura ilusión, al parecer. Por medio de un estudio publicado en la revista Nature, un grupo de científicos estadounidenses ha tenido la deferencia de despertar de esa ensoñación a quien creyera en ella. Estos investigadores concluyen que el límite natural de la existencia humana se sitúa en torno a los 125 años como «consecuencia de las estructuras genéticas establecidas en las primeras etapas de la vida, el primer desarrollo, el crecimiento y la reproducción». Quien más se ha acercado a esa frontera fue la francesa Jeanne Calment (Arles, 21-2-1875 a 4-8-1997), la persona acreditada como la más longeva de la historia de la humanidad. Calment abandonó este mundo con 122 años y 164 días.

¿Cuál es el secreto de los centenarios? Jeanne Calment comía un kilo de chocolate a la semana y fumó hasta ¡dos años antes de morir! Emma Morano engulle tres huevos al día, apenas prueba la verdura y, al igual que a Calment y Ana Vela, le privan los dulces. Un denominador común es que los integrantes de ese club no suelen sufrir enfermedades serias a lo largo de la vida. Dieta y hábitos saludables influyen, pero buena parte de la comnidad científica matiza que a menudo no tanto como se piensa. Gozar de una vida muy prolongada depende mucho de los avances médicos y más aún de un factor que escapa a nuestro control, «un programa que lleva escritas determinadas instrucciones químicas y que se aloja en un manojito de genes excepcionales, situado en el cromosoma 2, entre ellos el bautizado como APOB». Se ha encontrado en todos los centenarios sometidos a estudio y es lo que se ha dado en llamar el gen Matusalén, en alusión al personaje que, según el libro del Génesis, fue el octavo patriarca antediluviano y vivió 969 años. Este gen contiene una infrecuente proteína, se tiene o no se tiene y no es necesariamente hereditario. En otras palabras, lo que vaya a ser será; no nos volvamos locos.

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