Utilidad y riesgos de los grupos de WhatsApp de padres
«Me salí del chat porque estaba harta, criticaban al profesor, hablaban de cosas personales...», cuenta una madre y profesora. Familias, maestros y psicólogos debaten sobre los usos de los grupos de móvil que se crean en los colegios
Yolanda Veiga
Jueves, 16 de junio 2016, 00:47
«Como ese profesor le haga algo a mi hija, va a ser lo último que haga». Teresa Hernández no recuerda exactamente si fue ese mensaje el desencadenante o cualquiera de las reacciones que provocó, inmediatas algunas, furibundas casi todas. Entonces entró por primera vez al grupo de WhatsApp de padres y madres de la clase de una de sus hijas... para decir que se marchaba. «Les dije que estaban insultando y que como madre y profesora no podía seguir en ese chat. Alguno me pondría verde, seguro, pero también recibí mensajes que me decían: 'Tienes razón, estoy contigo', aunque nadie más se salió del chat. Eso sí, no ha tenido consecuencias, a mi niña le siguen invitando a los cumpleaños».
Teresa es madre de tres hijos, maestra desde hace diecisiete años (de Educación Física en Secundaria) y actualmente ejerce de Defensora del Profesor de ANPE en Aragón. «Hemos tenido casos de maestros a los que los padres han insultado a través estos grupos de WhatsApp. En el caso de este profesor de mi hija se ha acabado organizando una recogida de firmas para quejarse». Eso supone saltarse dos pasos: «Cuando unos padres detectan un problema con el profesor deben ir a hablar directamente con él. El siguiente escalón será el equipo directivo del colegio y, el último, la Inspección de Educación. Los cauces son esos». Independientemente de que haya razones para la queja. «Hay profesores buenos y malos y este en concreto es problemático. Pero es que ya le juzgaban antes de empezar el curso. En el WhatsApp de padres empezaron a decir que les habían hablado mal de él, que ojalá no les tocara a sus hijos, que qué asco de tipo, le llamaban 'viejuno'... Y seguro que muchos de estos comentarios los hacían delante de sus hijos».
No es fácil salirse de un grupo de WhatsApp, parece que uno tiene que dar explicaciones.
Yo es que ya estaba hartita, los padres hablaban de cosas personales, mandaban fotos y vídeos, mensajes a las doce de la noche... Además tengo tres hijos, así que imagínate tres grupos de WhatsApp. Ahora tengo más tiempo y me cabreo menos.
¿No tiene ninguno?
Solo mantengo el de mi hijo porque se usa de forma más coherente. Para los deberes o para comunicaciones importantes. Desde luego si los padres critican a los profesores, no lo hacen ahí.
Los deberes suelen ser 'trending topic' en estos grupos de padres y madres. Y sobre la conveniencia de que los adultos supervisen las tareas de sus hijos hay opiniones encontradas. Jesús Salido es el presidente de la Confederación Española de Asociaciones de Padres y Madres de Alumnos y cree que los chats son una herramienta buena que cubre carencias del sistema educativo. «A partir de tercero de Primaria les dan a los alumnos una agenda pero a muchos no les enseñan cómo usarla, cómo apuntar los deberes, los profesores les otorgan a los chavales unas competencias y una autonomía que no tienen. Mi hija no aprendió a usarla hasta primero de la ESO. Hay niños que están más despistados y quizá no oyen cuando el profesor dicta la tarea, o la escriben en la pizarra pero se borra enseguida y no les da tiempo de apuntar... A través del grupo de WhatsApp los padres pueden supervisar que su hijo tiene bien anotados los deberes».
De esta manera se aseguran de que siempre los lleve hechos, pero ¿a qué precio? José Antonio Luengo, especialista en Psicología Educativa y exDefensor del Menor de Madrid, advierte de un riesgo, hacer a los niños «excesivamente dependientes». «Los responsables de anotar los deberes son ellos y los padres no podemos convertirnos en controladores de todo lo que ocurre en las clases. Hay que potenciar la autonomía de los menores». A propósito de esto, entona Teresa Hernández el 'mea culpa': «Un día a mi hijo se le olvidó el libro en clase y yo pedí a través del grupo de WhatApp que alguien hiciera una foto a la ficha para fotocopiársela y que llevase la tarea hecha. Luego pensé: '¿qué estás haciendo?'. Le salvé el culo, como suele decirse, pero enseguida llegué a la conclusión de que la responsabilidad es de él. Tampoco le van a poner un cero enorme por eso. Los niños tienen que desarrollar competencias y no es bueno sobreprotegerles para que no tengan frustraciones».
Cuenta otra anécdota muy ilustrativa. «El otro día obligué a mi hijo a estudiar unos verbos porque alguien en el grupo de WhatsApp de padres escribió que al día siguiente tenían control. Mi hijo insistía en que no había examen y aún así le dije que los estudiara. Tenía razón, no hubo control. El grupo te hace en ocasiones perder la confianza en tu hijo».
Sobre esto de los deberes puede haber diferencias en la opinión, pero sobre lo que hay un absoluto consenso desde todas las partes: profesores, padres, especialistas... es que estos chats no deben utilizarse para asuntos personales. «A veces algunos participantes empiezan a colgar chistes, opiniones políticas... y se distorsiona. Y lo mismo ocurre cuando asoma la rumorología, cuando se generan sombras de duda sobre los profesores y se utiliza al colectivo para amplificar la crítica... Porque normalmente nadie cuenta que a Fulanito le han dado un premio a la excelencia de Bachiller, sino que a Fulanito no sé qué maestro le ha hecho llorar en clase. Hay tutores que han creado ellos mismos el grupo para comunicarse más rápidamente con los padres de sus alumnos y han acabado por deshacerlo«, explica Pablo García Vicuña, secretario general de la Federación de Enseñanza de CCOO de Euskadi Irakaskuntza.
Teresa Hernández sabe por experiencia que los chats en ocasiones (no pocas) trascienden lo escolar. «A veces los padres crean grupos con motivo del cumpleaños de algún chaval. Pues una vez terminado el cumpleaños lo lógico es decir: 'Lo hemos pasado muy bien, gracias por la invitación'. Y salirse del grupo, no dejarlo activado, porque no tiene sentido. Como tampoco tiene sentido que cumplas años y veinte personas escriban 'felicidades' y tú, otras veinte veces, 'gracias'». Ella está ajena a todo esto porque se salió del chat, aunque a veces la meten. «Cuando hay un aviso importante algún padre me dice: 'Tere, te voy a meter en el grupo para que sepas esto' y luego me salgo. Es importante que la gente pida permiso para meterte en los grupos y que no te encuentres de repente ahí dentro, con un montón de gente que ni conoces».
A propósito de esto desde CCOO de Euskadi aconsejan que estos grupos de padres y madres se creen «con el consentimiento de todos los participantes. Nada de que uno diga: 'A Menganita ya se lo digo yo, que la veo en la parada'. Sobre todo en los casos de los grupos que crea el propio profesor. Debe asegurarse de que todas las familias están de acuerdo». Desde la Confederación Española de Asociaciones de Padres y Madres de Alumnos aconsejan incluso que se pongan una serie de normas previas: «horarios de actividad del chat, que los comentarios sean exclusivamente de cuestiones referidas a esa clase, que no se entre en valoraciones personales...». Consejos que extienden a todos. «También hay profesores que tienen grupos de WhatsApp. Hubo un grupo de docentes en Madrid que creó un chat en el que se criticaba a las familias. Cuando salió a la luz cesaron a la directora del centro».