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Vista de uno de los 'atrapanieblas', colocados en el desierto de Atacama cual carteles publicitarios.
El desierto que bebe agua de niebla

El desierto que bebe agua de niebla

En la región chilena de Atacama, la zona más árida del mundo, sus habitantes colocan 'atrapanieblas', mallas de polipropileno colocadas entre dos postes, para atrapar las gotas microscópicas que contiene la neblina

afp

Martes, 3 de mayo 2016, 14:24

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Como ya hicieron antes las comunidades indígenas, en la región chilena de Atacama buscan doblarle la mano al desierto más árido del mundo atrapando las gotas de la camanchaca, la niebla costera que cubre de madrugada estos cielos límpidos. Los 'atrapanieblas' son mallas de polipropileno colocadas entre dos postes que se yerguen sobre los secos parajes del desierto cual carteles publicitarios. Las gotas del agua de la camanchaca se condensan en la malla antes de deslizarse a los recipientes situados debajo para acumular, gota a gota, el preciado líquido.

Ubicadas en dirección contraria al viento, estas mallas son una tecnología sencilla y eficiente, patentada en Chile y exportada a muchas latitudes: Perú, Guatemala, República Dominicana, Ecuador, Nepal, Eritrea, Namibia o las islas Canarias en España. Otros países utilizan los árboles para capturar el agua de la niebla.

Un metro cuadrado puede recoger en un día hasta 14 litros de agua, explica Camilo del Río, investigador del Instituto de Geografía de la Universidad Católica, que desarrolla en Alto Patache -a 40 km de la ciudad norteña de Iquique- un centro de investigación sobre esta tecnología. La recolección promedio es de 7 litros diarios; en los meses de invierno y primavera la acumulación es mayor, y disminuye en otoño y verano. Por eso, la clave de esta fuente hídrica es el almacenamiento, dice Pablo Osses, jefe de proyecto de ese instituto. Un campo de 100 atrapanieblas de 4.000 m2 puede recoger diariamente 30.000 litros de agua.

El agua que se recoge, del mismo sabor que el agua de lluvia, no es cien por cien potable, por los minerales que arrastra desde el mar y entre ellos alguna que otra bacteria, pero «la transformación a potable no es compleja ni cara si es que se quiere para consumo humano; para otras actividades no hay ningún problema», señala Del Río.

En Alto Patache, los atrapanieblas abastecen completamente la estación de investigación científica de la Universidad Católica, compuesta de unos seis domos de color blanco que sirven de dormitorios, cocina, baño. El agua recogida sale luego normalmente de los grifos. En el sitio hay también una estación meteorológica y varios instrumentos de medición de la niebla.

«Una bendición»

Usada por los antiguos habitantes del desierto, que recogían el agua que se deslizaba por las laderas de las rocas recubiertas de moho y líquenes, el uso del atrapanieblas se presenta como una solución para abastecer de agua a pequeñas comunidades costeras del norte chileno, que sufren la aridez extrema de una región en la que casi no llueve en todo el año.

La camanchaca, oscuridad en aimara, es un tipo de niebla costera espesa y baja que se deja caer de madrugada en el desierto chileno, disipándose a medida que transcurre el día, cuando da paso a los cielos más límpidos y soleados del planeta, donde se asientan gran parte de los mayores telescopios mundiales. Esto se explica por la gran cantidad de radiación solar que recibe el océano Pacífico en esta zona ventosa, produciendo gran evaporación de agua. En su camino al continente, esta masa de aire se enfría al toparse con la corriente de Humboldt y con las altas cumbres de la cordillera andina, provocando la camanchaca. «Esta niebla es una bendición. Estamos en un ambiente desértico hiperárido, pero sí tenemos esta humedad proveniente desde el mar», dice Del Río.

Actualmente, unas 40 redes de este tipo funcionan en el desierto de Atacama. Sus dimensiones varían, pero en general son de 4 metros de alto por 8 o 10 de ancho. Para el uso masivo de los atrapanieblas en Chile, se necesita dotar de mayor predictibilidad a la tecnología, para que los habitantes de las comunidades que los usan sepan con cuántos recursos hídricos pueden contar. «El desafío del estudio de la niebla es poder llevarlo y aterrizarlo a las mismas comunidades. Cerca de la estación hay pequeños pueblos que no tienen agua potable y deben estar constantemente abastecidos con camiones aljibe que vienen de la ciudad, con problemas en la distribución», explica Nicolás Zanetta, coordinador de la estación de Alto Patache. «La idea futura es ver la factibilidad de implementar sistemas como este en nuestro entorno», agrega.

El sistema de atrapanieblas ya se usa con éxito en la región de Coquimbo (situada más al sur), donde abastece a una comunidad de 2.000 personas e incluso se creó una cerveza artesanal elaborada por las gotas de agua que se recogen de la niebla. Al igual que las energías alternativas, como la solar o eólica, se necesita que las empresas comercializadoras de agua integren esta fuente barata y eficiente en su paleta de opciones.

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