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Trabaja con la 'Nephila Clávipes', que es inofensiva.
La mejor inventora del mundo... gracias a una araña

La mejor inventora del mundo... gracias a una araña

Gladis Miriam Aparicio es colombiana y ha fabricado una membrana con tela de araña que alarga la vida de las baterías. Hace unos días viajó a Madrid para explicar su descubrimiento

Yolanda Veiga

Jueves, 26 de noviembre 2015, 16:08

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De niña pasaba horas mirando el cielo. Le intrigaba «cómo hacían los aviones para sostenerse en pie». Nunca se lo explicaron en la escuela, donde Gladis Miriam Aparicio (40 años, Palmira, Colombia) destacó por ser una alumna sobresaliente, de diez en matemáticas, física, inglés y química. Estudiaba con su hermana, que iba un curso por delante, y acabó licencíandose con nota en Física y Electrónica.

Es la mejor inventora del mundo, según la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI) y hace unos días viajó a España para participar en el Congreso anual de mentes brillantes (Madrid) y explicar el descubrimiento que le ha hecho merecedora de este galardón: una membrana conductora fabricada con tela de araña que alarga la vida de las baterías. «En el mundo existen 50.000 especies arácnidas y hay más de 940 en el Valle del Cauca, la región donde vivo. Pero yo trabajo solo con una, Nephila Clávipes, que es inofensiva y se ha convertido en mi compañera de trabajo», cuenta esta profesora de la Universidad Autónoma de Occidente en Cali, casada, madre de dos hijos y aficionada al cine, a los karaokes y a «los sonidos de la naturaleza».

Al reconocimiento internacional de la OMPI le siguió el Premio Nacional al Inventor Colombiano (se presentaron un centenar de candidatos). Dos medallas, pero ni un peso. «Es importante que los concursos ofrezcan incentivos económicos porque si no, la idea puede quedar estancada», advierte la investigadora colombiana. La suya está en fase de patente y todavía no se está comercializando. Cuando lo haga alargará el funcionamiento de baterías de coches («en los automóviles se puede reemplazar el electrolito líquido por una membrana sólida y eso reduciría tamaños, costos y elementos químicos que se usan normalmente»), móviles, etc.

«Cada batería está compuesta por dos electrodos y un material conductor, que es en lo que yo centré mi estudio. He fabricado una membrana conductora que tiene como elemento base el hilo de araña, que presenta mejores propiedades de elasticidad que las comerciales y está hecha con materiales completamente biodegradables que no producen gases de efecto invernadero y no afectan al cambio climático». Para llevar a cabo este proyecto ha necesitado de un permiso nacional ya que «hay que garantizar que la especie y el planeta no se afecten con las investigaciones».

Décima de trece hermanos

El invento es la culminación de un empeño que mostró desde niña -«siempre he sido muy curiosa, todo lo preguntaba y a veces mi padre se aburría de responder a todas mis preguntas»- por hacerse un hueco que, parecía, le estaba vetado. Décima de trece hermanos, ninguno se planteó ir a la universidad, solo Gladis. «No se puede, la Universidad es para ricos», le intentó quitar pronto la idea su padre. «Fue la primera vez que no le obedecí. Mis hermanas mayores se casaron muy jóvenes pero yo quería ser universitaria y poder acceder a un futuro diferente al que, seguramente, la condición social quería limitarme. Mi madre ponía inyecciones y logró reunir el dinero para pagar el ingreso en la Universidad del Valle y para los desplazamientos hasta Cali, una ciudad vecina a Palmira, donde vivo. El día que fui a hacer el examen de acceso llovía mucho. Un taxi me salpicó y me bañó en lodo, así que llegué una hora tarde». Aprobó. «Los resultados de los alumnos admitidos se publicaron en el diario aquel año, era 1992. Mi padre, entonces, me felicitó pero me advirtió que no habría dinero para pagar el semestre y los autobuses. Mi madre me ayudó al principio y luego me puse a trabajar y a estudiar al mismo tiempo».

En clase se encontró con veinte chicos tres chicas. Y solo una, además de ella, acabó la carrera. «Jamás sentí machismo, los hombres y las mujeres siempre estuvimos en igualdad de condiciones en clase», recuerda. En la Universidad no solo superó un reto, también cumplió un sueño que sustituyó a otro porque de niña se imaginaba «una gran pintora» y pasaba horas dibujando paisajes. Por entonces no sabía nada de la física. Nunca se le ocurrió que llegaría a ser una gran inventora, mucho menos que sería la mejor.

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