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En los últimos años el brownie se ha convertido en uno de los postres más populares.
El brownie de Hollywood

El brownie de Hollywood

Julia Fernández

Miércoles, 9 de septiembre 2015, 17:44

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Lo que está de moda en las cocinas de los famosos desde hace ya algún tiempo son los zumos. O mejor dicho, los 'smoothies'. Todo empezó cuando los paparazzi pillaron in fraganti a algunas actrices camino del gimnasio en California con enormes vasos con un líquido verde en su interior. La gente empezó a preguntarse qué era. Luego, la cosa se popularizó porque vendían los zumos recién hechos en tiendas ecológicas e, incluso, en máquinas expendedoras de 'vending' en Los Ángeles.

En los últimos meses han salido al mercado libros para hacer en casa nuestras propias combinaciones de frutas y verduras. A los 'smothies' se les atribuyen poderes desintoxicantes (el 'detox' tan de moda) y hasta adelgazantes (aunque esto es muy discutible). A Gwyneth Paltrow, una de esas 'celebrities' a la que le gusta predicar un estilo de vida saludable que casi roza la tontería, le pierde el 'smoothie' de melocotón, calabaza y leche de almendra para desayunar. Y uno se pregunta, ¿dónde quedaron aquellas musas de Hollywood a las que no les importaba mancharse las manos con chocolate?

Una de ellas era Katharine Hepburn. La protagonista de 'La reina de África' no solo era inteligente, brillante, guapa y osada (ella y solo ella ha sido capaz de presentarse en pijama para entregar un Oscar y denunciar la banalidad de estos premios), también fue una maravillosa repostera. Aunque en realidad solo lo sabían sus amigos. La cosa quedó al descubierto cuando tras su muerte, el 29 de junio de 2003, una seguidora envió una carta a 'The New York Times' para despedirla. En ella, su autora, Heather Henderson, reveló que la actriz tenía unas manos de oro para la cocina. El padre de Henderson hacía la compra en la calle donde vivía Hepburn y un día de 1983 le dejó una carta en el buzón para pedirle ayuda. Solo quería que le diera un tirón de orejas a su hija y la convenciera de que dejar la universidad no era buena idea.

Hepburn no solo leyó la carta, sino que a la mañana siguiente llamó a los Henderson y vaya si leyó la cartilla a la joven. Además, quedó en verla unos días después. Cuando la actriz llamó al timbre de la casa llevaba en sus manos un paquete. En su interior traía un brownie con el que acompañar el té. Después de aquella cita, los tres trabaron una fuerte amistad y la estrella acabó dándoles la receta del bizcocho que tanto les había gustado.

Como agradecimiento, Heather Henderson la dio a conocer al mundo entero en aquella carta al director y por la que hoy llega a nuestros días. La preparación es sencillísima, pero muy resultona. Solo hay dos trucos: No pasarse con la harina... "¡Ni con el tiempo de horno!". Palabra de Katharine.

La receta

Ponemos la mantequilla cortada en trozos gruesos en un cazo a fuego lento. Añadimos el cacao y dejamos que se derrita lentamente mientras lo mezclamos con una cuchara. Cuando lo hayamos logrado, apartamos a un lado y dejamos que pierda algo de temperatura.

Cuando esté templado, lo echamos en un bol y añadimos el extracto de vainilla y los huevos uno a uno sin dejar de batir con unas varillas para lograr una crema homogénea. En otro recipiente, mezclamos la harina, el azúcar y la sal. Lo añadimos a los ingredientes húmedos e integramos bien con ayuda de una espátula. Por último, echamos las nueces y repartimos.

Engrasamos un molde cuadrado (el tamaño que indica la actriz es 8x8) y vertemos la masa. Un truco es poner papel de horno en el fondo del mismo para facilitar luego el desmoldado. Lo llevamos al horno, que debe estar precalentado a 165 grados, y lo dejamos hacerse durante unos 25 minutos. Hay que vigilar que no se haga demasiado porque este bizcocho debe quedar jugoso, con un corazón muy blandito. De hecho, en función de cómo sea el molde de grande, nos puede llevar más o menos tiempo.

Katharine Hepburn recomendaba dejarlo enfriar antes de cortarlo en barritas y comerlo. Otra opción es servirlo templado con un poco de helado de vainilla o 'creme fraiche'.

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