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El delegado de Gobierno, Javier De Andrés, entregó este jueves el reconocimiento por su labor desinteresada en colaboración con Protección Civil a veinte radioaficionados. JORDI ALEMANY
Reconocimiento a los «bomberos de las ondas»

Reconocimiento a los «bomberos de las ondas»

Veinte radioaficionados voluntarios de la REMER reciben un reconocimiento por su «entrega y altruísmo»

Olatz Hernández

Jueves, 12 de abril 2018, 20:20

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Pablo Hormigo Fernández siempre ha llevado la radio en la sangre. Trabajó como representante de la marca Yaesu, que suministraba equipos radiofónicos a España. «Estuve reparando aparatos y me aficioné a las emisoras en el coche. Antes siempre llevaba el 'talkie' encima», confiesa. La suya es una afición muy útil en situaciones de emergencia. El País Vasco cuenta con 153 voluntarios de la red REMER, que ante cualquier emergencia ceden su tiempo, sus equipos y su experiencia a las instituciones. Incendios, accidentes.... cuando todas las comunicaciones fallan, ellos siguen ahí. Este jueves, el delegado de Gobierno, Javier De Andrés, entregó el reconocimiento por su labor desinteresada en colaboración con Protección Civil a veinte radioaficionados.

«En las inundaciones del 83, mi marido estuvo en Artxanda cuatro días, colaborando con el ejército. Coordinaba las labores de rescate y suministro de medicamentos con Madrid», explica Pili Díez Puente, que ayer recogió el diploma de su hijo Aitor Galarza, también radioaficionado. De su marido, Koldo Galarza, dicen que es capaz de reconocer por la voz a casi todos los radioaficionados. Pasión que ha heredado toda la familia. «Cuando vamos de viaje instalamos una antena en el coche y hablamos con camioneros que recorren Europa. Es muy bonito, la radio te pone en contacto con gente que de otro modo no llegarías a conocer nunca», explica.

Conexión con México

Fidel Valle Fernández, que se unió a REMER hace ya 25 años, empezó cuando viajaba en camión por la península, allá por el año 1982. «Conducía por toda la península y de ese modo tenía alguien con quien hablar. Era una distracción». Después de jubilarse se convirtió en una afición: «Ahora tengo dos antenas, una aquí y otra en Asturias. Con esa puedo llegar a todo el mundo». El contacto más lejano que ha conseguido hacer fue con México y asegura que de vez en cuando escucha emisoras chinas y japonesas «aunque entiendo poco».

El más veterano, José María Arbex Miro, ingresó en REMER en 1982. Su identificación es 'Tango 1' y recuerda que cuando empezó corría la década de los 70. «Empecé con una emisora prestada por un amigo. Hay miles de anécdotas, pero lo importante es que estemos dispuestos a echar una mano cuando sea necesario». El delegado, Javier De Andrés también destacó esa entrega y ese altruismo de los «bomberos de las ondas»

Sin embargo, en un mundo dominado por las tecnologías móviles, cada vez queda menos espacio para las emisoras. «La radio era una salvación cuando no había teléfonos. Añoro aquellos tiempos porque queda poco de aquella afición», se lamenta Pablo Hormigo. «Ya no es lo que era», secunda Fidel Valle.

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