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Los verificadores comparecen ante los medios.
C'est fini: «Es la victoria de la democracia sobre la violencia»

C'est fini: «Es la victoria de la democracia sobre la violencia»

Los verificadores se congratulan por «el final de la última organización armada de Europa»

Octavio Igea

Sábado, 8 de abril 2017, 14:03

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Poco después de las nueve y media de la mañana Txetx Etcheverry, una de las caras más reconocibles de los artesanos de la paz, ha salido del Ayuntamiento de Bayona entre suspiros. «Cest fini», ha exhalado visiblemente aliviado. La Casa Consistorial de la capital vascofrancesa ha sido el lugar elegido para que Etcheverry desvelara, en nombre de los mediadores, la ubicación de los arsenales de ETA al propio alcalde de la villa y presidente de la Mancomunidad de Iparralde, Jean René Etchegaray. La información ha sido validada en el mismo acto, celebrado a primera hora de la mañana, por los verificadores internacionales.

Su portavoz, Ram Manikkalingam, ha confirmado que las coordenadas de geolocalización de ocho zulos en Francia han sido puestas de forma inmediata en manos de las autoridades galas. Las fuerzas de seguridad se han dirigido a los escondites señalados para hacerse con los arsenales.

«ETA ya está desarmada, es la victoria de la democracia sobre la violencia», ha proclamado Manikkalingam en la rueda de prensa convocada tras el intercambio, del que han sido «testigos» el arzobispo de Bolonia, Matteo Zuppi, y el reverendo metodista irlandés Harold Good, que ya participó en el proceso de desarme del IRA y solicitó hace tres años el acercamiento de los presos de ETA a Euskadi.

En un comunicado leído en inglés, francés y castellano, el portavoz de los verificadores y el alcalde de Bayona han dado por concluída la labor de los intermediarios. «Es un momento histórico», han asegurado tras recordar brevemente el proceso de mediación con la banda, que arrancó en septiembre de 2011 y vivió uno de sus «grandes» hitos, según Mannikkalinga, en Louhossoa. «Fue el primer paso del desarme», ha dicho tras congratularse «del final de la última organización armada de Europa».

El portavoz de los verificadores ha explicado que la comisión que él dirige trabaja desde septiembre de 2011 con actores políticos y sociales de Euskadi, incluido el Gobierno vasco, partidos políticos, sindicatos y la «Iglesia católica vasca»; y ha agradecido al lehendakari, Iñigo Urkullu, su apoyo en la tarea «de ayuda en de verificar el alto el fuego y el final definitivo de la violencia» de ETA. En este sentido, ha concluido que confía en que con el apoyo de «todos los actores» este «paso histórico ayudará a consolidar la paz y la convivencia».

«En manos del pueblo»

A las 10.30 ha comenzado en Bayona una serie de conferencias y películas sobre la paz, a la que seguirá una concentración en Bayona a partir de las tres de la tarde, que se espera masiva. La cúpula de la izquierda abertzale estará al completo. El objetivo: intentar que la fotografía del desarme de ETA no sea la de una organización vencida policialmente y deslegitimada socialmente, sino la de un grupo que deja sus arsenales «en manos del pueblo».

Será el punto final a un proceso plagado de interrogantes y sumido en una nebulosa desde que a mediados de marzo Jean-Noël Txetx Etcheverry, un sindicalista sin vinculación con la banda, desvelase que ETA estaría desarmada para el 8 de abril. Lejos de los grandes comunicados y de la habitual retórica y parafernalia con que la organización llenaba sus vídeos propagandísticos, el anuncio aparecía escondido en una entrevista reportaje al propio Txetx en Le Monde.

Según algunas fuentes, fue el exceso de locuacidad de Etcheverry lo que precipitó los acontecimientos y otorgó a todo lo que ha venido después grandes dosis de confusión. Con apenas una veintena de activistas repartidos entre Francia y Venezuela y un arsenal reducido comparado con los años de mayor actividad terrorista, ETA esperó hasta ayer para confirmar de forma oficial las palabras de Txetx e impregnar de cierto simbolismo su decisión. A través de un comunicado remitido a la BBC, anunció que desde ayer es «una organización desarmada» y que «las armas y explosivos que tenía bajo su control se encuentran en manos de la sociedad civil».

Se trata de una estrategia que la banda comenzó a desplegar el año pasado. Al constatar el callejón en el que estaba metida, ETA buscó el apoyo de diferentes personalidades de Iparralde -sindicalistas, políticos, miembros de colectivos ecologistas...- para realizar el gesto de entrega de armas. Lo intentó en diciembre en Louhossoa. El efecto propagandístico quedó abortado cuando la Policía gala irrumpió en un caserío de la localidad vascofrancesa e interrumpió el proceso de inutilización del armamento que estaban realizando los autodenominados artesanos de la paz. Incluido Txetx.

Los recelos de las fuerzas de seguridad vienen por partida doble. Por un lado, se quiere impedir que ETA venda la entrega como un gesto que diluya la imagen de su derrota. Por otro, el temor a que cualquier manipulación de las pistolas borre alguna prueba que pueda ayudar a esclarecer los más de 300 asesinatos que quedan por resolver. La forma en la que las armas se pondrán bajo custodia policial y judicial seguía estando poco clara a última hora ayer, pero en ella jugarán un papel importante los mediadores civiles y la Comisión Internacional de Verificación liderada por Ram Mannikalingam, que el miércoles se reunió en Arkaute con el lehendakari, Iñigo Urkullu, la presidenta de Navarra, Uxue Barkos, y Jean Rene Etchegaray, presidente de la Mancomunidad de Iparralde y alcalde de Bayona. La cita se hizo pública ayer al mediodía.

Falta la disolución

En un intento por construir una pista de aterrizaje similar a la que se instaló en octubre de 2011, cuando en la conferencia de Aiete se pidió a ETA que acabase con su actividad armada y solo unos días después la banda anunciaba que cesaban los atentados, los partidos y el Gobierno vasco han movido sus fichas. A mediados de marzo Urkullu se reunió con Rajoy para intentar allanar el camino. El presidente del Gobierno le garantizó que no obstaculizaría siempre y cuando hubiese garantías de legalidad. Una línea similar a la que ha mantenido el gabinete de Hollande.

Esta semana le ha tocado el turno a los partido y sindicatos vascos. El miércoles comparecieron representantes de las principales fuerzas -a excepción del PP, que no fue invitado- para leer un comunicado conjunto en el que calificaban el desarme de «hito» para la convivencia. El texto, que Arnaldo Otegi respaldó con su presencia, abogaba por un proceso «irreversible, unilateral y sin condicionamiento político», muy lejos de las contrapartidas que durante décadas exigió la izquierda abertzale y la propia banda. Un día después, el Parlamento, con el apoyo de EH Bildu, aprobaba una proposición similar. En su comunicado, ETA resaltaba de forma ambigua «el apoyo que este proceso ha recibido por parte de las instituciones vascas».

A partir de hoy, la banda que ha asesinado a cerca de 850 personas estará desarmada. Solo faltará su disolución. Y podría no tardar.

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