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El profesor Manuel Montero, en el Parque de las Ciencias de Granada.
«Nadie quiere acordarse de la victoria contra ETA, ¿Por qué? Que me lo explique alguien»

«Nadie quiere acordarse de la victoria contra ETA, ¿Por qué? Que me lo explique alguien»

Manuel Montero, el que fuera rector de la Universidad del País Vasco, reflexiona desde Granada sobre el fin del terrorismo y la situación de Euskadi

carlos morán

Lunes, 25 de julio 2016, 03:19

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El profesor Manuel Montero (Bilbao, 1955) cree que el País Vasco ha despertado de la pesadilla del terrorismo de ETA con una amnesia galopante. Él fue uno de los que vivió para contarlo y asume el fenómeno de la desmemoria con resignación y decepción. Criado en la bella localidad de Ea, en la costa vizcaína, un mal día ETA se fijó en él y lo convirtió en una diana humana. Tuvo que acostumbrarse a llevar escolta. La presión acabó por hacer mella en él, y junto a su mujer y sus dos hijas, se trasladó a México. Allí ya pudo prescindir de los guardaespaldas y volvió a ser un hombre con una única sombra. Luego, la familia recaló en Granada, donde él retomó su profesión de docente universitario.

- ¿Ha vuelto recientemente a su pueblo, a Ea?

- Sí, llevaba un tiempo sin ir. Sigue siendo el mismo pueblo pequeño que era. Hicimos una comida por el día del Carmen y estuve con los amigos... Ea es un pueblo interesante.

- Supongo que entre sus amigos, e incluso entre sus familiares, habrá habido personas próximas al mundo de ETA...

- Claro.

- ¿Y cómo lo llevaba, cómo era el trato con ellos?

- Bueno... Visto desde fuera, se llevaba con bastante normalidad. En el País Vasco ha habido que coexistir con gente de todo tipo. No se vivía en guetos aislados. Pero es verdad que cuando llegaron los años de plomo se fueron creando fronteras cada vez mayores...

- ¿Fronteras o trincheras?

- Las dos cosas. No son incompatibles. No sé... O bien dejabas de verte con determinada gente o, si no te quedaba más remedio, hablabas de otra cosa. Por eso creo que se habla tanto de fútbol en el País Vasco, ja, ja, ja.

- Es una buena teoría.

- Es lo que pienso... Ahora que ya ha pasado todo, me llama la atención encontrarme con gente y tener la sensación de que no ha pasado nada, como si esos años no hubieran existido.

- Quizá era una forma de ahuyentar eso que los expertos en salud mental llaman estrés postraumático...

- Una vez escribí que para entender lo que pasaba en el País Vasco hacía falta un equipo de psiquiatras.

- ¿Era lo más seguro mirar para otro lado?

- Sí, hubo gente que miró para otro lado... Y yo me pregunto: ¿Se habrán arrepentido de mirar para otro lado o consideran que es lo mejor que podían hacer? Hasta el momento no he visto ningún arrepentimiento por apoyar a ETA, ni por apoyar a los que apoyaban a ETA, ni por mirar para otro lado. O sea, que no creo que se pueda hablar de estrés postraumático, aunque me gusta el término.

- Alguien dijo en una ocasión que era imposible encontrar una solución al conflicto vasco por la sencilla razón de que no había ningún conflicto.

- El problema era, efectivamente, que no había problema y entonces ¿cómo lo resuelves? En el País Vasco no había una lucha entre dos comunidades. No fue una guerra, fue terrorismo. Lo que había era una ficción creada por el terror. Y eso se arregló, fundamentalmente, por la actuación policial. Las movilizaciones populares, etc, ayudaron, pero lo que terminó con el terrorismo fue ron las actuaciones de las fuerzas de seguridad.

- Cada vez hay más personas que sostienen que existe el riesgo de que dentro de unos pocos años nadie se acuerde de qué fue ETA ni del dolor que causó, ¿existe alguna vacuna para evitar el olvido?

- No es que se vaya a olvidar, es que se está olvidando ya. Un chaval de 18 años ya tiene unas referencias muy vagas de lo que fue ETA.

- ¡Pero si ocurrió ayer!

- Para nosotros sí, pero para esta gente, no. Nos guste o no, la sociedad quiere olvidar. Estamos consumiendo cientos y cientos de horas hablando de la memoria histórica, de las cosas que sucedieron hace ochenta años, pero parece que no queremos acordarnos de lo que ocurrió hace cinco. La sociedad ha preferido refugiarse en los antagonismos de hace ochenta años antes que recordar la lucha contra el terror... Pues del olvido no se derivará nada bueno. Pero es lo que está sucediendo. Y está pasando en el País Vasco y en el resto de España. Deberíamos estar orgullosos de haber acabado con el terrorismo, pero parece que no... Nadie quiere acordarse de la victoria contra ETA. ¿Por qué? Que me lo explique alguien.

- ¿No teme que le consideren un aguafiestas por seguir mirando hacia atrás?

- Desde hace tres o cuatro años, el País Vasco se ha convertido en un parque temático de la felicidad. No sólo no existe ETA, sino que se hace como si no hubiera existido nunca. Por ejemplo, ya no hay pintadas. En cualquier calle de Granada hay más pintadas que en todo el País Vasco, quitando tres o cuatro pueblos. ¿Aguafiestas yo? No creo. Las cosas son como son. Las posibilidades políticas de la amnesia son mucho mayores que las de la memoria. No creo que piensen que soy un aguafiestas porque nadie se acordará. Además, la fiesta va a seguir.

- ¿Por qué se hizo historiador?

- La verdad es que no lo sé. Eso pasó en los años setenta, ja, ja, ja. Yo quería estudiar Clásicas, pero no había y me decidí por Historia. No fue una pasión vocacional.

«No sé por qué»

- ¿Y alguna vez imaginó que ese oficio tan aparentemente sosegado podía llegar ser una profesión de riesgo?

- Nunca. Eso era inimaginable para todo el mundo. Pero no sólo el historiador, en el País Vasco, ser panadero u obrero podía convertirse en una profesión de riesgo. En realidad, todas las profesiones menos una se convirtieron en profesiones de riesgo...

- ¿Cuál fue la excepción?

-...Luego, si quiere, volvemos sobre ese asunto.

- ¿Por qué se fijaron en usted los terroristas de ETA?

-Es una pregunta muy interesante para la que no tengo respuesta. No sé por qué se fijaron en mí. Es un error pensar que esta gente actuaba con algún tipo de lógica. Yo me siento incapaz de meterme en la cabeza de un terrorista. Es verdad que no soy nacionalista y tuve algunos cargos: fui decano de la Facultad de Comunicación y rector de la Universidad del País Vasco, y no era nacionalista...

- ¿Qué sucedió para que decidiera dejar el País Vasco? ¿Hubo un detonante o fue un cúmulo de circunstancias?

- Llevaba muchos años viviendo con escolta y eso es algo durísimo. Pierdes todo... Se te iba la vida. ¿A qué hora vas a salir? ¿A qué horas vas a volver? Siempre haciendo cálculos. Pierdes la privacidad... Así que dije: Hasta aquí hemos llegado, ya nadie me puede pedir más. Me fui por una especie de agotamiento anímico. Mi vida ha sido distinta debido al terrorismo y, probablemente, de forma irreversible. Pero también es verdad que la mente humana es lgo prodigioso. Todo esto que le he contado lo recuerdo como se recuerda una película, como si le hubiera pasado a otro.

- ¿Cómo se despidió de sus escoltas?

- No fue una despedida definitiva, porque volví hace poco y los vi de nuevo.

- ¿Cómo era su relación con ellos?

- No hay un principio básico para explicar eso. Había gente que se convirtió en colega de sus escoltas, pero yo prefería no hacerlo. La relación es amistosa, pero no es bueno que sea demasiado amistosa. Como decía antes, a nadie le entrenan para tener escoltas, así que tampoco hay una fórmula para relacionarse con ellos.

- ¿En qué momento se convenció de que ETA había dejado definitivamente de matar, porque, vistos los precedentes de treguas fallidas, imagino que acogería el anuncio con escepticismo?

- Cuando ellos hicieron el comunicado en el que hablaban de un cese definitivo... Los expertos decían que sabían lo que iba a pasar. En este país todo el mundo lo sabía todo, pero después de que pasaba. Todos pensábamos que estaban a punto de tirar la toalla, pero nadie lo sabía seguro. Podrían haber seguido tres o cuatro años más. Yo incluso tengo dudas de que ellos mismos, los etarras, pensaran que iba a ser definitivo, pero afortunadamente la Policía actuó bien y se acabó. Ellos no lo dejaron por una evaluación política, sino porque fueron derrotados. Intentaron enmascararlo, pero la derrota es la derrota.

«Escenario imprevisible»

- Ahora, la izquierda abertzale ha sufrido también una derrota política, han sido fagocitados por Podemos, ¿le ha sorprendido?

- Era un escenario imprevisible. No contábamos con que la gente les dejase de votar. Llegaron a ser una sociedad dentro de la sociedad y pensábamos que nunca sufrirían una sangría de votos. Pero están en caída libre y muy desconcertados. Ha sido una cosa de no creer.

- ¿Por qué eligió Granada para vivir tras abandonar el País Vasco?

-Porque era una ciudad universitaria y tenía amigos aquí, así que me pareció una elección razonable.

- ¿Volverá al País Vasco?

- Supongo.

- ¿Para siempre?

- Eso no lo sé.

- ¿No siente nostalgia?

- La nostalgia es un sentimiento curioso. En general, sentimos nostalgia de las cosas que no han sucedido.

- Antes no contestó sobre qué profesión fue la única que no era de riesgo en los años de plomo en el País Vasco. ¿Quiere hacerlo ahora?

- Los curas. Ser cura en el País Vasco en aquella época no era una profesión de riesgo.

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