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Mal precedente

El PSE ya colocó en 2012 al lehendakari Patxi López en Álava para mejorar sus opciones. Quedó tercero

Alberto Ayala

Jueves, 7 de abril 2016, 17:15

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El PNV hace ya mucho tiempo que tiene problemas en Álava. Posiblemente los ha tenido siempre, aunque dos personalidades de la talla del exalcalde de Vitoria José Ángel Cuerda y del exlehendakari Juan José Ibarretxe, sobre todo, le permitieran mantener semioculta esa fragilidad durante largo tiempo.

En este momento los peneuvistas gobiernan las dos principales instituciones de la provincia, la Diputación de Álava y el Ayuntamiento de Vitoria, al igual que ocurre en los otros dos territorios vascos. En el primer caso, en coalición con los socialistas. En la capital alavesa merced a una pinza orquestada y liderada por la izquierda abertzale para impedir el acceso a la Alcaldía del ganador de las elecciones, el popular Javier Maroto. El actual alcalde, el jeltzale Gorka Urtaran, no había pasado de un discreto tercer puesto en las urnas.

Sabin Etxea es plenamente consciente de que el debú de Podemos y de Ciudadanos en las próximas elecciones autonómicas va a propiciar uno de los Parlamentos vascos más fragmentados de la historia, si no el que más, y sin partidos menores. Consecuencia directa de lo anterior: conformar mayorías el día después va a resultar especialmente complejo.

Ante semejante perspectiva los partidos están más obligados que nunca a tratar de optimizar los recursos de que disponen para intentar obtener los mejores resultados posibles. Un escaño de más o de menos, sobre todo en el caso del PNV, puede significar la diferencia entre conseguir la mayoría con otra formación o necesitar de ententes a tres bandas para lograrlo.

A la vista de los últimos resultados electorales del PNV en Álava (terceros en las municipales, segundos en votos en las forales y de nuevo terceros en las últimas generales de diciembre) y con un buen número de exburukides, cargos públicos y alderdikides pendientes de juicio, procesados por corrupción en el marco del que se conoce como caso De Miguel, el partido de Andoni Ortuzar ha decidido mover ficha y arriesgar. El cabeza de lista por Álava en las autonómicas será un vizcaíno, el lehendakari Iñigo Urkullu, si lo respaldan las bases peneuvistas.

No es ni mucho menos la primera vez que ocure algo similar. Sin rebobinar más atrás en el tiempo, hace cuatro años, el PSE hizo lo propio con el entonces lehendakari, el también vizcaíno Patxi López. Con aquel movimiento los socialistas trataban de evitar una posible sangría de votos por la fractura interna del PSE en el territorio fruto de la gestión de Txarli Prieto.

La operación socialista se saldó con un discreto resultado. El PSE de López obtuvo un modesto tercer puesto, que en el partido se dio por bueno, persuadidos de que con Prieto al frente el batacazo podía haber sido mayúsculo.

La decisión le costará a Iñigo Urkullu tener que arrastrar con acusaciones de cunero desde otras fuerzas políticas. Además de que posiblemente reverdecerán las críticas que ya recibió el lehendakari cuando, avanzada la legislatura, tomó la decisión de dejar de residir en Ajuria Enea y utilizar el palacete vitoriano sólo como oficina. Algo habitual en otros ámbitos, pero que suscitó no pocas críticas en el territorio vasco menos nacionalista.

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