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óscar b. de otálora
Miércoles, 2 de marzo 2016, 13:45
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Las referencias al terrorismo que se cruzaron entre Pedro Sánchez y Pablo Iglesias han provocado el momento de máxima tensión del debate de investidura, de tal calado que incluso motivaron la intervención del presidente del Congreso, Patxi López, quien censuró la actitud del dirigente de Podemos y le pidió que no utilizase insultos desde la tribuna. ETA, los GAL y los crímenes de Estado, que estaban desaparecidos de todos los debates, acababan de reaparecer en el Congreso de los Diputados.
El intercambio de acusaciones se inició cuando Pedro Sánchez se dirigió a Pablo Iglesias para recordarle que el próximo ocho de marzo se cumplen ocho años desde que ETA asesinó en Mondragón al miembro del PSE Isaías Carrasco. «Fue asesinado por aquellos de los que usted dijo que eran presos políticos», afirmó en relación a la frase con la que Iglesias había saludado la puesta en libertad del dirigente de Sortu, Arnaldo Otegi. Esta referencia de Sánchez fue la primera al terrorismo que se producía a lo largo del debate de investidura.
Cuando llegó su turno de réplica, Iglesias no dudó en elevar el tono en esta cuestión. En primer lugar, acusó a Sánchez de «utilizar la memoria de las víctimas». Acto seguido, acusó al aspirante socialista a la presidencia del Gobierno con la siguiente frase: «El señor Felipe González tiene el pasado manchado de cal viva», y convirtió al partido socialista «en el partido del crimen de Estado».
Autopsia
La referencia a la cal viva supone volver a sacar en el Congreso el caso del secuestro y asesinato de los etarras José Antonio Lasa y José Ignacio Zabala, uno de los episodios más oscuros de la 'guerra sucia' contra ETA. Ambos miembros de la banda desaparecieron en 1983 en la localidad vascofrancesa de Bayona. En 1995, la autopsia realizada sobre unos restos humanos encontrados en una fosa común de Alicante permitieron certificar que se trataba de los cuerpos de Lasa y Zabala. Asimismo, las pesquisas posteriores identificaron como autores de su secuestro, tortura y traslado hasta Levante a tres miembros de la Guardia Civil; al entonces comandante Enrique Rodríguez Galindo y al gobernador civil de Gipuzkoa, el socialista Julen Elgorriaga. Todos ellos fueron condenados por los hechos.
El 24 de marzo de 1995, cuando la tensión política por la aparición de los cuerpos de los etarras se encontraba al rojo vivo, el entonces miembro de Herri Batasuna Mikel Zubimendi arrojó un saco de cal viva sobre el escaño vacío del entonces consejero vasco de Justicia, Economía, Trabajo y Seguridad Social, el socialista Ramón Jáuregui. Este producto químico era que el habían utilizado los asesinos de Lasa y Zabala para rellenar la fosa en la que quisieron deshacerse de los cuerpos. La imagen de Zubimendi vertiendo el polvo blanco sobre el asiento de Jáuregui para responsabilizarle políticamente del crimen de Estado provocó una fuerte polémica. Aunque Felipe González nunca fue procesado por estos hechos, la condena a miembros de su Gobierno como el Ministro de Interior, José Barrionuevo, por los crímenes del GAL ha hecho que históricamente la izquierda abertzale le haya considerado responsable de estos atentados. Hoy, Pablo Iglesias ha recuperado este argumento.
No obstante, la referencia al expresidente socialista realizada por el líder de Podemos está cargada de intención. Felipe González ha sido el miembro del PSOE que mayor rechazo ha mostrado a cualquier pacto con Podemos. En este sentido, el histórico dirigente socialista se ha desplazado en los últimos meses a Venezuela para apoyar a los presos políticos encarcelados por el Gobierno de Nicolas Maduro y se ha esforzado en mostrar los vínculos entre Podemos y el Movimiento Bolivariano que dirige el país caribeño. En varias ocasiones, el expresidente a advertido a Sánchez que pactar con Podemos sería la ruina de los socialistas. Esta mañana, Pablo Iglesias le ha devuelto estas alusiones con toda la crudeza posible.
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