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Imagen de archivo del guardia civil José Pardines, la primera víctima de ETA.
De Pardines a Baigorri: del primer atentado a la última cúpula de ETA

De Pardines a Baigorri: del primer atentado a la última cúpula de ETA

La Guardia Civil bautizó la operación que terminó de desmantelar a la banda terrorista con el nombre del agente asesinado en el primer crimen de la organización, perpetrado el 7 de junio de 1968, en lo que supone poner fin al círculo del terror

óscar b. de otálora

Jueves, 24 de septiembre 2015, 01:50

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El 7 de junio de 1968, el miembro de ETA José Etxebarrieta asesinó a sangre fría al guardia civil José Pardines Arcay, en el que está considerado el primer atentado deliberado de la banda. El martes, el instituto armado desarticuló a los restos de ETA en Saint Etienne de Baigorri al detener a los dos jefes que le quedaban a la banda, David Pla e Iratze Sorzabal, y a un veterano militante de la organización, Ramón Sagarzazu. Los mandos de la Guardia Civil que llevaron a cabo la operación para desmantelar lo que quedaba de la organización terrorista bautizaron el despliegue con el nombre de su compañero asesinado 47 años atrás. Al darle esa denominación cerraron el círculo de casi medio siglo de infamia de ETA. Lo que comenzó como un asesinato cobarde y casi psicópata termina con dos etarras huyendo por Francia y una decena de cómplices viviendo en la clandestinidad. En ese periodo han matado a 858 personas y causado daños irreparabales en todos los rincones de España. No ha hecho nada más. El resto son ensoñaciones y quimeras. Ilusiones de unos fanáticos y sus seguidores.

José Antonio Pardines Arcay, nacido en la localidad coruñesa de Malpica, tenía 25 años cuando ETA le quito la vida. El responsable de su muerte fue José Etxebarrieta, un etarra que había estudiado económicas y que, según el otro terrorista que le acompañaba en ese momento, Iñaki Sarasketa, se encontraba bajo los efectos de unas centraminas que acababa de tomar. El 7 de junio de 1968, en plena dictadura franquista, José Antonio Pardines detuvo el vehículo en que viajaban los dos etarras en la localidad guipuzcoana de Aduna. Etxebarrieta al darse cuenta de que el agente había descubierto que las matrículas eran falsas, sacó un arma y le descerrajó un tiro en la cabeza. Después le disparó al pecho otras cuatro veces más. Luego se dieron a la fuga. El asesino fallecería horas más tarde en un enfrentamiento con la Guardia Civil. El 2 de agosto, en venganza por la muerte de Etxebarrieta, ETA asesinó en Irún al comisario Melitón Manzanas. Franco decretó el estado de excepción en Gipuzkoa, lo que provocó, en un año, 198 encarcelaciones y 75 deportaciones. ETA, que soñaba con la famosa espiral acción-reacción ya tenía lo que quería. Sin embargo, no le sirvió para nada. En sus fantasías, según los documentos de la banda elaborados desde 1964, la represión de la dictadura debía generar una ola de indignación popular que terminase en un revuelta armada, una especie de levantamiento como el que llevó a la independencia de Argelia. Murió mucha gente y sufrió mucha más pero ni uno solo de los delirios políticos de los etarras se cumplió.

Violenta entre los violentos

El martes llegó la 'operación Pardines'. La Policía francesa, en una operación coordinada con la Guardia Civil, asaltó el caserío Agorerreka de Saint Etienne de Baigorri. La fachada de la vivienda -un hotelito rural del que los clientes elogian los desayunos- tiene el aspecto de postal folklórica. En el sótano, los agentes encontraron unas muñecos que reproducen a los zanpantzar, los protagonistas del carnaval de Ituren, localidad navarra situada casi en la frontera con Francia. Los agentes sabían que allí se iban a reunir David Pla e Iratze Sorzabal. Pla, que fue dirigente de Jarrai, fue uno de los terroristas que apareció ante las cámaras de vídeo en las puestas en escena de ETA como las que usó para anunciar el final de la lucha armada o en el supuesto sellado de armas. Pese a que en las imágenes se cubre con una capucha, no ha habido problemas en reconocerle. Sorzabal, quien también salía en esas grabaciones, era la representación de la violencia extrema. Como recuerda el periodista Florencio Domínguez, cuando hasta los más duros de la banda como 'Txeroki' reconocían que estaban derrotados, ella proponía extender los atentados y Francia y comenzar a actuar contra el PNV. Con ellos se encontraba Ramón Sagarzazu, un etarra en la cincuentena que entró en la organización con 18 años. La 'operación Pardines' acabó con ellos esposados y lo que quedaba de ETA convertido en una decena de personas en fuga desesperada.

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