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En la imagen, el paseo costero de Tazones.
Cinco pueblos marineros asturianos para perderse

Cinco pueblos marineros asturianos para perderse

En Asturias aún quedan pequeñas localidades pesqueras que sobreviven al turismo en masa. Te presentamos algunos de los rincones con mayor encanto

CÉSAR JUSTEL

Viernes, 20 de marzo 2015, 17:20

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Algunos lugares se han hecho demasiado grandes y los antiguos pueblos marineros han perdido su encanto y se han hecho muy turísticos. Otros por el contrario siguen con su tranquilidad por el día y sus atrayentes subastas de pescado al atardecer cuando regresan las barcas. En el norte, en general, están los de más tradición; pero los de Asturias, en particular, guardan un especial encanto. Las selecciones son siempre difíciles y puede que no estén todos los que son pero sí desde luego son todos los que están. Los que aquí aparecen no llegan a los 2.000 habitantes en su núcleo urbano.

1. TAZONES

254 habitantes. A 47 kilómetros de Oviedo

Cerca de los Picos de Europa y sobre una ladera de pinos y eucaliptos. Al amanecer se repite la misma escena, con las que parecen frágiles embarcaciones haciéndose a la mar y cuando deja de verse la última el silencio vuelve a llenar las calles que son miradores desde donde se han visto muchas tormentas, algunas causantes de naufragios. El pueblo es unas pocas calles empedradas con casas bajas y un puerto con pequeños bares-restaurantes con referencias marineras que sacan sus mesas a la calle. Aquí desembarcó el que sería Carlos I, en 1517. A primera hora de la tarde vuelven las embarcaciones y empieza la subasta: merluza, salmonete, rape, pixín y lenguado.

2. LASTRES

1.951 habitantes. A 59 kilómetros de Oviedo

Situado en una protegida ensenada, entre mar y montaña, el caserío está levantado encima del acantilado. Lastres siempre fue pesquero, cobrando fama en la época en que se cazaban ballenas. Pero también es ganadero. Sus casonas tienen miradores acristalados y las calles son estrechas y empedradas, casi todas en cuesta. Su privilegiada posición defensiva fue causa de que se construyera un fuerte (el 'castillo') del que aún quedan algunos muros. Cuando por la tarde regresa la flota, tiene lugar la subasta del pescado en la lonja. Es zona de manzanos y para que nada falte en sus cercanías hay huellas de dinosaurios.

3. CUDILLERO

1.000 habitantes. A 50 kilómetros de Oviedo

Llama la atención la distribución de sus casas, apiñadas sobre la ladera del monte como 'empujándose' para poder ver el mar. Abajo queda el puerto viejo desde donde se contempla la mejor vista con el pueblo trepando montaña arriba. Cudillero -Cuideiru en bable- es una larga calle principal a la que van a dar otras más estrechas casi todas escalonadas. En días lluviosos impresiona ver como baja el agua formando pequeñas cascadas. La villa es punto importante del Camino de Santiago costero. La parte cercana al muelle viejo está llena de bares y chigres, donde se toma sobre todo sidra, y donde sirven sardinas a la plancha, merluza, caldereta, o besugo. Al atardecer llegan las barcas de pesca y se abren pequeños tenderetes, en los bajos de las casas, donde se puede comprar el pescado recién llegado. Al igual que Tazones y Lastres, Cudillero ha sido declarado Conjunto Histórico.

4. SAN JUAN DE LA ARENA

1.531 habitantes. A 50 kilómetros de Oviedo

Hasta hace unos años toda la población era marinera con una flota de más de cien barcos. Ahora apenas pasan de diez, dedicándose principalmente a la pesca de la angula (presume de ser la capital angulera de España) que sale de su rula -lonja de pescadores- al resto de España y Europa. Su puerto sigue conservando el encanto y sus santos están relacionados con la Mar (el patrón es San Telmo) y salen en las numerosas procesiones a hombros de marineros. Cerca queda una de las mas bellas playas asturianas, la de los Quebrantos en la desembocadura del río Nalón.

5. PUERTO DE VEGA

1.814 habitantes. A 105 kilómetros de Oviedo

Se coronó como 'Pueblo Ejemplar de Asturias' en 1995, y desde entonces no ha perdido su encanto. Unas almenas centenarias custodian el pintoresco puerto pesquero, centro histórico de la actividad comercial de la localidad. De pasado ballenero, hoy se dedica a las conservas, los salazones y los escabeches. El mirador de la Riva ofrece una privilegiada vista del paseo del Baluarte, salpicado de antiguos cañones, y de los tejados de pizarra. El lugar hace las veces de museo marítimo, con dos enormes quijadas de ballena de 30 toneladas de peso flanqueando el primer contrato ballenero conocido. Frente al mar, uno de los arpones utilizados para cazar a estos animales. (Foto: David Pérez)

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