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Calles de Sarlat.
Périgord, la tentación vecina

Périgord, la tentación vecina

Una escapada a los mercadillos de Navidad franceses para oxigenarse y aprovisionarse de productos que darán un toque especial a estas fiestas

Pedro Ontoso

Sábado, 28 de noviembre 2015, 01:45

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He visitado varias veces el Périgord, en todas sus variedades cromáticas y en distintas épocas del año. He disfrutado en todas ellas. Está claro que la primavera y el verano te permiten estrujar más el día con una oferta inagotable de actividades, pero diciembre, a las puertas de la Navidad, es una buena ocasión para una hoja de ruta diferente. Se trata de saborear el aroma especial de unas fechas entrañables, por ejemplo, visitando los mercadillos navideños, y recorriendo los bosques de robles y castaños que salpican la región aquitana.

El mercado de Navidad más antiguo de Francia es el de Estrasburgo, conocido como el Christkindelsmarik, con el sello inconfundible de la Alsacia y al que se puede volar con Iberia Regional Air Nostrum. También resultan espectaculares los de Burdeos, Lyon, Marsella, Nantes, Toulouse o Niza. Y, por supuesto, París, ciudad que hay que seguir visitando, sobre todo ahora que está tan necesitada de cariño. Los de Sarlat y Périgeux, a tres horas en coche de la frontera, suponen un destino apropiado para conocer y vivir esta experiencia, que hay que abrazar con el espíritu adecuado: abierto y aventurero. Abstenerse pesimistas y misántropos.

En la Dordogne se respira tranquilidad. Naturaleza, prehistoria, historia, gastronomía... La calidad del foie y la trufa negra del Périgord son legendarias. También las nueces, las castañas y las setas, productos de temporada que se recogen en sus campos y en sus bosques, a la vera de ríos, bastidas, castillos y abadías. Pero en una escapada rápida, como el próximo puente de la Imaculada, hay que seleccionar. En Francia, los mercadillos más espectaculares casi siempre son los sábados. Es el caso de Périgueux, capital del Perigord blanco, y de Sarlat, centro neurálgico del Perigord negro.

En la primera localidad el 5 de diciembre ya hay mercado de la trufa con la participación de cofradías gastronómicas. Pero se venden muchos productos de temporada. Suele arrancar a las 9 de la mañana y finalizar a las 12.30. Conviene madrugar para saborear mejor el ambiente que se respira en la plaza Francheville y luego aprovechar la jornada para hacer un poco de turismo. En Sarlat también hay mercado los sábados, una cita que arrastra su tradición desde la época medieval. El día 5 se abre el específico de Navidad con medio centenar de casetas temáticas con piezas de artesanía, ambientadas con una decoración polar, incluidos iglús y osos, que la convierten en una villa escandinava. Tiene mucho éxito la pista de patinaje de hielo y la música ambiente. En esta población hay numerosas tiendas que ofrecen foie, elaborado en granjas muy premiadas, además de magret y confit de canard, quesos -como el cabecou (de cabra)-, chacinería y toda clase de dulces.

Un poco de turismo exprés

El turismo tiene que ser un poco de 'picoteo' en esta época del año. En Périgeux, la joya de la corona es la catedral de Saint Front, enclavada en el corazón de la antigua ciudad medieval. De estilo románico bizantino, su marca principal son las cinco cúpulas que destacan desde todas las partes de la localidad, que recuerdan la basílica veneciana de San Marcos. Le da un aire oriental que sorprende en esta región. En su interior sobresale un magnífico retablo y numerosas piezas recuperadas de abadías y cartujas. Llaman la atención varias lámparas espectaculares, entre ellas una que iluminó la boda de Napoleón III en la iglesia de Nuestra Señora de París.

Ahora que vuelve a estar de actualidad la manipulación de los credos y confesiones merece la pena recordar que durante las guerras de Religión hugonotes (calvinistas) exaltados profanaron la tumba de San Frontis, primer obispo de Périgeux, y lanzaron sus reliquias al río. En Zamora, en la margen izquierda del Duero, hay un templo dedicado a este evangelizador, fundado por un canónigo que sirvió en esta catedral perigurdina. El recorrido por las callejuelas de Périgeux y el paseo por la orilla del río ofrece la posibilidad de contemplar una estupenda vista del conjunto catedralicio y sus arrabales.

Muy cerca se encuentra Brantôme, una deliciosa población con mucha agua -se la conoce como la 'Venecia del Périgord'- a las puertas del parque natural de Limousin. Hace honor a esa circunstancia: cuando la visitamos descargó un diluvio descomunal que desbordó todos sus canales. La tormenta propició que buscáramos refugio en la inolvidable abadía benedictina y disfrutáramos de una sobrecogedora representación del Juicio Final en la zona de la cueva. Muy apropiado para el momento.

Volviendo a Sarlat y Périgeux como destinos prenavideños, en mi caso, la primera parada de la visita a la Dordogne fue Périgeux, donde pernocté, para disfrutar a primera mañana de un mercadillo que va directo al paladar. La oferta de hoteles en la ciudad no es larga, pero hay para escoger. Una buena opción puede ser el Mercure, en el centro, junto a un gran párking cerrado y varios establecimientos con ambiente joven para cenas desenfadadas. Si se prefiere un restaurante tranquilo y acogedor hay que cruzar la puerta del Hércule Poireau, que cuenta con un comedor abovedado del siglo XVI y ofrece una carta diferente, con cocina tradicional y 'gourmande'.

Para conocer ambos mercados hay que salir pronto para Sarlat, que tiene un horario mucho más amplio, que incluye parte de la tarde. El mercadillo de Navidad se ubica en la Place de Grande Rigaudie. El de productos alimenticios se apropia de la Place de la Liberte y del Casco Antiguo. Pero al margen de los puestos de la calle, también hay que entrar en el mercado cubierto de la antigua iglesia de Santa María, restaurado por Jean Nouvel, que ofrece prodctos locales - este abre desde las 8.30 a las 13.00 horas- , y en los comercios de este enclave medieval.

Es una ciudad que pide pasaear por callejuelas y plazas, porque es muy rica en patrimonio. Sus calles -y los castillos de los alrededores- han servido de escenario para numerosas películas, como es el caso de 'Juana de Arco', de Luc Besson, o 'La hija DArtagnan', de Bertrand Tavernier. Enla zona hay muchos pueblos pintorescos como La Roque Gageac, o Les Eyzies y castillos legendarios como los de Beynac y Bezenac. Para los más atrevidos, un poco más lejos espera la legendaria Rocamadour, esculpida en la pared del monte. Pero hay que calcular tiempos y distancias y si toca cambiar de caballo a mitad de carrera, se cambia. La oferta de alojamientos en Sarlat es muy amplia, pero una opción muy asequible es el hotel Le Coulevrine, sencillo, pero muy céntrico. También hay muchos restaurantes, aunque no todos abren en esta época. Guardo buen recuerdo de La Salamandre y su carta de produits du terroir.

Los vinos de Saint Émilion

Para aprovechar mejor la escapada se puede volver por Bergerac y Saint Émilion. Es un recorrido que ofrece la oportunidad de 'tapear' por enclaves muy sugerentes. La bastide de Monpazier, le chateau de Biron, la abadía y el claustro de Cadouin.... Y la hermosa vista del meandro de Trémolat. En la zona se cultiva un vino muy apreciado que es el Monbazillac. Saint Emilion no se despacha en unas horas, por supuesto, si se quiere aspirar el oxígeno de esta plaza medieval, rodeada de viñedos que se pueden recorrer en bicicleta, y que cuenta con joyas como la Capilla de la Trinidad, las catacumbas o la iglesia monolítica. Qué decir de los vinos 'rouges' de Saint Emilion, calificados como 'honoríficos' desde la Edad Media. Recuerdo que en mi primera visita, en un restaurante de la localidad la carta de menús era una doble hoja, mientras que la de los vinos era casi una biblia, y algunos con precios inalcanzables. Pero la gama es muy amplia y ya que pasamos por allí podemos entrar en alguna bodega y comprar vino para celebrar las Navidades con un néctar que nos ayude a olvidarnos de la crisis en compañía de nuestra familia y de nuestros amigos.

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