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Eider Burgos
Lunes, 30 de marzo 2015, 19:59
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No pocos coincidirán en que Roma es una de esas ciudades que se deben visitar al menos una vez en la vida. Ahora que Vueling acaba de estrenar conexión directa entre Bilbao y la Ciudad Eterna, qué mejor momento para asomarse por el balcón de un circo romano. O lanzar una moneda a una fontana con el ansia de encontrar al amor o afianzarlo si ya está presente. Pero si la capital italiana puede presumir de algo más además de monumentos icónicos es de su gastronomía. 'Osterias', 'paninerias' y demás especialidades tan ineludibles como los centenarios enclaves de piedra.
COLISEO
El Anfiteatro Flavio es símbolo irrevocable de Roma. Se considera sacrilegio poner un pie en la ciudad y no el siguiente a las puertas del Coliseo. Para los que cumplan con la tradición, deberían completar el 'pack' romano en Pasqualino al Colosseo, una 'osteria' típica a solo unos metros del circo, con platos tradicionales y precios moderados.
Para un 'lunch' informal, Pane e Vino, una 'panineria' (bocadillos a la italiana) para cuyos emparedados -nombrados como los romanos más ilustres- solo se utilizan ingredientes frescos. Conviene probar aquellos que contengan 'porchetta', un embutido típico de los pueblos que circundan la ciudad.
Y si se prefiere salir del típico circuito de restauración italiana, nada como refrescarse en el Ice club, un bar construido enteramente de hielo -incluso las copas- donde la temperatura ronda los cinco grados bajo cero. Aunque se precisa de buen abrigo, el mismo local ofrece mantas. No es que los cócteles sean baratos (la entrada cuesta 15 euros e incluye una copa), pero es una experiencia que vale la pena probar una vez en la vida.
FONTANA DI TREVI
Es aquí donde Anita Ekberg vivió la 'dolce vita', y donde los turistas pagan los sueños a cinco céntimos el deseo. Justo enfrente de la archiconocida 'fontana', el aroma que desprende el L'Antico Forno di Fontana di Trevi hace que pasar de largo se dé por imposible. Especialistas en comida casera, vale la pena picar un poco de toda la carta, desde el dulce hasta el salado.
Algo más escondido está Sora Lucia, a un par de calles del acuático monumento. No hay nada más italiano que la comida de la 'mamma', y este restaurante vaticina algo similar ya solo por su nombre. Es este un negocio familiar, con la matriarca a los fogones. Sabedora de los platos más antiguos de la Ciudad Eterna, solo sirve comida cien por cien romana, de esa que ya solo recuerdan las abuelas.
PIAZZA DI SPAGNA
La Barcaccia es imán de turistas, especialmente cuando el sol calienta Roma. A los pies de la escalera de la Plaza de España -hogar de la embajada española y la Orden de Malta-, se encuentra el Babingtons English Tea, un auténtico salón del té con el que transportarse de Roma a Inglaterra con solo pisar sus baldosas. Eso sí, si no se quiere acabar con un roto en el bolsillo, lo mejor es ajustarse exclusivamente a la carta de tés y galletas. Aunque cuentan con desayunos y platos, la cuenta puede traer una desagradable y prohibitiva sorpresa.
PIAZZA NAVONA
La Piazza Navona, con sus imponentes fuentes fruto de las manos de Bernini, es el punto de reunión de artistas. Bien cerca, en Vicolo Savelli, se encuentra La Montecarlo, una de las pizzerías más famosas de la ciudad que no en pocas ocasiones ocupa guías y tabloides internacionales. Pastas, pizzas y demás delicias del país en un ambiente al que llamarlo amigable es quedarse corto: los camareros atienden con algo más que gracia y no es difícil acabar charlando con los comensales de la mesa de al lado. Conviene recordar que aquí no admiten tarjetas de crédito, "solo economía real", reza una placa en el comedor. Aunque en España se estile el café después de la comida, no será en La Montecarlo donde lo sirvan; en su lugar, un disgestivo chupito de limoncello.
No hace falta moverse de Navona para pasar al postre. En una pequeña calle detrás de la plaza, se esconde una de las heladerías más viejas de toda Roa. La Gelateria Quinto lleva sirviendo gigantescas bolas de helado desde 1915. Si los helados italianos cuentan con buena fama de por sí, los artesanales de Quinto se llevan la palma. También cuentan con una carta de batidos.
PANTEÓN
El Panteón llama la atención por el agujero de nueve metros de diámetro que corona su cúpula. La tumba del primer rey de Italia se levanta imponente en la Piazza della Rotonda, un claro en medio de estrechas callejuelas. A solo unos pasos, en Via del Seminario, el restaurante Dakota, cuya decoración lo mismo recuerda a una taberna irlandesa que a un bareto yanqui. La carta, sin embargo, se inclina claramente por lo segundo. El Dakota no es el sitio más indicado si se quiere degustar la gastronomía típica del país. Sí lo es si se quiere dar un poco de aire a una semana repleta de pizza y pasta por medio de hamburguesas, patatas y múltiples cervezas.
Ya de cara al Panteón se encuentra el Napoletano's. Su terraza podría ser el perfecto escenario de una velada romántica, iluminada con velas y con vistas al gran pórtico. Conquistan su surtido de pizzas y la deliciosa mozzarella de búfala campana.
El café de después se puede tomar en el Bar Sant'Eustacchio il Caffè, en una pequeña plaza a un par de calles del Panteón. Destaca su 'caffè segreto' coronado por la famosa 'cremina'. Se desconoce su método de elaboración y los camareros se esconden para prepararlo; lo que es seguro es que como aquí, en ningún sitio.
EL VATICANO
No hace falta ser creyente para apreciar el valor de lo que guardan las puertas de la Santa Sede. O las inmejorables vistas que ofrece la cúpula de San Pedro a más de 130 metros de altura y 551 escalones mediante. Para reponer fuerzas, lo mejor es callejear entre murallas. Es en las vías más recónditas donde abundan los restaurantes asequibles y con bonitas terrazas. La Pancia Felice, en la Via di Porta Castello, da buena cuenta de ello. Vale la pena probar la 'bruschetta' para abrir el estómago, y llenarlo después con la finísima masa de cualquiera de sus pizzas.
A menos de diez minutos y casi a las puertas del Museo Vaticano, 200 gradi ofrece una dieta más informal sin rebajar la calidad. Es una de las 'paninerias' más conocidas de Roma, frecuentada tanto por turistas como por jóvenes que se acercan a picar algo antes de salir de fiesta. Tanto para unos como para otros, es típico terminar con un helado justo a la vuelta a la esquina, en la Old Bridge, una heladería con una selección de más de veinte sabores y la recomendable posibilidad de aderezarlo con chocolate caliente.
La pastelería Dolce Maniera (muy pequeña, hay que bajar unas escaleras para llegar) ofrece un final igual de dulce, aunque le debe su éxito a justo lo contrario: sus 'pizzette' se posicionan entre las mejores de toda Roma. Solo 3 euros dan para una bolsa de entre 15 y 20 piezas.
Si por lo contrario el turista prefiere cuidar la línea, Insalata Ricca es especialista en la materia. Existen varias franquicias repartidas por toda la ciudad, con un amplio surtido de ensaladas y una focaccia que cuenta con cierta fama. Lo curioso viene a la hora de escoger el plato, puesto que puede servise en el clásico de cerámica o en uno elaborado con masa de pizza.
CASTEL SANT'ANGELO
Próximo al Vaticano se levanta el Castillo del Ángel, donde hace 1.500 años, y según el papa Gregorio I, el Arcángel San Miguel envainó su espada señalando el fin de la peste que asolaba Roma. Hoy, una estatua conmemora la aparición y desde la terraza del último piso se aprecian unas espectaculares vistas de la ciudad.
Dejando el San Pedro a las espaldas y poco antes de llegar a la fortificación, en Borgo Pio se encuentra Da Manolo, una 'paninerias' simpaticona de fachada sencilla. Abierta día y noche, los bocadillos están designados con nombres de superhéroes; y para 'súper', su tamaño. Lo ideal es degustarlos mientras se pasea a través de las callecitas que cortan la avenida o por el parque que rodea el castillo.
Entre el número 52 y el 56 de la Via Crescenzio se levantan locales para todos los gustos, carne y pescado. Por un lado, el Porto, que aunque alzó la persiana hace solo unos meses, ya ha logrado erigirse como lo mejor del barrio. Buena atmósfera, buena gente y buena comida que pone el foco en los productos del mar. Justo al lado, su restaurante 'hermano', el Quarto Burger & Drink, expertos en hamburguesas a elegir entre 'peso medio', 'peso pesado' y 'el infinito'.
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