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Luis López
Domingo, 4 de octubre 2015, 02:20
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En los pueblos con playa nos regíamos por una máxima: si está en el agua y se mueve, se puede comer. Cuando bajaba la marea los niños recibíamos el verano en las pozas límpidas que quedaban entre las rocas. Allí había quisquillas, lapas, mejillones, percebes, ...
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