Ya hay más perros que niños en Bilbao
2018 ha sido el año en el que menos bebés nacieron en la ciudad y, al mismo tiempo, el que registró más mascotas
No es que estemos sustituyendo a los niños por perros. O quizás sí. Quizás el cariño de una mascota es más incondicional y menos voluble ... que el de las personas. Quizás está más a mano. Puede que, ante la imposibilidad de formar una familia, busquemos ciertas alternativas, otras formas de compañía. Esto lo analizaremos luego.
Primero, los hechos. En 2018 ocurrió lo que nunca había sucedido antes: en Bilbao ya hay más perros (34.615) que niños (32.936). Entendiendo por niños las personas menores de doce años. Y eso ocurre por movimientos en ambas direcciones. Es decir, cada vez hay más chuchos y, al tiempo, menos pequeños. De continuar esta tendencia, la brecha se irá ensanchando.
Las cifras son muy claras, aunque hay que explicarlas. En cuanto al censo de perros, el Ayuntamiento toma en cuenta el registro del Gobierno vasco en el que se inscriben los animales a los que se les pone el chip obligatorio (Regia). Pero, según fuentes de la concejalía de Salud y Consumo, no se trata de una herramienta demasiado fiable por dos razones: porque aún hay bastantes perros sin 'chipar', y porque a menudo no se dan de baja los animales que mueren. Así que para hacer una estimación de cuántos canes hay en la ciudad, el Ayuntamiento, primero, sólo tiene en cuenta los inscritos en el Regia menores de 13 años. Y luego, a esa cifra se le suma un 30%. En cualquier caso, el número no deja de aumentar: en 2013 eran 28.924; en 2017 habían subido a 32.816; y el año pasado se había alcanzado el récord de 34.615.
Vuelco en sólo diez años
De manera paralela, cada vez hay menos niños. Lo del invierno demográfico no es algo que esté por llegar. Ya está aquí. En 2017 en Bilbao había 33.193 menores de doce años, y en 2018 la cifra había bajado a los mencionados 32.936. No hay motivos para pronosticar que las cosas van a ir a mejor porque el pasado ejercicio fue, además, en el que nacieron menos bebés desde 1986, primer año del que se tienen registros en el Instituto Vasco de Estadística (Eustat). En concreto, las mujeres residentes en Bilbao tuvieron 2.383 partos (independientemente de dónde hayan dado a luz). Hace sólo una década, se superaban los 3.000. En concreto, en 2008, justo antes de la crisis económica, hubo 3.241.
Este es el gran problema de Bilbao, en particular, y de Euskadi, en general. Da igual de qué se hable (economía, urbanismo...). Al final, siempre nos estrellamos contra el muro de la demografía. Nuestra sociedad envejece, no hay relevo generacional, y así, el sistema acabará gripando.
¿Por qué no tenemos hijos? Garbiñe Henry, doctora en Sociología en la Universidad de Deusto y experta en sociología urbana, da las claves habituales. A saber: hoy en día los niños «generan muchas necesidades» y los jóvenes, mayoritariamente con trabajos precarios y mal pagados, no pueden embarcarse en la aventura de ser padres. Si a eso se añade el problema de la vivienda, con sus precios disparatados, el resultado es que «la gente no puede tener hijos».
Ya. Pero también está la otra variable. Hay mucha gente que no quiere. Es algo propio de las sociedades avanzadas. «Los jóvenes reflexionan más, analizan las consecuencias...», dice Henry. Y pregunta a Roberta Vicente, una colaboradora de 23 años que tiene al lado durante la entrevista. La joven habla de un cambio de paradigma. «Ser madre supone renunciar a un estilo de vida que muchas mujeres no quieren perder», analiza. Además, «hoy en día tu rol como mujer no tiene por qué implicar tener hijos, no se percibe como antes, que parecía una obligación». De hecho, ella ni se lo plantea.
Hay un reciente estudio del Consejo de la Juventud de Euskadi muy revelador en este sentido: en 2018 el 20,8% de la juventud vasca (entre 15 y 30 años) decía que no deseaba tener hijos. Es casi el doble que sólo tres años antes, porque en 2015 sólo suponían el 11,9%. El porcentaje de quienes renuncian a tener descendencia es ligeramente superior entre las mujeres (21,7%) frente a los hombres (20%).
Cariño sin compromisos
Luego está lo de los perros. ¿Por qué cada vez están más presentes en nuestras vidas? Por supuesto, siempre ha sido el animal doméstico que mejor se ha incorporado a la rutina familiar. Uno más en casa. El que da cariño incondicional. Pero el auge de los últimos tiempos tiene tres explicaciones, según Carmen Maganto, doctora en Psicología en la Universidad del País Vasco (UPV/EHU). Menciona, en primer lugar, el envejecimiento de la población: uno de cada cuatro bilbaínos tiene más de 65 años, y en menos de una década un tercio de la población estará sobre esa franja de edad. Pues bien, mucha de esa gente vive sola y busca compañía en una mascota. «También se utilizan como mecanismo para atraer a los nietos».
En segundo lugar la psicóloga apunta que entre personas de mediana edad se recurre a los perros para socializar, para buscar pareja. Para ligar. Para forzar puntos de encuentro con otras personas en ese momento vital tan delicado que llega cuando, a ciertas alturas, la vida se ha revelado como un lugar muy distinto, y peor, al que esperaban.
Por último, Maganto se refiere al egoísmo propio de las sociedades desarrolladas. Es decir, menciona que cada vez se recurre más a las mascotas en busca de «una implicación emocional sin compromiso». «Nos cansamos de escuchar, de que la gente nos cuente rollos... Frente a eso, la respuesta emocional de un perro siempre es positiva». A nivel de relación, es menos exigente. Pero, al mismo tiempo, es muy eficiente. Tanto, que cada vez son más los tratamientos psicológicos que se valen de estos animales para impulsar el desarrollo cognitivo de personas con discapacidades, gente que «no entiende el lenguaje, pero sí las emociones, el cariño, que transmite un perro». Se trata de terapias que también se llevan a cabo con caballos y delfines. Pero ese es otro asunto.
Por último, Garbiñe Henry, la socióloga, añade otra variable que explica el auge de los chuchos: la crisis de la que no terminamos de recuperarnos. «La gente ahora sale menos, viaja menos al extranjero, y eso le facilita tener una mascota».
Así que, al final, la misma situación económica que supone una grave cortapisa para tener hijos anima a mucha gente a tener perros. Toda una bomba demográfica y social.
Tres multas al mes por no recoger la caca
El auge de las mascotas en Bilbao ha obligado al Ayuntamiento a tomar medidas. A adaptar el espacio público a las nuevas demandas de los vecinos. Así, según fuentes municipales, la ciudad cuenta con doce áreas de esparcimiento canino (esencialmente, en los grandes parques), y con dos áreas de entrenamiento. Estas últimas, en Sarriko y en Punta Zorroza (se está preparando una tercera en Jardines de Garai), cuentan con equipamientos específicos para que los animales hagan ejercicio.
Además, la Administración local tiene 772 papeleras con dispensador de bolsas de plástico para que los dueños recojan los excrementos. Quien no lo hace puede recibir una multa de entre 751 y 1.500 euros. ¿Ocurre a menudo? Que la gente deje el regalo en la acera, sí. Que se le sancione, no tanto. Hay unas tres multas al mes (37 en todo 2018, y 13 en lo que va de año). Desde el Ayuntamiento recuerdan que únicamente se puede sancionar a la gente a quien se pilla in fraganti.
En su contexto
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34.615 perros había en Bilbao en 2018, según cálculos municipales. La cifra no deja de crecer. En 2017 eran 32.816, y en 2013 se quedaban en 28.924.
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Contra la soledad El aumento de personas mayores que viven solas y buscan compañía explica en parte que cada vez haya más perros. También hay gente de mediana edad que los usa para salir a ligar.
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32.936 niños menores de doce años había en 2018 en Bilbao. La tendencia es a la baja: en el ejercicio anterior eran 33.193.
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El gran problema El invierno demográfico ya está aquí. El año pasado fue el que menos bebés nacieron de madres bilbaínas desde que se tienen registros (2.383). El 20% de la juventud vasca dice que no quiere tener hijos.
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