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LEIRE PÉREZ
ETXEBARRI.
Jueves, 2 de noviembre 2017
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Estudiante de Ciencias Políticas, Miriam Ureta siempre se ha mostrado interesada en que «la política estuviese en la calle» a través de las agrupaciones de electores. Y esa inquietud la plasmará en su tesis doctoral movida por la intención de «generar conocimiento y visibilizar la realidad» que envuelve a un fenómeno que se ha disparado en la última década y que en la comarca está muy presente con La Voz del Pueblo en Etxebarri, Gure Herria en Zaratamo, Adie en Orozko y Usansolo Herria en Galdakao. «Las agrupaciones vecinales han venido para quedarse», subraya.
«En 1991 LVP entró en el Ayuntamiento de Etxebarri. Entonces sólo 26 escaños del País Vasco estaban en manos de agrupaciones vecinales; desde 2015 cuentan con 125», compara. Una realidad que, si se circunscribe a Bizkaia, supone «24 escaños en 1991 y 84 en 2015». Ocho de esas agrupaciones, además, gobiernan en otros tantos municipios en el territorio histórico. «Es indudable que en casi todos los pueblos que tenían representación han crecido y en otros han ido cuajando», asegura.
Lo «interesante» de que los vecinos tomen la política como algo suyo y quieran entrar en las instituciones para gobernar «de otra forma» ha llevado a Ureta a no quitar ojo a estos movimientos municipales. Lleva meses manteniendo reuniones con los diferentes colectivos para conocer desde dentro cómo funcionan.
Y en esta investigación es La Voz del Pueblo la piedra angular de su tesis. «Tiene una historia peculiar, es un ejemplo para muchas otras plataformas», considera. «Es un híbrido. Nació como un movimiento social, con manifestaciones en las calles. Tiene una estructura sencilla y abierta en la que cualquiera puede participar, pero además sabe relacionarse con el resto de partidos políticos como uno más», apunta.
En su opinión, es importante destacar que las agrupaciones vecinales son «un ejemplo de cómo se hacen bien las cosas, de forma amable y profundizando en la democracia al desarrollar herramientas de participación ciudadana como asambleas y consejos». «Se da voz al pueblo; el programa electoral lo deciden los propios vecinos, ellos dicen qué es lo prioritario», subraya. Características que también, aunque con menos tiempo de andadura, van solidificando en localidades como Orozko, Ibarrangelu, Carranza y Zalla, entre otras.
Y en este sentido destaca además las relaciones que han creado con los partidos convencionales y con otras instituciones. «Estas personas han sabido generar respeto, tejer alianzas sanas y, a pesar de que no tienen nadie que les respalde, consiguen buenos resultados. Tienen el respaldo de su pueblo porque sabe que no hay otros intereses», concluye.
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