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LEIRE PÉREZ
Miércoles, 7 de junio 2017, 00:01
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Los cerca de noventa ganaderos que desempeñan su oficio en el valle de Orozko y que se han visto obligados a resguardar a sus toros en las cuadras ante la detección de un caso de tricomoniasis se reunirán hoy para cuantificar los daños que tendrán que soportar en los próximos meses. Los representantes del sector todavía desconocen cuántos animales están afectados por esta enfermedad de transmisión sexual, que provoca esterilidad a los machos, abortos a las vacas y malformaciones a los terneros.
Confían en que el número sea pequeño, porque los ayuntamientos de la zona Orozko, Zeberio, Zeanuri y Areatza en Bizkaia y Zuia, Zigoitia, Llodio y Amurrio en Álava han actuado con rapidez prohibiendo el acceso de los machos a los pastos. Y eso a pesar de que la veintena de los toros registrados en el lado vizcaíno han superado satisfactoriamente los análisis a excepción de uno, con el que se desató la alarma y que fue sacrificado.
Con la medida, evitarán que se propague el virus, pero sufrirán daños colaterales. La producción de carne de vaca del próximo año caerá en picado y, con ello, sus ingresos. Es por eso que hoy se reunirán para decidir qué medidas toman. «El 80% de las vacas, que están a día de hoy en el monte, no están embarazadas y no van a tener este año toros que las puedan preñar», explica el presidente de la asociación de ganaderos Itxina, Javi Aramendi. «Tenemos que buscar una alternativa, decidir si se bajan las vacas para preñarlas en las cuadras con el coste que ello conlleva o esperar al otoño», añade.
Profesionalizar el sector
Y es que la campaña está arruinada para los ganaderos de la zona, porque se trata de vacas de razas autóctonas que pastan en los montes comunales del parque natural en primavera y verano y que regresan a la cuadra para resguardarse del frío invierno. «Desde ahora hasta agosto se quedan embarazadas, y en la primavera nacen las terneras con el golpe de hierba», recuerda Zigor Gorostiaga, uno de los ganaderos más jóvenes de Orozko y quien tiene más de 40 reses a su cuidado.
Según Gorostiaga, no quedaba otra opción que prohibir el acceso de los toros a los montes porque «se podría si no contagiar todo el rebaño». «Se ha tomado una decisión rápida porque desde hace cuatro años se realiza un seguimiento y análisis y, por suerte, se ha controlado. Si se llegan a infectar gran parte de las vacas, las pérdidas podrían ser del 40%, aunque así también palmaremos dinero, pero será mejor», señala.
En su opinión, la enfermedad obligará a los ganaderos de la zona a modificar su forma de trabajar y a estudiar otras fórmulas, como que los animales copulen en la cuadra. Gorostiaga ve, a pesar de lo perjudicial, una «oportunidad para profesionalizar el sector al conocerse más sobre las enfermedades y sentar las bases de trabajo para una gestión común del monte público entre los diferentes municipios, tanto de la vertiente vizcaína como alavesa, en base a criterios de sostenibilidad medioambiental, social y económica».
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