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SERGIO LLAMAS
BARAKALDO
Jueves, 22 de marzo 2018, 17:40
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En los últimos días acceder a Barakaldo por la carretera de la calle La Bondad, entre el antiguo edificio universitario de Minas y la ciudad deportiva de San Vicente, se había convertido en una operación de riesgo. Un grupo de menores había elegido ese punto para lanzar piedras a los vehículos. El martes llegaron a tirar un bolardo esférico contra los conductores, y este miércoles rompieron la luna de un autobús escolar cuando transportaba a varios niños. Esa tarde la Policía Local logró identificar a los presuntos responsables, de 13 años.
Aunque debido a su edad los menores son penalmente ininmputables, el Ayuntamiento de Barakaldo ha anunciado que les reclamará daños y perjuicios por el deterioro del mobiliario urbano. No es el principal inconveniente que han causado. Varios viandantes y conductores que transitaban por la zona habían denunciado ya el caso a la Ertzaintza y a la Policía Local. Tras ocasionar algunos destrozos a un vehículo el martes, el mismo día en que arrojaron un bolardo de piedra, la policía autonómica abrió diligencias y se puso en marcha un operativo de vigilancia que dio como resultado la identificación de los menores.
La piedra que este miércoles, minutos antes de las 16.00 horas, rompió la luna de un autobús escolar de la firma Vigiola, con 55 plazas y que transportaba a los menores del colegio El Regato hasta sus casas, no fue la primera que impactaba el vehículo. «Otras veces habían dado en el techo y en la chapa, y no habían causado más daños que algún bollo», explicaron en la empresa, donde recordaron que el problema se remontaba a la semana pasada, y que también ha afectado a otros autobuses escolares. Según detallaron, los vándalos se colocaban en la pasarela que hay junto al ‘Dia’.
«Vamos con miedo, pero no podemos cambiar la ruta», advirtieron en Vigiola. Hace dos días, cuando se detuvieron tras recibir el impacto, estuvieron junto a otro coche que también había sido dañado. «Ya había allí varias patrullas», detallaron.
Lo ocurrido causó malestar en los padres de los menores que viajaban en el autobús, algunos de tan sólo tres años. «Romper una luna ya es algo muy serio. Es para estar preocupado, la verdad», aseguró un familiar, quien reconoció haber visto al conductor «bastante nervioso».
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