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Marcos Aldama, extrabajador de Altos Hornos, relató sus vivencias amorosas.
«¿Solo has tenido una novia en toda la vida?»

«¿Solo has tenido una novia en toda la vida?»

Escolares de Sestao comparten vivencias con mayores del municipio en el I Encuentro Intergeneracional

SILVIA OSORIO

Viernes, 19 de mayo 2017, 23:44

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«Solo tuve televisión cuando me casé». A más de uno de los ochenta escolares que ayer acudieron a la Escuela de Música se le quedaron los ojos como platos cuando Laura Torres, vecina del municipio aunque natural de Santander de 73 años, relató una realidad que muchos de su generación han vivido. «Cuando salía Sara Montiel, cenábamos pronto e íbamos a verla en la tele del bar de debajo de casa», continuó esta mujer que reside desde los once años en la calle Simóndrogas.

Alumnos de quinto y sexto de Primaria de los colegios Amor Misericordioso y Marconzaga, en Sestao, tuvieron la oportunidad de conocer la historia y vivencias de tres mayores muy deportistas e intercambiar opiniones con ellos respecto al pasado, presente y futuro en Sestao para participar en el I Encuentro Intergeneracional entre adolescentes y mayores. Esta actividad se enmarcaba dentro de la IV Semana para Personas Mayores Activas del municipio, que promueve el envejecimiento saludable. La sesión se inició con una breve presentación de los tres jubilados, quienes formaron grupos con los chavales con el objetivo de crear un clima de confianza en el que compartir experiencias a pesar de la diferencia de edad.

En los corrillos salieron todo tipo de temas. Incluso, amorosos. Y no hubo reparos. A Marcos Aldama los chavales le preguntaron cómo ligaba en su juventud. El extrabajador de Altos Hornos contó que su única novia había sido su esposa, ante lo cual surgieron las preguntas de los escolares. «¿Una novia en toda la vida?», se cuestionó Naroa, que escuchaba con atención. «Siempre la acompañaba a casa hasta que un día le propuse ser mi novia. ¡Echó a correr!», contó entre risas el veterano sestaotarra. «Había que trabajárselo», añadió, mientras otra muchacha alzó la voz para recordar que «ahora también se lo tienen que currar».

Más diferencias se veían en las economías de las familias, en las que los hijos tenían que llevar dinero a casa. «Cuando estaba en la Escuela de Aprendices ganaba 508 pesetas. ¡3 euros! Lo entregaba en casa», relató Aldama. En casa de Elena Larraz, cuando era una cría, no había ducha y se tenían que lavar en un barreño. «Agua sí teníamos, pero ni gel ni nada. La jaboneta del Chimbo ya te digo yo qué bien funcionaba...», precisó esta mujer, taxista durante más de 30 años.

Más libertad

Los adolescentes que participaron en esta iniciativa se dieron cuenta de la libertad que ahora tienen con respecto a los jóvenes de antaño. «En el colegio nos hacían ir a misa todos los días a las 8 y cuando suspendía una asignatura, no salía de casa hasta que la aprobaba. Pese a todo, somos una generación muy feliz y muy educada», precisó Aldama, quien se entretenía junto a los amigos jugando al fútbol, al marro o al escondite, siempre en la calle. «Ahora sería imposible. A la vecina seguro que le molesta el balón», aseguró Torres.

Ahora los chavales y también adultos no se separan de sus smartphones. La mujer también confesó que lo utiliza, pero no le gusta que se haya perdido la simple, pero placentera charla cuando va en el metro o en el tren, el medio de transporte en el que en épocas anteriores se desplazaban los jóvenes para acudir a los bailables de Santurtzi, de Barakaldo... «Nos conocíamos todos. Y así surgían las relaciones. Me da una pena cuando veo a la gente con el móvil... Bichito por aquí, bichito por allá...».

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