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Víctor Fernández y Juan Carlos Martínez, ayer a las puertas del restaurante.
Cierra el Kai Alde de Santurtzi, el restaurante al que fueron «ministros y artistas»

Cierra el Kai Alde de Santurtzi, el restaurante al que fueron «ministros y artistas»

Las deudas condenan al emblemático local, cuyos trabajadores venden sus enseres para pagarse el sueldo

SILVIA OSORIO

Miércoles, 25 de enero 2017, 23:47

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«Es una pena. Toda una vida aquí... Verlo acabar así no es plato de buen gusto para nadie». Víctor Fernández se ha pasado las últimas cuatro décadas sirviendo las mesas del emblemático restaurante Kai-Alde, en Santurtzi, un referente culinario de la comarca. Entró como camarero a los 18 años con experiencia en barra, pero no en restauración. Ahora, a sus 57 años, tras una infatigable trayectoria, su mirada denota no sólo el paso de los años y la nostalgia de otras épocas de mayor relumbrón vividas en el que considera su «hogar», sino también tristeza, decepción y un vacío inmenso pues el establecimiento de la calle Itsasalde cerrará sus puertas el día 31 al no poder hacer frente a las deudas.

La cocina santurtziarra sufre así un nuevo revés. En tres meses, dos de sus restaurantes con más solera han bajado la persiana. En octubre los dueños de Currito sucumbieron a la crisis y abandonaron el pintoresco chalé Villa Esperanza, en el que se prevé levantar una urbanización. Ahora se despide el Kai-Alde, al menos tal y como se le ha conocido en estos casi 75 años de historia. Según los seis trabajadores del local, que se quedarán en la calle, la actual gerencia no se puede hacer cargo del negocio «por motivos económicos».

Los propietarios de la lonja acometerán una reforma que ya estaba prevista y que en iba a suponer un ERE temporal de dos meses para el personal. Sin embargo, la responsable del negocio, que cogió la riendas hace año y medio tras la salida de Joseba Ramos, ahora concejal en el Consistorio, ha optado por tirar la toalla al verse absorbida por las deudas y por el problema de tener la caja parada el tiempo que dure la obra. El futuro del local es una incógnita, pero según ha podido saber este periódico, ya habría algún interesado en alquilarlo, aunque se desconoce si con la pretensión de mantener la esencia del Kai-Alde o de lanzar una nueva propuesta.

El templo culinario más antiguo del municipio inició su andadura en 1943. Las sardinas asadas en la parrilla del exterior algo que ya no se hacía desde hace meses y las recetas de Presen, la cocinera durante décadas ya fallecida, impregnaban los comedores de un aroma único e invitaban a entrar. Eran tiempos dorados, en los que acogía un centenar de bodas al año, otras tantas comuniones, bautizos... Y también era reclamo para artistas y personas de renombre, que aprovechaban su visita a Santurtzi para degustar su delicioso bacalao al pil pil, sus kokotxas... «Por aquí han pasado ministros y artistas. ¡Qué tiempos aquellos! Era una comida exquisita. Siempre se mantuvo el nivel», subraya Fernández.

Venta de vajilla, bebidas...

Sin embargo, el esplendor se truncó en los últimos tiempos por la crisis y la menor afluencia de clientela. El jarro de agua fría llegó el viernes. «Nos comunicaron que los 20 días que llevábamos trabajados de enero no los íbamos a poder cobrar», explica Juan Carlos Martínez, metre desde hace cuatro años. Por ello, y con el beneplácito de la gerencia, que ha declinado realizar declaraciones, los trabajadores, que no tenían «espíritu ni fuerza» para atender ya al público, optaron por sacar a la venta la comida, la bebida, el menaje y el mobiliario del local hasta agotar existencias.

Su objetivo es pagarse el sueldo y paliar las deudas del negocio. «Hay que apechugar como se pueda», suspira el emblemático camarero. Por eso, estos días el local es un ir y venir de vecinos nostálgicos que desean quedarse para siempre con un pedacito del Kai-Alde: platos a un euro, vinos a 5, licores a 10... «Me ha dicho que mi suegra que me quiere un recuerdo», confesaba ayer un vecino con varios objetos en la mano.

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